Si alguna vez te cuesta abandonar lo que haces para dedicarte a lo que realmente te gusta, piensa que no eres el primero que lo ha dejado todo por una pasión. Es posible que no te salga bien, y es una evidencia que la vida no lo pone fácil para lanzarse al vacío sin red; pero no menos cierto es que quien no arriesga, no gana.

Esta máxima es a la que atendió Javier Álvarez, ahora já (1969) cuando tocó para quienes le dedicaban una sonrisa -que fueron cada vez más- en El Retiro (Madrid). Tras apartar sus estudios de Filología Inglesa mientras cursaba el último año, seguramente lo que menos se esperaba es que marcaría el paso a una generación en la que destacan nombres como el de Ismael Serrano o Pedro Guerra -a quien reconoce como amigo- al ser el primero de ellos que sacó un disco. 

A pesar de la relación con algunos de este elenco y la admiración sobre la inmensa mayoría del resto, no se siente especialmente identificado con la canción de autor española porque la letra aquí "pesa demasiado” aunque él "se las curra sobremanera" y en alguna ocasión sus composiciones han sido "políticamente incorrectas", provocando incluso la censura de las radios, algo que pasó con su tema Padre.

Discografía de Javier Álvarez

En 1994 graba su primer disco en el que cuenta con la colaboración de Ana BelénVíctor Manuel, entre otros. En 1996 saca su seguido álbum Dos, y tres años más tarde, en 1999, Tres, con sonidos electrónicos y letras más "radicales".

Después de volver al underground desarrolla Grandes Éxitos, que contiene versiones de temas de otros artistas. Así llega a 2003, cuando saca Tiempodespacio, y a 2005, con un doble trabajo bajo el nombre de Plan Be. Ya en 2009 ofrece Guerrero Álvarez, con el que logra el premio de la música de 2010 a mejor disco de pop alternativo. En 2018 publica 10, que despublica en 2019 y republica en 2021.

Lo que el lector leerá a continuación bien podría haber tenido lugar en el mítico Libertad 8 o en cualquiera de los garitos donde Álvarez empezó a tocar y va mucho más allá de la música. Va de una forma de entender la vida que pocos comprenden, de dar a la misma el toque filósofo y bohemio que otorga el arte, e incluso de hablar de salud mental con alguien al que la experiencia le dice que salir adelante no es fácil, pero se puede.

Conciertos

El protagonista de estas líneas tocó el pasado jueves en el Teatro del Barrio (Madrid), colgando el cartel de sold out, pero volverá a las mismas tablas en enero.

Entrevista al artista

Sin más ni más, la conversación con Javier Álvarez:

PREGUNTA (P): ¿Cómo fueron aquellos días en El Retiro, la decisión de dejar los estudios y lanzarse al parque a tocar?

RESPUESTA (R): Estaba perdido totalmente, porque la carrera no era realmente mi vocación. La estaba estudiando por hacer algo que tuviera que ver con una cosa que tampoco sabía realmente qué era, pero el inglés era la asignatura que menos me costaba.

La música que yo más escuchaba era de fuera, sobre todo pop rock sajón. Eso favoreció que después de que me dejaran una guitarra aprendiera las primeras versiones con unos pocos acordes que me curré y me fuera a la calle con lo mínimo. Empecé a cantar en el Metro de Retiro y a descubrir que esa era mi vocación. Fue como accidental y en seguida surtió efecto en el sentido de que la gente me miraba, se paraba, me aplaudía, hacían los coros cada vez más grandes…

P: ¿Recibiste críticas de tu círculo más cercano?

R: Al principio mi padre sí que se sorprendió, pero en cuanto vieron lo feliz que me hacía aquello, se puso a mi favor. Mi familia siempre me ha apoyado en todo. No he tenido ningún problema en ese aspecto.

P: ¿Alguna vez has pensado qué hubiera pasado si un cazatalentos no se hubiera fijado en ti?

R: La verdad es que nunca me planteo esas cosas, porque no creo que tenga demasiado sentido. Si es para soñar, la fantasía me parece maravillosa, pero de repente dar vueltas al pasado y pensar lo que hubiera sido si… me parece bastante inútil. La vida es como es, será como viene y lo más importante es asumir lo que somos; y a mí mi vida me parece que es la que tenía que ser.

P: ¿Eres consciente de que de algún modo marcaste el paso a personas que marcaron a su vez una época como Ismael Serrano, Pedro Guerra, Ella Baila Sola o Rosana?

R: Soy consciente, y súper agradecido. Me parece mágico.

Igual que yo estoy agradecido a mis influencias musicales y artísticas, que son innumerables, evidentemente me parece increíble pertenecer a ese elenco y que haya gente que me dice que gracias a mí ha cogido una guitarra por primera vez, se ha enamorado, u otro tipo de cosas que nunca olvidas.

Dar vueltas al pasado y pensar ‘qué hubiera pasado si’ me parece bastante inútil

P: ¿Qué relación guardas con estas personas? Sé que eres amigo de Pedro Guerra.

R: Soy muy amigo de Pedro, efectivamente, y de Jorge Drexler. Nos vemos poco porque la vida es como es, pero cuando nos vemos lo disfrutamos mucho.

Al margen, conozco a muchos de ellos, a algunos más que otros. Y, por supuesto, siento un respeto inmenso por todos.

Conozco su obra fragmentada, porque la canción de autor en castellano no es el género que más haya escuchado, pero de mi generación me reitero en que a quien más admiro es a Pedro Guerra y Jorge Drexler.

P: Me decías que te fijabas mucho en músicos de fuera, en el pop-rock sajón. He leído por ahí ABBA. ¿Puedes concretar un poco más quiénes ‘forjaron’ tu camino?

