Hace algo más de una semana, las autoridades italianas decretaron el bloqueo administrativo durante 20 días de la nave humanitaria Open Arms, de la ONG española homónima. ¿La razón? Desobedecer el conocido como decreto Meloni -elaborado por la ultraderechista Giorgia Meloni y su partido Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia)-, que limita el número de rescates y asigna puertos lejanos para el desembarco de los buques en lo que supone una cruzada contra las organizaciones que operan en el mar. Además, han recibido una multa de 10.000 euros tras desembarcar 195 migrantes en el puerto de Carrara (Toscana) en tres operaciones de rescate distintas.

Después de rescatar a 26 personas en su rumbo hacia el mencionado puerto, el remolcador recibió un aviso de Alarm Phone sobre dos embarcaciones al sur de su posición, que la organización no gubernamental Sea-Watch confirmó a través de su equipo aéreo Seabird2. Dada la falta de respuesta por parte de los centros de coordinación marítimos que habían sido alertados a la vez que el Open Arms, estos fueron a prestar ayuda ateniéndose a lo exigido por los convenios internacionales y el derecho marítimo internacional porque "la protección de la vida está por encima de cualquier decreto", defiende en declaraciones a ElPlural.com su fundador Òscar Camps, mientras recuerda que estaban coordinados con Roma.

El fundador de la ONG detalla los hechos en una conversación larga y tendida que da para mucho. En ella, se explica un poco mejor la labor de la organización -que va más allá del Mediterráneo-, se habla de los intereses del poder y aparecen lugares del mundo abandonados a su suerte y que ocupan menos titulares de los que quizá deberían -Libia, Egipto o Túnez son sólo algunos ejemplos de ello-. Y, sobre todo, es una bonita, pero directa respuesta a los que, después de salvar cerca de 70.000 vidas, los siguen llamando utópicos; a la vez que una acción -más- frente al pensamiento de los que desde arriba consideran que se van a rendir.

Las ONG Sea Eye y Open Arms denuncian bloqueos administrativos a sus barcos de rescate

Las ONG Sea-Eye y Open Arms denuncian bloqueos administrativos a sus barcos de rescate. EUROPA PRESS.

PREGUNTA (P): ¿Cómo estáis llevando la situación de bloqueo?

RESPUESTA (R): Lamentablemente no es la primera vez que nos pasa. En reiteradas ocasiones nos han bloqueado administrativamente en Italia y España, incluso en Grecia. Sufrimos las consecuencias administrativas, económicas y logísticas, pero la peor parte se la llevan las personas que quedan a la deriva y que no sabemos si podrán encontrar barcos humanitarios, porque hay tres bloqueados.

P: Este bloqueo llega después de una tregua fugaz que parecía haber dado Meloni (el Gobierno había solicitado la ayuda de las ONG ante el aumento en el número de llegadas). ¿Os sorprende que la haya roto tan rápido? ¿Confiabais, aunque fuera mínimamente, en que esta vez podía levantar un poco la mano y dejaros hacer?

R: Más que tregua, lo que ha ocurrido es que la Guardia Costera de Lampedusa se quedó sin combustible durante muchos días y no podía salir a rescatar. Como estaba el Astral y el Open Arms en la zona, nos fue derivando hasta 17 operaciones de rescate, porque ellos no podían salir. Entre ambos barcos rescataron casi a 900 personas.

Eso generó algunos titulares incómodos para Meloni, como que la relación entre el Gobierno y las ONGs parecía cambiar o que Open Arms estaba coordinada por la Guardia Costera. Creo que eso incomodó muchísimo a Meloni y a su partido, y de forma inminente, golpe de teatro, decide bloquearnos administrativamente para demostrar que no ha cambiado nada.

P: Es que, contabais con el permiso de Roma.

R: Coordinados completamente por el MRCC de allí.

*El MRCC hace alusión a los Centros de Coordinación de Salvamento Marítimo.

P: ¿Cuáles son los pasos a seguir tras un bloqueo?

R: Un bloqueo administrativo provoca complicaciones añadidas al trabajo que realiza una ONG. En este caso tienes el barco bloqueado en un puerto de Italia -normalmente los bloqueos suelen ser en el peor y más ingrato sitio del puerto, a veces incluso sin amarre con las consiguientes dificultades logísticas que esto conlleva- y tienes allí a la tripulación durante este tiempo. Mientras tanto, desde la oficina se emprenden todas las acciones legales necesarias porque este bloqueo es absolutamente injusto.

