Cercado por las protestas sociales ante los recortes y en un intento de resguardarse de las perspectivas electorales negativas que por primera vez en muchos años reflejan los sondeos, el Partido Popular de la Comunitat Valenciana intenta de nuevo reactivar el fantasma del anticatalanismo. Es la misma arma que los populares valencianos han esgrimido contra la izquierda en los periodos electorales o en los momentos de máxima tensión ante el acoso de los juzgados por los casos de corrupción, como el protagonizado por el expresidente de la Generalitat Francisco Camps durante el proceso del caso Gürtel.

Nerviosismo en el PP
A falta de ideas y soluciones para afrontar los problemas que día a día empobrecen a la sociedad valenciana como el paro, la corrupción, los pagos pendientes de la Generalitat a los dependientes, a las farmacias y a los ayuntamientos, los populares vuelven a echar mano del fantasma de la amenaza del catalanismo.

Que se trata de una estrategia planificada no hay duda, por cuanto comienzan a ser más que evidentes las muestras de nerviosismo con que los dirigentes del partido que lidera Alberto Fabra afrontan su cada vez más cuestionada gestión en las instituciones, que copan prácticamente al cien por cien. Y al frente de esa maniobra parece adivinarse la mano del secretario general del partido y conseller de Gobernación, Serafín Castellano, -antiguo dirigente de Unión Valenciana, formación regionalista fagocitada por los populares-, y de quien hasta sus enemigos valoran su capacidad de trabajo y su inteligencia para resurgir de las cenizas del desgaste político.

La oposición, sin subvenciones
Para más escarnio, el nuevo portavoz del PP en las Corts Valencianes, Jorge Bellver –hasta la pasada semana uno de los hombres fuertes de Rita Barberá en el Ayuntamiento de Valencia- se acaba de estrenar en el cargo presentanto dos proposiciones de ley sobre señas de identidad, que pretender eliminar las ayudas a los partidos y entidades que usen o lleven en sus siglas el término “País Valenciano” y la otra que censura toda iniciativa parlamentaria si sus autores no utilizan la denominación de Comunidad Valenciana.

De llevarse las dos iniciativas al pie de la letra, entraría en el limbo administrativo cualquier entidad privada que utilice o lleve en sus siglas País Valenciano, denominación por cierto que reconoce el Estatuto de Autonomía. Al mismo tiempo, los grupos de la oposición parlamentaria -Partit Socialista del País Valencià, Esquerra Unida del País Valencià y Compromís del País Valencià- dejarían de recibir las subvenciones para los partidos políticos y sus iniciativas parlamentarias terminarían en el cubo de la basura. Claro que los populares justifican la reapertura de las viejas heridas. Así, Castellano reprocha a los socialistas que vuelvan a dar la espalda a las señas de identidad valencianas y se sometan “al discurso independentista” de los partidos minoritarios.

Rita Barberá, la última
La última que se ha subido al carro de esta estrategia ha sido la alcaldesa de Valencia. Barberá aprovechó el martes su presencia en un desayuno informativo en Madrid para regurgitar sobre los catalanes que se dedican a “catalanizar la cultura valenciana y balerar”. Como una de las primeras espadas del anticatalanismo más rancio que representa, no se sonrojó al espetar que se niega a “pagar con el sueldo de sus funcionarios esos excesos” de los catalanes, obviando que preside uno de los consistorios más endeudados de España y ha refrendado con su silencio cómplice los proyectos faraónicos llevados a cabo por Zaplana y Camps que han dejado en la ruina a la Comunitat Valenciana.