El reflujo gastroesofágico es una afección que impacta significativamente en la calidad de vida de millones de personas. Más que un simple malestar pasajero, representa un conjunto complejo de síntomas y eventuales complicaciones que requieren atención médica y comprensión.

El reflujo gastroesofágico es el ascenso del contenido gástrico, predominantemente ácido, hacia el esófago. Un movimiento inverso que provoca incomodidad, pero que también puede dañar el revestimiento esofágico, si no se trata adecuadamente.

Su origen suele estar en un fallo en los sistemas antirreflujo del cuerpo, particularmente el esfínter esofágico inferior, que actúa como una barrera entre el estómago y el esófago. Algo que puede ocurrir cuando se sufre de hernia de hiato -una condición que desplaza parte del estómago hacia arriba a través del diafragma-  o si se padece de incompetencia del esfínter esofágico inferior -una situación en la que la válvula que previene la subida del reflujo es débil o se relaja de manera inapropiada-.

Aunque estas son las dos causas más comunes, también “existen otros fenómenos más complejos como el aumento de la sensibilidad esofágica al ácido o disminución de la resistencia de la pared esofágica al ácido”, como nos recuerda Marina Gil Santana, especialista del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Infanta Elena. 

Principales síntomas del reflujo gastroesofágico 

“En ocasiones resulta difícil, tanto para médicos de atención primaria como para gastroenterólogos, realizar una distinción pura entre el reflujo gastroesofágico y otras afecciones digestivas”, explica la doctora Gil Santana, pero existen ciertos síntomas comunes que “en ausencia de otros síntomas abdominales o ante lesiones esofágicas secundarias a la exposición ácida demostradas por endoscopia”, ayudan al diagnóstico de esta dolencia. 

El síntoma más distintivo del reflujo gastroesofágico es la pirosis, una sensación de ardor que se origina en el estómago y asciende hacia el pecho y a veces hasta la garganta. Esta sensación puede ser breve o prolongada y a menudo se agrava después de comer, al agacharse o al acostarse.

Otro síntoma común es la regurgitación, que implica el retorno de comida o líquido desde el estómago hacia la boca. En algunos casos, esto puede llevar a un sabor ácido o amargo en la boca. 

Además de estos síntomas clásicos, los pacientes con RGE pueden experimentar tos crónica, ronquera, dolor de garganta crónico, sensación de un bulto en la garganta y erosión dental, entre otros. Síntomas menos comunes que pueden ser consecuencia del ácido del estómago irritando otras áreas que no son el esófago.

“Si aparecen síntomas de alarma como disfagia (dificultad para tragar), vómitos de repetición o pérdida de peso, entre otros, o en casos que no responden a la primera línea de tratamiento, es necesario completar el diagnóstico con gastroscopia para descartar complicaciones o diagnósticos alternativos”, explica la experta del Hospital Universitario Infanta Elena, cuyo Servicio de Aparato Digestivo ha sido galardonado en los premios médicos Top20 de 2023. 

“La cuantificación del reflujo mediante ph-metría o impendaciometría es el único método capaz de demostrar la exposición patológica del esófago al contenido gástrico, pero no son pruebas necesarias en la mayoría de los casos”, añade la doctora Gil Santana.

Cómo prevenir y atajar el reflujo gastroesofágico

Entre los factores de riesgo modificables, el tabaquismo y el sobrepeso ocupan un lugar preeminente. El tabaquismo no solo relaja el esfínter esofágico inferior, facilitando el reflujo, sino que también puede dañar el revestimiento del esófago y disminuir la producción de saliva, que ayuda a neutralizar el ácido estomacal. Por otro lado, el sobrepeso o la obesidad aumentan la presión intraabdominal, lo que a su vez puede promover el reflujo ácido.

