El término violencia vicaria se refiere a la intención del hombre de hacer daño a una mujer -normalmente su pareja o expareja- a través de personas a las que ésta quiere, especialmente de sus hijas e hijos, que se convierten también en víctimas de la violencia de género.

Normalmente se refiere al daño físico que un padre ejerce sobre los hijos para perpetrar un daño psicológico a alguien con quien mantiene o ha mantenido una relación y con la que tiene hijos en común. Sin embargo, también se considera violencia vicaria el daño del hombre hacia otras personas que se encuentran bajo la tutela de la mujer: personas mayores, personas con discapacidad, en situación de dependencia, etc. 

Normalmente estas situaciones están sujetas a una situación de celos o de posesión y dominación sobre la víctima, a quien el marido o exmarido considera de su propiedad, pese a que en muchas ocasiones la mujer, e incluso ambos, hayan rehecho su vida.

Origen de la violencia vicaria

El término violencia vicaria lo acuñó en primera instancia la psicóloga Sonia Vacaccara hace casi una década. El concepto se refiere a la concepción de "vicario". Este hace referencia a la sustitución de un individuo por otro en el ejercicio de una función. Es decir, el agresor considera que haciendo daño a una persona y no a otra va a conseguir hacérselo a su primer objetivo.

¿La violencia vicaria es violencia de género?

Sí, la violencia vicaria se encuadra en el contexto de la violencia de género. Implica reemplazar a una persona en la perpetración de actos violentos, ya sean de naturaleza física o psicológica, con el propósito de infligir un daño mayor y duradero a la mujer. En este caso, el objetivo principal es la mujer, y quienes ejercen esta violencia suelen ser hombres en contra de mujeres. Es importante destacar que el Pacto de Estado contra la Violencia de Género en España incorporó este concepto.

¿Es sinónimo de parricidio?

No, la violencia vicaria no guarda relación alguna con el parricidio. La violencia vicaria se enfoca exclusivamente en la mujer y busca destruir su vida. Implica la intención de causar un daño y sufrimientos extremos a la mujer sin necesidad de asesinarla directamente.

El parricidio, por otro lado, está contemplado en nuestro Código Penal como un delito con severas sanciones, dada la gravedad social que implica quitar la vida a una persona con la que se tiene un vínculo de parentesco, ya sea de ascendencia o descendencia, o en el contexto de relaciones matrimoniales o de pareja.

Ejemplos de violencia vicaria

Se puede enumerar diferentes casos en los últimos años asociados a la violencia vicaria. Uno de los que má conmocionó a nuestro país fue el de José Bretón, al que se podría añadir el de Ángela González Carreño -quien había puesto hasta 50 denuncias sobre su expareja antes de que éste acabara con la vida de su hija- o el de Itziar Prats, cuyo exmarido asesinó a sus hijas y posteriormente se suicidó. 

Matar a los hijos en común de la pareja es el daño más extremo que el agresor puede llevar a cabo, pero hay otro tipo de violencia -también vicaria- y que vendría dado en el caso, por ejemplo, de Rocío Carrasco; cuando Antonio David habla mal, presuntamente, de la madre a sus hijos.

Cómo se puede combatir

Hay algunas medidas que se pueden emplear para erradicar la violencia vicaria:

  1. Educación y concienciación: Promover la educación y la concienciación en la sociedad sobre la violencia vicaria es esencial. Esto incluye campañas de sensibilización, programas educativos en escuelas y medios de comunicación que ayuden a identificar y comprender este tipo de violencia.

  2. Asistencia y apoyo: Ofrecer apoyo a las víctimas. Esto implica proporcionar servicios de asesoramiento, terapia y refugios seguros donde las víctimas puedan encontrar ayuda y protección.

  3. Legislación: Mejorar y fortalecer la legislación relacionada con la violencia de género. Esto debe incluir la incorporación de la violencia vicaria en las leyes y políticas de género.

  4. Formación profesional: Capacitar a profesionales de la salud, asistentes sociales, agentes de policía y profesionales legales para que puedan identificar y abordar adecuadamente la violencia vicaria.

  5. Prevención: Fomentar la prevención temprana a través de la educación en la igualdad de género y el respeto en las relaciones.

  6. Intervención: Garantizar que las autoridades actúen de manera rápida y efectiva cuando se informa sobre casos de violencia vicaria.

  7. Colaboración multisectorial: Fomentar la colaboración entre diferentes sectores, como la justicia, la salud, los servicios sociales y las ONG.

  8. Concienciación Pública: Continuar concienciando a la sociedad en general sobre la violencia vicaria y su impacto en las víctimas y la sociedad en su conjunto.

En definitiva, la violencia vicaria es una lacra muy extendida en la sociedad y contra la que hay que luchar. Además, es fácil de confundir con un problema mental por parte del agresor. Nada más lejos de la realidad pues, si bien en ocasiones puede tener algún trastorno, no se trata si no de otra expresión de machismo, ya que éste hace todo a conciencia y organiza con detenimiento cada una de las acciones.