No es la primera vez y lamentablemente no será la última. Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra… Pero determinados prebostes de la Iglesia católica reinciden en el error con avaricia. El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, es un representante genuino del fanatismo religioso y se siente muy a gusto pisando charcos que incomodan a la inmensa mayoría. Monseñor se ejercita de provocador azuzando polémicas que chocan contra los derechos individuales y colectivos recogidos en la Constitución. Su última salida de tono ha sido un ataque frontal contra la ideología de género, es decir, contra la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.

En una carta a sus fieles, sostiene que la igualdad “destruye la familia” y que el feminismo “rompe con Dios y la propia naturaleza”. A este jerarca eclesial le gusta más la sección femenina, las amas de casa serviles y sumisas a sus esposos, ese arquetipo de la mujer, mujer que tanto defiende la derecha. La posición del obispo no puede ser más reaccionaria, se adentra hasta el tuétano en los terrenos de la misoginia, el machismo y la discriminación por razón de sexo. El alejamiento del pensamiento católico de la realidad social se hace cada vez más insalvable (y más insufrible). La igualdad entre hombres y mujer, don Demetrio, no es sólo una cuestión de justicia social y de respeto a nuestro marco constitucional, es también una demostración de sentido común. ¿Por qué tenemos que desaprovechar la inteligencia y el talento de más de la mitad de la población en beneficio del conjunto de la sociedad y el progreso?

Dentro de la visión retrógrada, el obispo hace una apelación a la familia tradicional en contraste con los distintos modelos de perdición que se apartan de la norma de la Iglesia. Achaca a la ideología de género un afán de destruir la familia clásica, sería un nuevo Herodes, una “fuerza del mal y de la muerte” que lava el cerebro a niños y jóvenes. Será iluso, como si la felicidad y el desarrollo personal sólo se hallaran al amparo de sus preceptos trasnochados. Antes que renunciar a la igualdad prefiero arder en los infiernos (si es que existen).

¿Y ésta es la enseñanza que el Gobierno de Rajoy quiere introducir en las escuelas con la reforma educativa del ministro Wert? La religión obligatoria en los centros públicos supone la imposición de un adoctrinamiento no acorde a los tiempos que corren. Sin embargo, se han fulminado educación por la ciudadanía por algo tan dañino como enseñar los valores y principios que inspiran la Constitución y nuestro marco de convivencia. Están aprovechando estos momentos de incertidumbre para recortarnos hasta la libertad de pensamiento. Ni un paso atrás… vivimos en un estado aconfesional.

Miguel Ángel Vázquez Bermúdez es portavoz del Gobierno andaluz