Funcionalidad, estilo y confort. Estas son las tres reglas fundamentales del diseño nórdico aplicado al mobiliario, que ha dado lugar a creaciones singulares y con un sello inconfundible.
Uno de los ejemplos más claros de la personalidad del diseño nórdico son sus conocidas sillas minimalistas, con carcasa redondeada y patas de madera o acero. Las sillas estilo nórdico son propuestas que siempre triunfan y su punto fuerte es la versatilidad.
Una misma silla para múltiples espacios
Las sillas de estilo nórdico han dado la vuelta al mundo y se han convertido en una imagen de marca. En cualquier rincón del planeta se pueden encontrar estas creaciones icónicas, que combinan las líneas curvas con formas estilizadas. Las carcasas, por lo general fabricadas en poliuretano, recuerdan a una media taza o evocan a una cuchara con líneas lisas. Las patas se deslizan hacia suelo con una cierta inclinación, lo que aporta al conjunto un toque diferencial.
El éxito de este diseño radica también en la combinación de materiales y colores. Las carcasas se pueden montar sobre patas de madera, metal o la combinación de ambos. Las posibilidades son múltiples y todas ofrecen buenos resultados. Hay sillas nórdicas de madera en distintas tonalidades; también hay sillas nórdicas tapizadas que encajan a la perfección en cualquier habitación o salón.
La versatilidad viene dada por la multiplicidad de usos. La silla nórdica aporta un toque de distinción a cualquier espacio de la casa, ya sea el salón, la habitación o un despacho. Quedan bien en cualquier rincón y no hace falta que sean iguales. En la actualidad las tendencias en decoración huyen de la uniformidad e intentan integrar en un mismo espacio elementos y materiales distintos. Un ejemplo llamativo que podemos encontrar en los escaparates es un conjunto de mesa de madera con sillas de tipo nórdico de distintos colores. Para redondear la propuesta, las patas también pueden ser distintas.
Silla Eames, el origen
Las sillas nórdicas guardan una estrecha relación con un diseñador y director de cine norteamericano llamado Charles Eames. El fue el creador de la conocida silla Eames, en la que se han inspirado posteriormente los diseños característicos del norte de Europa.
Para conocer la historia de la silla Eames tenemos que remontarnos al año 1947. En aquella época, el que fue director del Museo de Arte Moderno de Nueva York, Nelson A. Rockefeller, convocó un concurso de diseño de muebles a bajo precio. La idea era proveer a la población de un mobiliario atractivo y barato, a la vez que el gobierno americano potenciaba la construcción de casas asequibles.
Se presentaron más de 3.000 proyectos y el segundo premio en la categoría de sillas lo obtuvo Charles Eames. El jurado valoró especialmente la variedad de aplicaciones. La posibilidad de utilizar una misma silla para el hogar o para un despacho conquistó por completo a Rockefeller.
Formando equipo con su mujer Ray Kaise Eames, el diseñador creó prototipos distintos que han llegado a nuestros días: carcasas sin brazos, sillas con estructura parecida a un sillón e incluso mecedoras.