Puede ser algún tipo de deformación o que nos guste barrer para casa. O que siga sorprendiéndonos, pero nos gustan las historias que hablan de cuando la publicidad tiene un componente ecológico.

Dióxido de titanio

Es el caso de la última iniciativa que una compañía de telecomunicaciones ha puesto en marcha en la capital de España. Dos lonas ubicadas en lugares emblemáticos de Madrid que absorben y eliminan la contaminación. Más allá de su mensaje, obviamente enfocado a vender más, que no en vano hablamos de publicidad, estas instalaciones quieren ayudar a reducir el galopante problema de contaminación de la ciudad. Las lonas están construidas en un material que realizada un proceso químico denominado fotocátalisis. Se trata de un efecto similar a la fotosíntesis. El compuesto responsable de este proceso es una innovadora solución de dióxido de titanio que detrae del aire el 85% de los gases contaminantes en un radio de entre 40 y 60 metros.

Como 1.100 árboles

Con la ayuda de la luz solar, este material captura el CO2 y buena parte de las partículas contaminantes. Según los responsables, las dos lonas tendrán sobre el medioambiente madrileño el mismo efecto que 1.100 árboles durante las 3 semanas que está previsto que se mantenga sobre las fachadas de los edificios. Siguiendo con las declaraciones de los implicados en la idea y en su materialización, se trata de la mayor iniciativa de este tipo que se ha realizado en el país y una de las mayores en todo el mundo. El único problema de este idea viene relacionado exactamente con su naturaleza. La fugacidad con la que los mensajes publicitarios se suceden en nuestras vidas. Más allá de que sean útiles, como en este caso, o no nos sirvan para nada. Rápidamente son sustituidos por otros. Y poco más que un recuerdo borroso queda de ellos.