Si nos paseamos por el barrio madrileño y obrero de Carabanchel, podremos ver en una esquina de una de sus calles una placa en recuerdo de un albañil del barrio, Timoteo Buendía. Detrás de esa sencilla placa hay toda una historia de cómo los jueces franquistas y el Tribunal de Orden Público (TOP) castigaban las “ofensas al Jefe del Estado”. Esa placa recuerda a Timoteo porque, además, fue el primer condenado por este temido tribunal de aplicación de la represión franquista.

“¡Me cago en Franco!”

Timoteo Buendía, peón de la construcción, natural de Madrid, contaba con años 42 años cuando el 29 de enero de 1963, tras una dura jornada laboral, se relajaba tomando unas copas en un bar del este barrio obrero. La televisión, entonces en blanco y negro, eran todo lujo al que las clases sociales humildes aún no podían acceder. Andaba Timoteo en el bar y de momento, aparece la imagen del dictador Francisco Franco en la pequeña pantalla. La reacción del albañil, en público y ante otros clientes, fue gritar de marea reiterada un clamoroso “¡Me cago en Franco!”.

Este hecho lo llevó ante la justicia y ante el TOP. El franquista tribunal inquisidor lo condenó a 10 años de prisión por “injurias graves contra el Jefe de Estado”. La placa que hoy le recuerda en ese barrio obrero, reconoce el haber plantado cara, de alguna manera, al dictador Franco y el hecho de ser el primer condenado por esta herramienta tan temible de la justicia franquista como fue el TOP creado por el régimen franquista el 3 de diciembre de 1963.

Placa en memoria del albañil madrileño Timoteo Buendía.

Franco es una mierda y los que sirven con él también

Otro caso de las aproximadamente 4.000 sentencias dictadas por el TOP, le ocurrió a José Santana Díaz, cuando un día de junio de 1967 dijo en forma de broma: “Franco es una mierda y los que sirven con él también”. La mala suerte se alió con Santana, ya que al pronunciar esa frase, pasaban al lado unos soldados. ¿Resultado? Juicio y condena de un año de cárcel ¿Motivos? Injurias al Jefe de Estado ¿Justicia? La impartida por los jueces del Tribunal de Orden Público.

“Franco eres un traidor” pronunciado en el Valle de los Caídos por un falangista ante Franco

Pero hay un caso de los manejados por el TOP muy curioso. Se trata de un hecho anterior a la creación del TOP sucedido el 22 de noviembre de 1960. Ese día se celebraba una misa en la basílica del Valle de los Caídos en recuerdo del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, coincidiendo con el aniversario de su muerte. En este solemne acto religioso, estaban presentes, nada más y nada menos, que el propio Francisco Franco, los ministros de su gabinete y otras autoridades civiles, religiosas y de la diplomacia. Justo en el mismo momento de la consagración, al apagarse las luces, se escuchó un claro y fuerte grito en toda la iglesia que dejó petrificado a los asistentes: “Franco eres un traidor”. Esa frase salió de la boca de un joven falangista de 22 años llamado Román Alonso Urdiales. Mostraba el malestar que se vivía en cierto sector de Falange contra el franquismo y su personificación en el Jefe de Estado. Tras ese hecho totalmente audible, los escoltas y policías de Franco procedieron a detener a Alonso Urdiales. Este joven falangista, había acabado recientemente sus estudios de Magisterio y estaba haciendo la “mili”.

Torturas en la DGS con visita incluida de Arias Navarro

Llevado a los calabozos de la terrible Dirección General de Seguridad, y tras recibir la “visita” de su titular, Carlos Arias Navarro (último Presidente del último de los Gobiernos de Franco), se intentó arrancarle “a palos” una declaración de autoinculpación debido a una conjura “comunista”. A pesar de las torturas no firmó la autoinculpación. Ello lo llevó a un consejo de guerra en el que fue condenado a 12 años de prisión. Cinco años los pasó en distintas prisiones madrileñas. También cumplió pena en los duros batallones disciplinarios en África. 

El Tribunal de Orden Público (TOP) fue disuelto en enero de 1977, un año y dos meses luego de la muerte del dictador Franco. La democracia, años después, declaró ilegítimo al Tribunal de Orden Público y a sus falsas, terribles e injustas sentencias.