Las enfermedades cardiovasculares causan anualmente en el mundo 17,5 millones de fallecimientos, lo que las convierten en la principal causa de muerte. Solo en España, en 2020 perdieron la vida por estas patologías 119.853 personas.

En su abordaje hay fármacos que resultan claves, como son los anticoagulantes.  Este tipo de tratamiento “es altamente beneficioso para los pacientes que tienen una enfermedad cardiovascular, ya que evita la formación de coágulos en la sangre y ayuda a reducir su morbimortalidad”, subraya la Dra. Rosa Vidal, especialista del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

En nuestro país hay más de un millón de personas anticoaguladas, y en su seguimiento resulta fundamental el papel que juega el personal de enfermería. Es por ello, que en este centro hospitalario se ha celebrado recientemente, en el marco de la conmemoración el 12 de mayo del Día Internacional de la Enfermería, el I Taller sobre tratamiento anticoagulante dirigido a estos profesionales sanitarios.

La iniciativa ha servido para proporcionar información sobre cómo actúa el sistema hemostático y cuáles son las indicaciones de la terapia anticoagulante; conocer los grupos de fármacos que lo integran; y abordar los aspectos prácticos que en esta materia debe conocer el personal de Enfermería.

La hemostasia

Así, se ha abordado qué es la hemostasia, la capacidad del organismo para que la sangre permanezca y circule libremente dentro de los vasos sanguíneos, y qué es lo que ocurre si un vaso se daña.

“El proceso de la hemostasia se activa y permite la formación de un ‘tapón hemostático’ que detiene el sangrado”, precisa la Dra. Vidal, que añade que, posteriormente, “el daño vascular se repara y se elimina el coágulo para que no queden ‘huellas’ de lo ocurrido en la pared vascular”.

Este mecanismo, explica, “está en alerta continua para que los múltiples elementos que intervienen se mantengan en un delicado equilibrio y así evitar los sangrados excesivos y que se formen coágulos o trombos que persistan en el árbol vascular de forma patológica”. 

Los anticoagulantes

La terapia antitrombótica, que incluye fármacos antiplaquetarios y anticoagulantes, supone un pilar fundamental en el manejo de distintas patologías como la fibrilación auricular y la enfermedad tromboembólica venosa, y en el tratamiento de portadores de prótesis valvulares mecánicas cardiacas.

Cabe destacar que la fibrilación auricular es la arritmia cardiaca más frecuente y afecta a entre el dos y el cuatro por ciento de los adultos.

Según las previsiones, además, su incidencia se multiplicará por dos o tres en los próximos años, debido a la mayor longevidad de la población.

Esta arritmia favorece la formación de coágulos dentro del corazón “que pueden desprenderse, pudiendo ocluir las arterias cerebrales originando un ictus isquémico”, advierte la Dra. Vidal.

La acción de los anticoagulantes se centra en “impedir que la sangre se coagule dentro de los vasos, provocando una ralentización de la coagulación sanguínea mediante la inhibición de diferentes factores de la coagulación, según el mecanismo de acción de cada uno de ellos”, detalla.

Dentro de este grupo de fármacos que se administran por vía oral, hoy en día, además de los antagonistas de la vitamina K, se emplean con frecuencia los anticoagulantes de acción directa, que, a diferencia de los primeros, “no precisan un control regular del efecto anticoagulante, ya que tienen un efecto de dosis predecible que hace que se puedan administrar en dosis fijas”, indica esta hematóloga.

Las doctoras Rosa Vidal y Pilar Llamas

La supervisión periódica

Sin embargo, la supervisión periódica de este tipo de pacientes es clave en todos los casos, no solo para mantener el control del efecto anticoagulante, sino también para resolver dudas, detectar situaciones que puedan aumentar los efectos secundarios de los tratamientos y realizar una educación continuada.

El personal de Enfermería es el principal eslabón de referencia y la razón por la que en el Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz existe una consulta de enfermería específica para el seguimiento de este tipo de pacientes. Y es que la supervisión periódica “resulta crucial para garantizar su seguridad y minimizar posibles complicaciones derivadas de la terapia anticoagulante”, recalca la Dra. Vidal.

Prevención y personalización

Los retos de cara al futuro pasan ahora por prevenir los eventos cardiovasculares e individualizar el tratamiento anticoagulante. Así lo indica, por su parte, la Dra. Pilar Llamas, jefa del departamento, que afirma que, aunque se invierte en la formación, cuidado y manejo de este tipo de pacientes “siempre hay que seguir trabajando en la concienciación, tanto del personal médico y de enfermería, como de nuestros gestores sanitarios”. Esto permitirá, asegura, “mejorar los resultados en salud”.

En esta línea, apunta la necesidad de apostar por la estratificación del paciente, “para así poder individualizar, tanto el tipo de anticoagulante, como el cuidado médico y de enfermería, especialmente en la población geriátrica y en los pacientes con cáncer”, aclara.

Para superar estos retos, la jefa del Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz considera clave que exista una mayor interacción entre los especialistas hospitalarios y los de atención primaria, enfocada a realizar un tratamiento integral del paciente anticoagulado.