Ya tenemos experiencia en impugnar decretos. Impugnamos el de Seguridad 1 y 2 del señor Salvini, le ganamos y lo dejamos sin efecto; y ahora haremos lo propio tanto con la sanción, los 20 días de bloqueo y el propio decreto en sí porque no se ajusta el derecho marítimo internacional ni a los convenios internacionales de salvamento de vidas humanas en el mar. No se le puede poner límites al salvamento ni topes a las emergencias. Cuando se detecta una embarcación con problemas hay que dejar lo que se esté haciendo y acudir de inmediato para poner a salvo a las personas.

Eso es lo que hicimos, y por eso se nos bloqueó. Se nos encargó una intervención, se rescató a una treintena de personas y, cuando terminó la operación, se nos asignó el puerto de Carrara -bien lejos, a unas 670 millas-. En ese proceso, un avión avistó a otra patera con unas 120 personas aproximadamente. Nosotros estábamos relativamente cerca, a pocas horitas; no había nadie alrededor e informamos a las autoridades de que debíamos acercarnos porque éramos el barco más cercano.

Nuestro bloqueo viene por desobedecer el hacer varios rescates cuando navegábamos al puerto asignado. Es una responsabilidad del capitán, pero evidentemente nadie quiere correr con un cargo de conciencia tan grande como que esa patera hubiera naufragado solo por un decreto que carece de sentido. La protección de la vida está por encima de cualquier decreto o permiso.

P: Otro punto caliente de este verano ha sido Grecia, donde en junio se produjo un naufragio sin precedentes. Vosotros lamentabais cómo los supervivientes os relataron que todo sucedió cuando el país heleno los remolcaba para sacarlos de sus aguas. Habéis denunciado muchas veces que tratan de torpedear vuestra labor directamente, como ahora, o indirectamente mediante falta de material. ¿Qué intereses hay más allá del argumento? Regulación migratoria, sí, pero, ¿a este coste? ¿Por dónde pasa la solución?

R: Por empezar a cumplir con nuestras obligaciones legales como país y como Unión Europea (UE). Tenemos que atender a la carta de derechos humanos, al convenio de búsqueda y rescate de personas en el mar y al derecho marítimo internacional. Hay que cumplir con todo eso y facilitar las vías legales y seguras para que las personas tengan acceso a este derecho. Sería un buen inicio. Y a partir de aquí regular todo el tema de la migración.

Pero podríamos empezar por lo que digo, porque ahora mismo estamos abandonando a muchísima gente: o bien en el mar, o bien facilitando el drama, como pasó en el Mar Egeo con esa patera en la que perdieron la vida 600 personas… Por una mala praxis, que no sabemos si fue o no voluntaria, pero yo me entrevisté en el campo de Malakasa (Atenas) con los supervivientes y su relato era escalofriante: nada de “catástrofe” o “desgracia”. Allí hubo una muy mala práctica y dudo que alguien que trabaje en la Guardia Costera y sea profesional desconozca los métodos para atender un rescate de esas características. En fin, fue todo muy dudoso, aunque se ha corrido un velo muy grande (…) Luego se separó a los supervivientes y fue muy difícil hablar con ellos, no pudimos hacerlo a solas, siempre estaba el director del centro.

Aunque parezcan dramas que ocurren de forma casual en el mar, ni mucho menos; hay un abandono de nuestras responsabilidades, una inacción deliberada, se dilatan los tiempos de rescate cuando sabemos que lo que no pasa en dos horas puede pasar en cinco minutos. El control de la migración es un tema, e intentar evitar que las personas mueran en el mar es otro completamente diferente, que está absolutamente regulado y que es una obligación. Partamos de la base de cumplir y a partir de aquí, sigamos. No me corresponde a mí encontrar una solución, pero es evidente que éste sería un buen inicio.

No son ni mucho menos dramas casuales. Hay una inacción

 

P: Me has mencionado la UE. ¿Qué piensas de un organismo tan necesario como, seguramente, imperfecta en asuntos como el que nos atañe?

