Noelia de Mingo, la doctora que trabajaba en la Fundación Jiménez Díaz y que acaparó el foco mediático hace 18 años cuando mató a tres personas en el centro médico que trabajaba, ha vuelto a copar los titulares después de apuñalar a dos mujeres en El Molar, el pueblo en el que vive desde que la dejaron en libertad.

Este lunes, Mingo ha vuelto a apuñalar a dos personas en el municipio en el que reside, lo que ha dejado en evidencia la capacidad supervisora del centro penitenciario. ¿Qué ha llevado a esta puesta en libertad? Pues los motivos son varios: los informes forenses que aseguraban que estaba controlada, haber disfrutado de varios permisos sin incidentes, un control ambulatorio y estar bajo la supervisión de su madre, una anciana de 77 años.

Tras ser encontrada culpable de las tres muertes, la sentencia fue de 25 años de internamiento máximo en un centro psiquiátrico, pues la médico fue diagnosticada de esquizofrenia paranoide. De hecho, Mingo llevaba meses planeando una venganza por unos hechos inexistentes pero que su mente esquizoide veía más que claros. Según explicaron los médicos que la atendieron en 2003, Noelia de Mingo tenía una esquizofrenia paranoide que la llevó a explicarles que la espiaban y la grababan, lo que desembocó en el brote que culminó con la muerte de tres personas. La pregunta que surge ahora tras este segundo ataque es si las autoridades la debían haber dejado en libertad bajo la supervisión de una anciana.

Estaba “controlada”

Según los forenses del centro alicantino en el que Mingo cumplía la sentencia, la enfermedad que padece estaba “controlada”, por lo que podía acceder a la libertad. Esta decisión se tomó después de haber disfrutado de diversos permisos bajo la supervisión de su madre en los últimos años, algunos de dichos permisos de varios meses. Entre los motivos que han llevado al juez de vigilancia penitenciaria a otorgar la salida definitiva de Noelia Mingo se encuentra el hecho de que todas estas salidas anteriores se desarrollaron “sin ningún incidente”, pues estaba sometida tanto a la vigilancia materna como a un control ambulatorio. ¿Pero es ese control suficiente? Al menos en el caso de Mingo, no.

Los hechos

La doctora Noelia de Mingo ha vuelto al centro de la diana mediática este lunes. Mingo, 18 años después de haber cometido un triple crimen en el centro médico en el que trabajaba como doctora, ha apuñalado a dos personas en el municipio en el que reside desde que dejara la cárcel psiquiátrica en la que ha pasado prácticamente las dos últimas décadas.

La alerta saltaba pasadas las doce del mediodía cuando los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado eran avisados de que una mujer había sido apuñalada en el pecho en un supermercado de El Molar. Poco después, otra mujer también era víctima de un apuñalamiento en una farmacia. La presunta autora, la doctora más tristemente famosa de España de las últimas dos décadas: Noelia de Mingo. 

Han pasado casi 20 años desde los primeros crímenes de Mingo quien, según la sentencia, no era responsable de sus actos. Pero la duda que surge ahora, y siempre que ocurren sucesos de este tipo es la misma: ¿cómo se puede saber que una persona con una enfermedad mental, que ha demostrado ser agresiva hasta el extremo, está preparada para volver a vivir en sociedad? La respuesta no es sencilla, pues cada caso es diferente. El problema es siempre el mismo: cuando hay una reincidencia alguien debe dar explicaciones, algo que pocas veces sucede.