El presidente del Gobierno y candidato del PP en las elecciones del 20-D comprobó este sábado que en los platós de La Sexta no se comen a nadie, a pesar de que por los pasillos de Atresmedia pululen periodistas del “peligro” de Antonio García Ferreras, Jordi Évole, Ana Pastor o Iñaki López; ni siquiera Cristina Pardo y su pregunta sobre la idoneidad para gobernar de los 11 ministros de Rajoy que nunca han sido concejales (“fin de la cita”, le recordó la periodista), incomodaron al gallego, que respondió sin despeinarse a las preguntas de 16 ciudadanos, seleccionados por una empresa demoscópica externa, procedentes de todo el estatutos social del país, incluido un joven miembro del éxodo de talentos que ha tenido que buscarse la vida fuera de España y que le preguntó por el voto rogado que impide a 2 millones de ciudadanos votar en las elecciones generales.

Preguntas a distancia
O lo que es lo mismo, el trabajo realizado por su director de campaña, Jorge Moragas, y de la secretaria de Estado de Comunicación, su inseparable Carmen Martínez de Castro, conocida en el PP y en La Moncloa, como “La Castro”, por su ordeno y mando y, sobre todo, por ser la que frenó a María Dolores Cospedal y a su lobby de Toledo. El caso es que Rajoy se encontró con un plantel ciudadano apto para aquellos políticos que no saldrían vivos en una rueda con periodistas profesionales o con ciudadanos cabreados, muy cabreados, por la situación en la que viven desde que gobierna el PP. Todo ello junto al inusitado “cariño” mostrado por los presentadores, permitieron al presidente del Gobierno superar sin demasiados problemas una noche más televisiva de su apretada  agenda televidente, que además de con Bertín, con los muchachos de la Cope, también participará en otras cadenas de TV, eso sí, sin estar presente en debates complicados (sólo con Pedro Sánchez).

En busca del voto de los indecisos
El caso es que la estrategia de Moragas de sobreexponer al líder en todas las pantallas que se presten a tratar al presidente de forma distendida busca el mismo efecto surtido en el Reino Unido, donde Cameron ganó contra todo pronóstico gracias a su participación en programas de la índole de Ana Rosa y compañía. Y es que Rajoy sabe que del 40 por ciento de indecisos, un 11% no sabe si votar por el PP o por Ciudadanos. De ahí que haya abandonado el plasma y haya decidido desplazarse hasta las “teles” que demandan su presencia solitaria, eso sí.

Preguntas a distancia
Rajoy se encontró cómodo, incluso reconoció (no le quedaba más remedio) que una de las preguntas realizadas a distancia había sido formulada por uno de los suyos, concretamente José Benito, quien dijo no entender que en la actualidad esté más en forma que antes, en referencia, y no, a sus largos paseos estivales por Pontevedra o a sus zambullidas en los ríos gallegos de su infancia. Tuvo que ser Mónica Oltra la que le sacará los colores sobre la corrupción del PP valenciano, recordándole que una quinta parte de los diputados en Les Corts habían estado imputados en algún momento. “No sé si una quinta o  una cuarta parte”, dijo como si 1/4 fuera menos que un 1/5.

El desconocimiento del presidente
En fin, no fue todo de color de rosa; como decimos también hubo alguna pregunta incómoda, pero no crucial. Aún así tuvo alguna que otra laguna en sus datos, como cuando aseguró que Cataluña en la única comunidad con todas sus capitales unidas por el tren de alta velocidad, cuando Castilla La Mancha fue la primera región en contar con esta vertebración y Valencia también tiene conectadas las tres capitales de provincias. Habló también de los cinco consulados que tiene EE UU, cuando en realidad tiene 9 y una embajada, e insistió por activa y por pasiva de que ahora estamos mejor, a pesar de que en un momento concreto de su mandato la “recaudación cayó en 90.000 millones de euros”. Al menos no culpó a Zapatero de todos los males.