La comunidad terraplanista tiene su origen en Carolina del Norte, Estados Unidos, sin embargo, sus seguidores se han extendido alrededor del globo terráqueo. Los ‘creyentes’ de esta pseudo-secta afirman que los gobiernos y la NASA son los responsables de hacernos creer que la tierra es redonda, cuando en realidad, aseguran, “es plana e inmóvil”. Enfrentados a la comunidad científica internacional, este movimiento ha conquistado un nicho de mercado conspiracionista y expandido su doctrina hasta llevarla hasta nuestras pantallas.

“No hay ningún marco científico que defienda que la Tierra podría no ser esférica. Se sabe desde hace miles de años que la Tierra es esférica. Nunca se ha puesto en duda, a pesar de que muchos terraplanistas insisten en hacer creer que se pensaba lo contrario hasta hace solo unos siglos. Es mentira, incluso Aristóteles, observando la sombra de la Tierra en un eclipse lunar, ya intuía que la Tierra era esférica”, explica Alex Riveiro, divulgador científico, a ElPlural.com.

Pero, a pesar de la falta de veracidad en sus afirmaciones, esta pseudo-secta ha conseguido ser conocida en todo el mundo. Hasta Netflix ha creado un documental sobre los terraplanistas. La plataforma de cine lanzó este año Behind the Curve, traducido al español como La Tierra Plana, que trata sobre los orígenes y estructuras de esta comunidad. Realmente, ¿dónde radica el éxito de su mensaje? 

Es más fácil creer una mentira que demostrar que algo es verdad

“Conspiracionistas ha habido siempre, gente que necesita creer que hay algo oculto que solo ellos han descubierto, por el motivo que sea. Y no solo los encontramos en astronomía, también en otras áreas como la medicina -los antivacunas- o el cambio climático -creer que no existe-, donde sí son mucho más problemáticos porque el daño de creer en esas conspiraciones tiene unas consecuencias tangibles y nefastas”, explica Riveiro a este periódico.

De hecho, las redes sociales han sido la plataforma que ha servido de impulso a los terraplanistas para poder expandir su mensaje al mundo. En psicología la forma de actuar y crear comunidad que emplea este movimiento se denomina como ‘pensamiento motivado’, un mecanismo psicológico a través del cual sólo se aceptan como válidos aquellos datos que reafirman las propias teorías que la comunidad defiende. Donald Trump emplea esta técnica para dirigirse a su electorado pero parece que no es el único.

La cuenta oficial de Twitter Flat Earth Society cuenta con casi 90.000 seguidores y es la matriz de muchos otros perfiles dedicados a divulgar teorías conspiranóicas y arremeter contra estados y gobiernos. Adoptando un cariz antisistema, esta red, ha conseguido atrapar a empresarios, famosos o presentadores de televisión.

Su impulsor, Eric Dubay, que suma casi 17.000 seguidores en Twitter, comenzó a popularizar la idea en Estados Unidos, como hemos mencionado anteriormente, y poco a poco a él se sumaron adeptos a sus afirmaciones. Entre ellos se encuentra el rapero B.o.B., que intentó recaudar un millón de dólares a través de GoFundMe para un proyecto de esta comunidad que pretendía demostrar, enviando un satélite al espacio, que la tierra no es redonda. Los jugadores de la NBA, Stephen Curry y  Kyrie Irving o la presentadora de televisión latinoamericana Tila Tequila, también manifestaron públicamente ser seguidores de esta doctrina.

El negocio detrás del mensaje: la postverdad aplicada a la ciencia

Sin duda, los terraplanistas, como lo haría una secta, han sabido rentabilizar lo que las redes sociales les han otorgado: un altavoz a través de cual encontrar financiación mediante el sistema de crowfounding o donaciones directas de sus seguidores.

Es el caso de FECORE, organización científica sin ánimo de lucro que, según trascendió durante la I Conferencia Internacional Tierra Plana, celebrada en 2017, estaba dispuesta a pagar 1,2 millones de euros para la organización de diferentes expediciones que demostraran que la tierra es plana.

De hecho, a raíz de este congreso se consensuó una cuota de abonado para quienes quieran participar en los proyectos terraplanistas que varía entre los 20 euros al año hasta los 100 por seis meses de permanencia en el ‘club’.

Particularmente, en España, los terraplanistas han llegado a adquirir un equipo de fútbol, el Flat Earth F.C., antiguo Móstoles Balompié. El lema del equipo es: “el primer club de fútbol pensado para pensar”. No hay nada más democratizador y que una más a una sociedad que el deporte. ¡Ni la guerra impide que se dispute un buen derbi!

El presidente del club, y ex jugador del Sporting, Javier Poves, que en su momento se definió como antisistema, defendía así a su conjunto: “Crear un club terraplanista es la mejor forma de tener presencia constante en los medios de comunicación”.

Pero además de en el fútbol, en nuestro país, los terraplanistas también cuentan con sus propios influencers. Es el caso de Óliver Ibañez, un youtuber que suma más de 400.000 suscriptores. Su libro, Tierra Plana: La mayor conspiración de la historia, llegó a ser un éxito de ventas en Amazon. El defensor de que “la luna no es lo que creemos” ha llegado a enfrentarse en redes sociales con el mismo Pedro Duque,  Ministro de Ciencia e Innovación y exastrounauta, que ha dedicado varios tuits al movimiento.

Tuit de Pedro Duque

Pero en el fondo, ¿qué hace Oliver Ibañez? El joven youtuber ha encontrado su nicho de mercado. Las visualizaciones de sus vídeos, son todo un escándalo en cifras. Los últimos alcanzan los 2,1 millones de euros. Si nos atenemos a las tarifas que suele ofrecer Youtube los influencers, Ibañez podría estar ganando entre los 400 y 3.000 por cada vídeo. ¡Así quién no es terraplanista!

Pero la cosa no queda ahí, además de perfiles en redes sociales y equipos deportivos, los terraplanistas han creado sus sistemas de información alternativos, como es la Flatpedia. Una copia de la Wikipedia que avala todas sus teorías conspiranóicas , entre las que además de que la tierra es plana, se encuentran otras como que, los dinosaurios nunca existieron o que el ser humano no procede del mono. ¡Todo un escándalo!

De hecho, en el año 2020 los terraplanistas han programado un crucero a bordo del The Spirit of Enderby, según confirma The Guardian, a través del cual intentarán demostrar que la tierra no es redonda. El movimiento, defiende que un muro colosal de 60 metros -aparentemente invisible y con cierto parecido al que aparece en Juego de Tronos- es la última barrera que nos protege del abismo. De Invernalia al Norte del Muro. En resumen, una contradicción al propio Copérnico o al mismísimo Isaac Newton.

Aunque los organizadores de la expedición no garantizan llegar hasta esa colosal pared frontal- ¡qué sorpresa!- aseguran que hallarán evidencias para dar el viaje por bueno. Todo, por el módico precio de 5.500 euros.