Tener un bar y molestar a los vecinos con ruidos “insoportables” tiene penas de cárcel. Así lo ha decidido el tribunal Supremo que ha ratificado la condena de tres años y medio de prisión para el dueño de un local de Madrid que, pese a las advertencias, le hizo la vida imposible a los vecinos del primer piso. Este empresario deberá ir a prisión por el "insufrible ruido" que, según los magistrados, hizo la vida imposible a un matrimonio vecino durante un año.

El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de tres años y medio de prisión, por lo que entrará en la cárcel, que le impusieron en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid al dueño de un local por su "incívico comportamiento" por no hacer nada por evitar el ruido a pesar de las continuas advertencias de la Policía Municipal de la capital.

Los hechos sucedieron en un bar del Alto de Extremadura, en el distrito madrileño de Latina y, según el fallo, el dueño del local, a lo largo de un año, "incumplió sistemáticamente" la normativa de ruidos de Madrid y desoyó las advertencias de la Policía Municipal que habían acudido para realizar las mediciones de ruido hasta en cinco ocasiones, como informa Facua. En las cinco inspecciones realizadas, el ruido superaba ampliamente los límites legales de decibelios.

Tal y como adelantó Eldiario.es, el ruido de la música se colaba directamente en la habitación de un matrimonio que vivía justo encima de la discoteca cuyo dueño ahora deberá entrar en prisión. El fallo del Supremo, siguiendo la línea del tribunal madrileño, explica que la citada discoteca no tenía un limitador de sonido ni el aislamiento correcto y, su dueño era impermeable a las advertencias. "Teníamos que acudir de paisano, porque si íbamos de uniforme nos reconocían y bajaban el volumen", declaró uno de los agentes. "El ambiente era agresivo y cuando nos marchábamos en el coche volvían a subir el volumen", afirmó su compañero. Es más, los policías que declararon en el juicio llegaron a afirmar: "El ruido en la casa era importante, insoportable".

Pero más allá de las declaraciones policiales, la sentencia recoge que, el ahora condenado, tampoco hizo caso al técnico inspector del Ayuntamiento de Madrid cuando les citó para hacer una inspección del local.

Explica Facua que el fallo recoge que, “los ruidos y vibraciones eran de tal calibre que, como contó una de las personas afectadas, las zapatillas se movían solas en el suelo”. En cuanto a las víctimas, el marido relató ante los jueces cómo eran insultados cuando pedían que bajara el volumen de la música y que, sin música, seguían escuchando los gritos y peleas. "Desde esa fecha el lexatin fue mi compañero de fatigas", aseveró durante el juicio, mientras relataba: "Fui despedido hace dos años por bajo rendimiento, consecuencia de la falta de sueño".