R: Llevamos dos años denunciando lo que pasa en Túnez. Hace un año y medio denunciamos que había familias que huían de la persecución política y vemos a la señora Von der Leyen y a la señora Meloni viajar allí a reconocer a un dictador, así como ayudas económicas para que frene el flujo que él mismo ha organizado. Esto último es evidente... Hacía una semana llegaban 3.000 personas en 50 embarcaciones saliendo de Sfax a Lampedusa. ¡Es imposible esconder a tanta gente en un puerto sin que nadie lo vea! Esa connivencia del Estado…

Cuando me preguntan por los traficantes, empezaría señalando a los grandes narcos de tráfico de personas, que son los presidentes de algunos gobiernos, que obtienen cuantiosos beneficios económicos por extorsionar a la UE o países de la frontera sur como España, Italia o Grecia, dejando salir a miles de personas para generar esa necesidad de control, esa sensación de invasión… todo lo que usan algunos líderes de la extrema derecha. Me sorprende que la UE siga apostando por actuar en las fronteras cuando estamos siendo extorsionados por las milicias libias, Erdogan, Mohammed VI o ese señor que ha llegado a Túnez acabando con lo poco que quedaba de la democracia.

P: ¿Por qué da la sensación de que hay más esfuerzos a todos los niveles -también el mediático- porque la gente sepa el minuto a minuto de la situación de cinco personas que se hundieron en un viaje a los restos del Titanic y no en Libia, Egipto, Túnez, Turquía, en los “viajes”, tan diferentes desde luego, de la gente que sale de estos países…?

R: O en Senegal, Níger, Gabón… Cuando dejemos de ser imperialistas y dejemos de extorsionar y manipular a los gobiernos y a los países africanos, quizá las cosas empiecen a cambiar. Seguimos siendo colonialistas y expoliando en Níger, cuyo uranio va en un 55% a las centrales de Francia y un 20% a Estados Unidos (EEUU). En Congo con el coltán, en Libia con el petróleo… Esa extorsión sigue existiendo.

Supongo que para que no se hable de todo esto, del petróleo y las decenas de miles de euros que este supone, del tráfico de armas, de drogas, las mafias ilegales que trabajan con Libia, Egipto o Italia, es mejor hablar de las pateras que salen de forma irregular. Nos pasa también en España, donde solo el 35% de la inmigración irregular que llega lo hace en pateras, aunque parece que es la causa más importante.

Esto es una manipulación informativa, y genera ese discurso sobre el miedo, la invasión, decir que nos van a quitar el trabajo, la criminalización del pobre… Todo eso que en la calle cuaja bien.

P: ¿Os da miedo que Vox llegue al poder en España?

R: Para nada, Salvini fue el primero que nos criminalizó y el que está en los juzgados es él, no nosotros. Nosotros cumplimos estrictamente con todos los convenios internacionales, las constituciones española, italiana… De lo contrario tendríamos un montón de causas en los juzgados, y no tenemos ninguna.  Venga quien venga, tendrá que cumplir también con las obligaciones legales.

No va a hacer nada más que no haya hecho Pedro Sánchez, que también nos tuvo casi 100 días bloqueados en el puerto de Barcelona, el récord. Cuando interesa se nos bloquea y cuando conviene políticamente se nos premia, se nos dan condecoraciones, menciones y somos los europeos del año.

No tenemos miedo a Vox. Quien está en los juzgados es Salvini, no nosotros

 

P: Cambiamos de tercio. Vuestra labor no se ha limitado al Mediterráneo. Habéis estado también al pie del cañón durante la Guerra de Ucrania, la pandemia… Esto hay mucha gente que no lo sabe.

R: Así es, atendimos a 420 centros de la tercera edad para hacer PCR en plena pandemia cuando no había ni EPIS para los profesionales. En la Guerra de Ucrania hemos hecho vuelos humanitarios y evacuado a más de 3.000 personas a Madrid, Roma, Barcelona y Canadá. Enviamos 32 camiones de ayuda humanitaria y el Open Arms llevó por el Mar Negro a desembarcar 200 toneladas de comida.

En el terremoto de Turquía estuvimos en Siria haciendo un informe para Naciones Unidas y hemos enviado muchísimas toneladas de ayuda también hospitalaria. Y seguimos haciendo lo que podemos, intentado ir allí donde no hay nadie. En este caso concreto, se movilizaron 60.000 bomberos de todo el mundo, pero todos fueron a Turquía. Es decir, intentamos ayudar allí donde no llega nada, siempre acorde a nuestras posibilidades, porque al final somos una organización pequeña y sobrevivimos gracias a donaciones privadas de la ciudadanía.

