Durante la crisis provocada por el coronavirus, las redes vecinales de Madrid han repartido alimentos desde el inicio de la crisis y hasta el 20 de abril a 20.265 personas en 58 espacios de ayuda mutua organizados rápidamente en los barrios, según datos de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) .

De estos espacios, el 84% depende exclusivamente de donaciones autoorganizadas que diferentes personas hacen desinteresadamente;, el resto corresponden a donaciones de la hostelería, que realizan menús que luego reparten voluntarios.

Madrid: un abismo entre Norte y Sur

Mientras que el Norte de la capital se caracteriza por tener mayor renta -en torno a 25.000 euros al año, el Sur de la capital presenta un gran abismo con una renta media que en raros casos roza los 10.000 anuales. Dentro de esta desigualdad hay pequeñas diferencias como el caso de Tetuán, que se sitúa entre los 10.000 y los 15.000 anuales, siendo uno de los barrios más castigados por la Covid-19.

Allí nos atiende Gonzalo López, que pertenece a la Red de Apoyo de Bellas Vistas y a la Asociacion vecinal Cuatro Caminos - Tetuán (AVCCT). "La ACCVT es una de las múltiples asociaciones que forman la Red de Bellas Vistas, que es una cuestión mucho más amplia en la que participa mucha gente independiente", explica López.

"La red se creó en el principio de la pandemia para hacer recados en el barrio de Bellas Vistas para gente anciana o que no podía salir a la calle, eso mutó cuando pasaron los meses y se empezaron a repartir comidas a diferentes domicilios que los necesitaban", cuenta Gonzalo López a la vez que explica que duró mes y medio por ser insostenible y por no poder dar independencia económica a las familias que solicitaban la ayuda, hasta que se transformó en una despensa solitaria.

"Funciona como un banco de alimentos en el que hemos puesto dinero y donaciones en especie", cuenta. "Actualmente la despensa da de comer a 500 familias, unas 2.000 personas en las que hay 700 menores", dice para explicar que ante tantas personas y vivir en una "situación límite" se les hace imposible ayudar a más personas ya que el local que les ha cecido la Parroquia Nuestra Señora del Encuentro no dispone de más capacidad.

Al sur, en Vallecas, atiende a ElPlural.com Elke López. Ella pertenece a Somos Tribu VK, en concreto a la tribu de Palomeras, ya que debido a la extensión del distrito decidieron dividirse en cinco zonas para evitar que los voluntarios se desplazaran lejos de sus hogares durante el estado de alarma.

Sin título

"Nació cuando empezó el confinamiento para ayudar a las vecinas y los vecinos más cercanos", explica. "A los dos o tres días de empezar a funcionar con grupos de Whatsapp las familias nos empezaron a llamar porque no tenían como llenar las neveras, así que empezamos a hacer pequeñas donaciones por Bizum y entre voluntarios y voluntarias hacíamos pequeñas compras, hasta que llegamos a las veinte o treinta compras diarias", añade.

Desbordados por la situación, las asociaciones de vecinos de Vallecas se organizaron para poder organizar las donaciones y compras, hasta que pasó el primer mes. "Llegó un momento en el que vimos la necesidad de abrir esta despensa, que empezó a funcionar como cualquier despensa que pueda haber en España", prosigue. 

La situación fue tan límite en barrios como Palomeras, que en los momentos más duros de la pandemia han llegado a atender hasta a 500 familias, y eso sin contar toda la extensión del distrito, que roza las 3.000 familias en un distrito con 107.649 habitantes. "Ahora en Palomeras nos hemos quedado 60 familias", cuenta Elke López.

El perfil más común: familias monomarentales en las que mujeres cabeza de familia tienen a cargo a varios hijos con la dificultad que supone trabajar por la conciliación familiar. 

Cada vez son menos personas las que ayudan

"Nosotros tuvimos una ola de solidaridad bastante fuerte y hubo mucísima financiación, ahora hemos tenido que bajar la cantidad para poder aguantar un mes", cuenta López desde Tetuán.

"Ahora mismo están bajando mucho las donaciones, porque la gente está volviendo a su vida cotidiana", coincide Elke López desde Vallecas. "Las familias siguen siendo vulnerables y más nuestras familias que no estaban en el sistema. Hay mucha gente con contratos en negro, en ERTES, o despidos en los que no han tenido ingresos. Viene septiembre y todas sabemos lo que hay cuando hay niños en casa. Las donaciones son necesarias y los servicios sociales están desbordados", añade la vallecana.

Un elemento común: el Ayuntamiento no ayuda

"Nos hemos reunido hoy con el Ayuntamiento porque ya no podemos más. Se nos está acabando la financiación y podremos aguantar un mes como mucho", cuenta Gonzalo López, que ha pedido a la concejalía de distrito que asuma las comidad de las 500 familias."Les hemos pedido en otras interlocuciones financiación en cosas que no se estaban gastando, como las fiestas, y se han negado en rotundo. Es una política común en la ciudad de Madrid" explica.

"Los servicios sociales del Ayuntamiento cerraron físicamente en los momentos más duros de la pandemia", revela Elke López contando que la única forma de contactar con la ayuda social era vía correo electrónico a las que muchas familias no podían acceder por impagos: "Las familias se encontraron abandonadas, y en algunos casos, cuando servicios sociales pudo volver a abrir, los trabajadores y trabajadoras sociales nos pedían que atendiéramos algún caso grave y urgente por la gran cantidad de llamadas que recibían". Cuando el servicio retomó su teléfono en Fase 0 hubo decenas de miles de llamadas solicitando ayuda al consistorio.

"Dependiendo del concejal de la zona hay buena o mala comunicación. Pese a que hay un intento de cruzar datos, los medios económicos y de personal no llegan a cubrir lo necesario en los distritos más desfavorecidos. Si en la institución que es el Ayuntamiento no hay medios para ayudar, las buenas palabras no sirven de nada", dice López.

"Dar una cesta de comida de un mes de Carrefour a una familia que debe cuatro meses de alquiler, no es una solución porque una cesta mensual no es solo comer alimentos no perecederos. Además, que los ingresos de esas familias son nulos", zanja López aludiendo a la imposibilidad de pagar la luz, el agua o el gas para cocinar esos alimentos o casos de niños que no han podido recibir los deberes porque sus familias no han podido pagar internet.