De ahí que la primera intervención sea sobre el estilo de vida y se base en la dieta, el abandono del tabaquismo, atajar el sobrepeso y centrarse en las medidas posturales. Alimentos y bebidas como comidas grasas, chocolate, cítricos, alimentos picantes, café, té y alcohol se han asociado con un aumento en la frecuencia e intensidad de los síntomas, aunque la doctora Gil Santana aclara que “no existen pautas universales” y los alimentos deben restringirse en función de los que provocan empeoramiento de los síntomas en cada paciente.

“Medidas posturales como elevar el cabecero de la cama (una forma práctica sería calzando las patas delanteras en aquellos que no dispongan de un somier articulado), separar la cena del descanso nocturno al menos dos horas o dormir sobre el lado izquierdo pueden ser medidas eficaces para aquellos con reflujo de predominio nocturno”, nos señala la experta. 

Medicamentos frente al reflujo gastroesofágico

“Aun así, muchos de estos pacientes precisarán tratamiento farmacológico con inhibidores de la bomba de protones (IBP) como omeprazol y sus derivados, capaces de inhibir la secreción ácida consiguiendo la remisión de los síntomas y la curación del daño mucoso en la mayoría de los pacientes”, nos detalla la experta del hospital valdemoreño.

“Otros fármacos con eficacia probada son la famotidina, antiácidos clásicos y protectores de la mucosa esofágica, como sucralfato, y otras combinaciones con ácido hialurónico y sustancias reparadoras de la pared esofágica”, subraya la doctora Gil Santana, que añade que “en casos seleccionados en los que el tratamiento médico no puede ser administrado, es insuficiente o el paciente rechaza su uso crónico, es posible hacer cirugía antirreflujo”. 

El uso del omeprazol: más beneficios que riesgos

Uno de los medicamentos más efectivos para tratar los síntomas es el omeprazol, aunque la doctora incide en que “a menudo vemos pacientes reticentes a tomar fármacos como el omeprazol de forma crónica por miedo a la aparición de efectos adversos”. Sin embargo, la doctora Gil Santana aclara que “no todos los efectos adversos que se les atribuyen han sido analizados por estudios científicos de calidad”. 

Algunos de sus posibles efectos adversos son una disminución de absorción de algunos nutrientes o un mayor riesgo de fracturas por la desmineralización ósea, pero se darían con mayor frecuencia cuando se usan altas dosis del medicamento o existen otros factores de riesgo paralelos. “Mi mensaje sería tranquilizador, pues habiendo una indicación clara para su uso, son fármacos bien tolerados y con beneficios que superan ampliamente los riesgos”, explica la experta del Hospital Universitario Infanta Elena.

Posibles complicaciones del reflujo gastroesofágico

El reflujo esofágico es una dolencia molesta que puede afrontarse con un tratamiento sencillo. “Sabemos que la gran mayoría de los pacientes no evolucionará a formas más graves ni presentará complicaciones en el curso de su enfermedad”, nos explica la doctora; “sin embargo, existen casos en los que puede aparecer esofagitis (erosiones en la mucosa), úlceras esofágicas o estenosis (estrechamiento del calibre esofágico por cicatrización de zonas previamente inflamadas)”. 

Un riesgo muy minoritario, pero ante el que hay que estar prevenidos, es la aparición de esófago de Barrett, que, “en una minoría de los pacientes que lo sufren, puede conducir al desarrollo de un cáncer de esófago”. “Esta situación es por tanto premaligna y requiere de seguimiento crónico y, en algunos casos, de tratamiento específico”, explica la doctora Gil Santana.

“Es muy rara la evolución del reflujo gastroesofágico hacia formas complicadas de la enfermedad”, tranquiliza la doctora. Aunque es una dolencia de carácter crónico, “es benigna y presenta fases con distinto grado de control de síntomas durante los cuales puede ser necesario un ajuste puntual del tratamiento”. Una enfermedad frente a la que las mejores medidas de prevención y de tratamiento son asumibles: “dejar el consumo de alcohol y de tabaco, evitar el sobrepeso, tomar medidas posturales y modificar la dieta”.