Las redes sociales han cambiado casi todos los hábitos de nuestra vida y han introducido muchos nuevos. Igual que con el coche a principios de siglo o con el móvil más recientemente, no recordamos ya cómo era nuestra vida antes de la existencia de esos entornos digitales en los que nos relacionamos con conocidos y extraños. Pero hay algunas cosas que no han cambiado en absoluto.

Sin pasar el titular

Por ejemplo, la manía de leer solo el titular y pensar que eso es suficiente para tener una idea clara de la información. Si hacía falta algún estudio objetivo que pusiera esta certeza en datos, ahí va: según una investigación de la universidad de Columbia y el French National Institute, el 59% de los links que se comparten en redes sociales nunca han sido pulsados. Es decir, que más de la mitad de los enlaces que se rebotan en los perfiles sociales, no han sido leídos por el usuario que comparte la información, puesto que no ha hecho clic en el enlace.

Configurar una realidad paralela

La conclusión más preocupante del estudio es que esta costumbre es la que está configurando la agenda política y cultural actual. El número de veces que un enlace se comparte, ¡por gente que en realidad no ha leído el contenido! Según uno de los responsables de la investigación “la gente es más proclive a compartir un artículos que a leerlos. Es típico de la civilización de economía informativa que vivimos. A la personas les basta un resumen, o el resumen de un resumen, para formarse una opinión sin esforzarse por comprender el asunto en profundidad”. El análisis fue muy sencillo. Bastó con estudiar durante un mes todos los tuits que contenían links a los cincos medios más importantes de Estados Unidos y luego comprobar los accesos a las noticias desde esos enlaces. Así certificaron que una noticia es “viral” en cuanto a su extensión entre los usuarios de las redes, pero no en cuanto a las veces que esa noticia es leída.

Fuente de noticias falsas

Es, para los investigadores, la razón por la que son frecuentes las noticias falsas que circulan como verdaderas, las constantes muertes de personas famosas que en realidad siguen vivas o la creciente, si es posible, pobreza de la conversación en redes sociales. Incluso de otro elemento menos transcendental como son los frecuentes “zascas” entre usuarios.