No todos los nombramientos institucionales tienen rostro y contexto. El de Teresa Peramato Martín sí. Propuesta por el Gobierno como nueva fiscal general del Estado el 25 de noviembre, el día en que el mundo recuerda a las mujeres asesinadas por la violencia patriarcal. Su llegada a la cúpula de la Fiscalía -a falta de la ratificación oficial- no es casualidad: es la consecuencia natural de una carrera dedicada a proteger a quienes más sufren.

Peramato, jurista de trayectoria impecable y referente en la lucha contra la violencia machista, asumirá el cargo en un momento complejo, tras la dimisión de Álvaro García Ortiz. El hasta ahora fiscal general fue inhabilitado por el Tribunal Supremo, que lo condenó por revelación de secretos en relación con el caso de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Su salida forzada dejó al Ministerio Público en una posición delicada, que el Gobierno resolvió de inmediato con el nombramiento de quien ha hecho de la defensa de las mujeres su bandera.

Una mujer al frente en tiempos de negacionismo

El simbolismo del 25N no se escapa a nadie. En un país que acumula más de 1.200 mujeres asesinadas por violencia de género desde 2003, y con una ultraderecha negacionista ocupando escaños e instituciones, designar a Teresa Peramato es un mensaje rotundo: el Estado no se va a quedar al margen. Se trata de la primera vez que una fiscal general del Estado ha dedicado la mayor parte de su carrera a combatir la violencia machista desde dentro del sistema judicial. Y eso no es menor.

Licenciada en Derecho por la Universidad de Salamanca, Peramato ingresó en la carrera fiscal en 1987. Tras años de experiencia en distintas fiscalías, se estableció en Madrid, donde se convirtió en fiscal delegada de Violencia sobre la Mujer en 2005, apenas un año después de que entrara en vigor la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Fue entonces cuando su perfil se consolidó: técnica rigurosa, mirada feminista y sensibilidad hacia las víctimas.

Desde ese momento, su compromiso fue a más. Formó parte del grupo de expertos del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer, promovió la especialización de fiscales en todo el territorio, y denunció, desde dentro, las carencias del sistema para atender a las mujeres víctimas de agresiones. Su visión, siempre nítida: no hay democracia sin justicia feminista.

En 2021 fue nombrada fiscal de Sala de Violencia contra la Mujer, el puesto más alto dentro de la especialización en esta materia. Durante su gestión, impulsó la mejora de protocolos de actuación para fiscales, elaboró informes técnicos que han sido referencia para juzgados y parlamentos, y defendió con firmeza la aplicación de leyes que han encontrado resistencias en algunos sectores judiciales, como la ley del solo sí es sí.

Meses antes de su nombramiento como fiscal general, en enero de 2025, Peramato fue designada fiscal de Sala en la Sección Penal del Tribunal Supremo y asumió también la delegación para la Protección de las Víctimas en el Proceso Penal. Fue una promoción natural para alguien cuya carrera ha combinado el compromiso social con una sólida base jurídica.

Peramato ante el desafío de reforzar la Fiscalía

Su ascenso a la Fiscalía General del Estado no sólo responde a su preparación y trayectoria, sino también a una necesidad institucional: reforzar la legitimidad de la Fiscalía en un momento en que la independencia del poder judicial está en el centro del debate político. Peramato, que presidió la Unión Progresista de Fiscales y ha defendido siempre la autonomía del Ministerio Público, llega con la tarea de restaurar la credibilidad y garantizar la aplicación igualitaria de la ley.

Pero lo hace sin renunciar a sus convicciones. Ha sido crítica con las interpretaciones regresivas de las leyes de igualdad, ha denunciado la falta de medios en los juzgados de violencia y ha advertido de los discursos negacionistas que blanquean el machismo. “El derecho penal no es la solución única, pero tampoco puede ser laxa cuando se trata de proteger vidas”, dijo en una de sus últimas intervenciones públicas antes de su nombramiento.

A lo largo de su carrera ha recibido numerosos reconocimientos, como el Premio Igualdad Beatriz Galindo o el galardón “Menina” del Ministerio de Igualdad. Más allá de los premios, su mayor logro ha sido ganarse el respeto de quienes trabajan con las víctimas y de quienes buscan transformar una justicia todavía anclada en lógicas patriarcales.

Desde su nuevo cargo, Teresa Peramato tendrá que lidiar con retos que van más allá del ámbito penal: los ataques a las instituciones, el discurso del odio, la falta de medios en la justicia y la necesidad de hacer del Ministerio Fiscal una herramienta al servicio de la ciudadanía. Ella lo sabe. Y está preparada.

Súmate a

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio