‘Las Gladis’, una banda organizada de orcas pone en jaque a los navegantes del Estrecho y podrían acabar con el mundo tal y como los conocemos…
¡Ojo! este inicio de reportaje no tiene nada que ver con la realidad y simplemente viene a parodiar el tono viralizante con el que se está hablando de las orcas en el sur de Cádiz.

Desde hace semanas, se vienen registrando en las redes sociales numerosos ataques –término que sustituiremos por interacciones– de orcas hacia yates y veleros. Esto ha hecho que las orcas sean “memetizadas” en redes sociales como justicieras bíblicas que vienen a frenar la opulencia de los ricos. Pero nada más lejos de la realidad. Expertos alertan del tono y el enfoque que se está dando a estos sucesos.

“No hemos identificado ninguna actitud agresiva", expone tajante Alfredo López, uno de los responsables del principal estudio de estas interacciones y parte del colectivo Orca Ibérica, que canaliza toda la información de navegantes y pesadores para crear una base de datos que permite crear conocimiento consolidado sobre esta nueva actitud de las orcas.

Las investigaciones confirman que, desde 2020, la relación de las orcas con un determinado tipo de embarcaciones ha cambiado. Orca Ibérica registra 744 encuentros, antes eran mayormente meros avistamientos, pero ahora hay interacciones que pueden llegar a acabar con averías e incluso el hundimiento de algún velero, como sucedió hace un mes en Barbate (Cádiz). Sin embargo, no nos sumerjamos en el alarmismo, de todas las interacciones de orcas con barcos, menos de un 2% acaban mal.

Las interacciones que terminan por averiar e imposibilitar la navegación tienen un mismo patrón: los animales presionan desde la popa el timón hasta inutilizarlo. Los incidentes más graves involucran a barcos de vela de hasta 12 metros, lo que tiene lógica, ya que son las embarcaciones con materiales más frágiles en las que la presión en el timón puede ocasionar averías o incluso vías de agua.

Los expertos han llegado a elaborar recomendaciones específicas para evitar interacciones problemáticas. No viajar de noche cuando se atraviesa una zona con registro de incidentes, hacerlo por la zona más cercana a la costa y, en caso de interacción, dejar el timón suelto y bajar las velas. Las orcas son delfínidos y, al igual que los delfines, son puramente curiosas. Que se acerquen a tantear el casco y el timón y que compitan en velocidad con los veleros es algo normal. Por eso, lo mejor es parar el barco para evitar estimularlas más.

¿Quiénes son las vengativas Gladis?

Pero si no tienes velero y todo esto te parece un asunto de ricos, hay una vertiente más transversal de la crisis de las orcas, y es la que afecta a nuestra relación con la naturaleza y, en concreto, con una especie protegida. En el último censo en el Estrecho (2011) de esta subpoblación contaba solo 39 ejemplares.

“No hace tanto tiempo que los pescadores recibían a las orcas con disparos de escopeta, la protección de las orcas no es algo que esté asegurado”, cuenta a El Plural la escritora y divulgadora medioambiental Ana Jiménez, más conocida por su identidad en twitter, @Mylestring. El hecho de que se esté retratando a las orcas como un animal vengativo es “una aberración, ya que a los animales salvajes no podemos aplicar sentimientos humanos”. Pero a estas órcas, en concreto a una de ellas, se le ha puesto nombre: la Gladis blanca. Una orca adulta que, junta a otras más jóvenes también llamadas Gladis oscura, o Gladis grisácea… en función a sus características, forman parte de las interacciones con veleros… de ahí el tono con el que empezábamos este reportaje hablando de “la temida banda organizada de Las Gladis”.

Pero la imagen que se construye de un animal es algo que “no podemos descuidar”, señala Mylestring. “Por suerte” no estamos en los 70 u 80, ahora hay más sensibilidad ambiental, “pero vivimos muy distanciados de la naturaleza, tendemos a humanizar a los animales con nuestras necesidades o pensamientos, eso puede ser positivo, pero podemos idear a un orca vengativa y culpable. Tenemos que diferenciar estos relatos de la realidad”.

Atribuir un odio vengativo o poner nombre a un animal salvaje contribuye a personificar todos los males en él, recuerda a Moby Dick de H. Melville o al Tiburón de S. Spielberg. Ballenas y tiburones, animales a los que salía muy barato asesinar hasta hace bien poco.

En este caso, no contamos con una gran obra artística que cree un monstruo inmortal –a no ser que consideremos algunos memes y tuits como los grandes relatos de nuestra generación– pero sí abonamos la idea de que las orcas son temibles “creamos una situación peligrosa, porque en el mar hay mucha impunidad, y podemos contribuir a que se asesinen orcas”.

Ni vengativas ni asesinas, pero sí buenas para los pescadores

Nadie ha resultado herido y un porcentaje mínimo de barcos se han hundido, pero la pregunta sigue abierta, ¿por qué atacan? Mylestring señala al hábito de las orcas de rapiñar atunes a los pescadores de palangre, la pesca tradicional que se practica en las aguas de Cádiz. Se trata de un método de pesca milenario que heredamos de los fenicios y que mantiene una actividad exclusiva y localiza en las aguas andaluzas, con una impronta de calidad y sostenibilidad envidiables.

“Las orcas rodean las embarcaciones de pescadores porque ahorran mucha energía y peligro robándoles las presas de atún antes de que las extraigan del agua”, relata la divulgadora, que registra prácticas similares de estos mamíferos en aguas de Alaska, por ejemplo. “Pero no diría que roban, ten en cuenta que la presencia de las orcas, a la larga, favorece a esos mismos pescadores”, Desde mediados de los 2000, las orcas del Estrecho son animales protegidos, y por lo tanto lo está su espacio natural y especies de las que se alimenta, como el atún. “Esto evita que las grandes compañías de pesca, que extraen del mar y exportan en gran cantidad, operen en estas aguas y terminen con la práctica tradicional”.

Sin embargo, porqué atacan a los veleros no está plenamente explicado. Es posible que ataquen a embarcaciones pesqueras más grandes, pero por ser más robustas no les afecte. También, explica Mylestring, experta en mamíferos marinos, es posible que sea una práctica de juego, “son muy inteligentes y sociales y el juego es una de sus herramientas de aprendizaje”. Las otras opciones son la imitación del sujeto adulta –la Gladis blanca– y la contaminación sonora. El Estrecho es una de las zonas con más tráfico y ruido marino del mundo, lo que afecta a estos animales. “Es posible que estos ataques sean una reacción al ruido” o que, en efecto, la Gladis adulta que enseña a las jóvenes a romper timones sufriera un capítulo estresante en el pasado.  Sea como fuere, las explicaciones que baraja la ciencia no tienen que ver con la maldad vengativa.