La farmacéutica Pfizer España ha brindado la oportunidad a sus empleados de administrarles su vacuna de ARN al margen de la estrategia de vacunación del Ministerio de Sanidad con las dosis de Comirnaty. La empresa, que ostenta una de las vacunas más distribuidas mundialmente contra el coronavirus, sería así la primera entidad privada en ofrecer esta opción a sus trabajadores.

Tal y como ha podido saber El Confidencial, la filial española de la productora de vacunas, con 809 empleados, solo ha descartado la vacuna a sus empleados que tienen un historial con complicaciones sanguíneas o con reacciones alérgicas. Por otro lado, embarazadas y personas con cuadros patológicos "crónicos pero estables" pueden acceder a este plan privado de vacunación con la autorización de un médico. De esta manera, ha ofrecido las dosis a sus trabajadores "esenciales", los cuales se concentran en las plantas de fabricación y en el suministro de los fármacos

En lo que concierne al ámbito nacional y según los datos recogidos por el medio citado, actualmente España no produce la vacuna Comirnaty. Por ello, para este plan se utilizarán inyecciones "independientes y distintas de las comprometidas por Pfizer con los gobiernos de todo el mundo y no afectarán en modo alguno al suministro a los gobiernos nacionales", añaden.

 Acuerdo de confidencialidad con los empleados

Para realizar dicho plan privado de vacunación, Pfizer ha pedido a los trabajadores que acepten por escrito ponerse la dosis pero no distribuir ni compartir dicha información. Sin embargo, un apunte que resalta en los documentos a los que ha tenido acceso 'El Confidencial', indica que esta decisión se ha "acordado con las administraciones", dando a entender que ha habido conversaciones con el sector público.

 

Por medio de un consentimiento escrito, los trabajadores que acepten someterse al proceso confirman así que reciben la vacuna contra el coronavirus sin que exista ningún tipo de obligación por parte de la compañía. Para ello, se debe rellenar un cuestionario de no más de diez preguntas en las que se cuestiona el estado de salud del paciente, si ha recibido previamente otra dosis o si padece un cuadro patológico adverso frente a otros síntomas.

La vacunación con Comirnaty, de Pfizer, se está administrando a ciudadanos de 60 años y edades próximas. La medida ha sido controvertida porque daría alas a que otras compañías, como AstraZeneca, copien el modelo de la empresa estadounidense. A pesar de que dichas entidades acordaron suministrar el fármaco a los sectores públicos de los países, la autoadministración de la misma entre sus internos afecta colateralmente a los Gobiernos implicados en los planes de vacunación.