P: Recuerdo que hace años estuve a punto de apuntarme a una misión de Open Arms y finalmente no lo hice por miedo, porque creo que habíais estado también bloqueados previamente. ¿Qué dirías a la gente que no se atreve a dar el paso por miedo? Porque, no nos engañemos, 'enfrentarse' al poder da miedo. 

R: Vamos a cumplir ocho años haciendo lo mismo, protegiendo la vida en el mar. Hemos estado en Bangladesh, en el Egeo, en el Mar Mediterráneo, monitorizando el Atlántico en la zona de Canarias durante la pandemia. Hemos hecho un montón de cosas. Evidentemente, intentan criminalizarnos y utilizan muchos recursos para ello, pero seguimos porque estamos convencidos de que es lo correcto y representa a nuestros valores y principios. Lo más importante que puede hacer un ser humano por otro es salvarle la vida, todo lo demás es demagogia, política o incluso literatura. 

Nosotros no nos dejamos llevar por eso, y seguiremos hasta que la ciudadanía deje de apoyarnos. Entonces nos dedicaremos a otra cosa. 

Lo más importante que puede hacer un ser humano por otro es salvarle la vida, todo lo demás es demagogia, política o incluso literatura

 

P: Salvar a alguien debe ser siempre increíble, y el efecto contrario ha de provoca el ver que a pesar de todo el esfuerzo, no has sido capaz. Ocho años dan para mucho pero, ¿qué momento destacarías de una y otra cara de la moneda?

R: En la cara A (para bien) destacaría el rescate de Josefa. Fue algo memorable porque los mal llamados guardacostas libios dejaron abandonadas a la deriva a tres personas con vida. Dos murieron -un niño de diez años y su madre- y Josefa quedó muy débil, cogida literalmente a un trozo de madera, como en las novelas de náufragos. No debíamos haber ido, pero decidimos hacerlo y nos encontramos con lo que te estoy contando, dos cuerpos y Josefa a la deriva. Salvarla fue una de las mejores experiencias. 

Y la peor, los naufragios, todos sin excepción. En todos se pierden decenas o centenares de vidas. Oyes los gritos, ves los cuerpos y ves que no has podido hacer nada... Sientes el drama, en definitiva; y te das cuenta de que no has podido rescatar.

P: Un colofón bonito y, honestamente, considero que merecido a esta conversación. Creo que me lo has dicho antes, pero entonces, ¿seguimos? ¿Contra sanciones? ¿Contra viento y marea? ¿A sabiendas de que no vais a cambiar el mundo pero respondiendo con esas 70.000 vidas que ya habéis salvado a los que os llaman utópicos?

R: Es un granito de arena. Cuando decidimos ir a Lesbos a echar una mano con un neopreno, unos walkies y unos silbatos, nunca pensamos en que podríamos rescatar cerca de 70.000 personas. Fuimos porque creíamos que teníamos que hacerlo (...) Éramos socorristas, en las playas españolas se había acabado la temporada de verano y estaba muriendo gente en Grecia. Lo que nos sorprendió fue no encontrar a nadie haciendo ese trabajo, así que no dudamos en arremangarnos y arrimar el hombro para salvar el máximo número de vidas posibles, porque los naufragios eran continuos. 

Éramos socorristas que nunca pensaron en cambiar el mundo

Nunca pretendimos cambiar el mundo, pero nunca sabes qué acción va a generar una reacción. Creo que hay que cambiar la opinión de la ciudadanía respecto al discurso de la migración. Hay que hablar siempre de la vida y los derechos de las personas, porque todas los tenemos, también en aguas internacionales, sin distinguir la nacionalidad, color de la piel o religión. No hay que dejar de empujar, a nuestros abuelos les costó mucho conseguir derechos -unos 70 millones de muertos en la II Guerra Mundial- y hay que enseñarlos y defenderlos, porque estamos perdiendo derechos a marchas forzadas y la sociedad del primer mundo apenas se está dando cuenta de esa regresión. Mientras sean los otros, pensamos que estamos a salvo, pero eso es una utopía. Por nuestra parte, claro que seguiremos, sin atender lo más mínimo a la criminalización ni a las críticas, porque no aportan nada.