R: Siempre digo que Olivia Newton-John fue la primera cantante que me entusiasmó. Después de haber visto Grease y que me trajeran los Reyes la banda sonora, allá por el 78. Me volví loco y fue mi primera obsesión melómana un poco madura, el punto de inflexión a partir del cual dejé la música infantil.

Los primeros discos que tuve fueron primero el suyo, después de ABBA, y más tarde de Michael Jackson. Siempre los cito porque para mí fueron mis tres influencias, no solo musicales, sino que aprendí más inglés con ellos que en Filología. Y siempre hablo de ellos como los mejores armonicistas de la historia del pop. Los que me enseñaron a cantar.

A partir de ahí, puedo decir un abanico enorme. En mi colección de discos encontrarás de todos los palos, desde Chet Baker, Sex Pistols, Rage Against the Machine, Miles Davis, Camarón, Lole y Manuel… e incluso Rosalía y C.Tangana, en la actualidad.

P: ¿Existió realmente aquella generación? La vuestra, digo.

R: Sí, pero todo siempre con asterisco. Hace poco escuché una frase que decía Las etiquetas son para los bibliotecarios. Es decir, las etiquetas son útiles, pero no hay que creérselas mucho porque si no caes en el riesgo de encajonar, y yo me siento muy incómodo en las etiquetas si son cerradas.

Un ejemplo… Yo me llamo Javier Álvarez, pero me llamo Javier Álvarez Fernández, que me define más; y Javier Álvarez Fernández García Gutiérrez, que lo hace aún más. Cuantos más apellidos tengas, mejor te defines.

Otro más… la canción de Padre, que es ficción, pero basada en la realidad // “Soy pajillero, maricón y drogadicto, bakalaero, okupa, rojo, puta y bizco. Punki, negro y de Alcorcón” //. A lo que voy es que a cuantos más adjetivos tengamos, más amplio es el asunto.

Cuando tú naces en el año 69, claro que perteneces a una generación, pero en esa generación, como en todas, hay de todo.

P: Precisamente a partir de Padre dejas de sonar tanto en la radio. El tema fue censurado, hablando claro. Es cierto que te reconoces cómodo en el underground y que sonar en antena no es sinónimo de ser mejor, pero, ¿a ti te afectó el cambio? Por otro lado, ¿qué pasó con aquella canción o el disco que la incluye (Tres), que marcó ese antes y después? Alegas cuestiones editoriales, pero parece también tuvo algo que ver la letra.

R: Nunca he hecho nada por gustar, sino porque lo tengo que hacer. Obviamente a todos nos encanta gustar, pero no estoy ni mucho menos pendiente de ello ni es un factor que tenga en cuenta a la hora de hacer cualquier cosa.

Y esto ha sido así desde mi primer single La edad del porvenir hasta Dicen, que es el trabajo incluido en 10. A veces tu trabajo se acoge de una manera y otras de otra, pero mi gesto desde que empecé es el mismo.

Respecto a Tres, tuvo un poco de mala pata al nacer. Sobre todo, se demoró mucho por cuestiones editoriales, como bien dices. ¿Que la letra fuera políticamente incorrecta? Es evidente, de hecho, en aquella época resultó políticamente molesta. No solo eso, sino que incomodó también a muchos de mis fans, pero el compromiso de un ciudadano es ser fiel a sí mismo, y en el caso de un artista esto se convierte en una obligación.

Nuestra generación existió, pero con asterisco (…) Me siento muy incómodo en las etiquetas si son cerradas

P: La música transgresora era un habitual. De hecho, defines Padre como punki. Pero si hablamos de música políticamente incorrecta o incluso protesta encontramos a algunos de los artistas que han aparecido en esta conversación y otros dentro ya del rock o del punk (Extremoduro, Eskorbuto...). Han surgido más con los años, pero aquellos fueron inmortales. ¿Qué provocó que pasaran de padres a hijos? ¿Qué todavía hoy se sigan escuchando?

R: Hay algo con lo que no me siento identificado. Y me explico: creo que la canción protesta fue un momento de la Transición. Y ya. Después siempre ha habido protesta y gestos políticamente incorrectos, por supuesto.

Y yo soy poesifilólogo y las letras me las curro sobremanera, pero no estoy de acuerdo en que la letra sea el 50% de una canción. La considero vital, pero un instrumento más del conjunto, de manera que ésta esté al servicio de la música, y no al revés. Es más, cuando sucede eso a mí no me interesa, y por eso me desvinculo un poco de la canción de autor en castellano, porque aunque haya artistas a los que admiro (Silvio Rodríguez, Amancio Prada,Lluís Llach, Albert Pla...) para mí en este género pesa demasiado la letra. Yo intento que la letra sea importante, pero no definitiva. 

Y frente a la segunda pregunta, honestamente, no lo sé. Es como que todos nos alimentamos de lo que nos viene, tenemos una herencia ineludible porque la vida es así, estamos rodeados de información, más ahora, y de estímulos. Yo, por ejemplo, ahora me encuentro en un momento de mucha inspiración, el cine es mi segunda pasión confesable y me gusta mucho leer. Todo lo que vas consumiendo te conforma, y esto ha sido así desde que el ser humano es ser humano.

P: Reconoces que te costó un poco digerir el éxito del principio. Eso tiene que ver también con el parón de 2019. Antes de él, recibiste ayuda psicológica. Qué importante es la salud mental, ¿no? Más si cabe para un artista, porque no es siempre es fácil asumir todo lo que te viene.

R: Totalmente. En la vida lo fundamental es la salud, pero después está la ilusión. Con esos dos elementos yo me como el mundo. 

Dicho esto, me defino como poesifilólogo porque dejé mi carrera en quinto por la guitarra. Es decir, mi carrera real era la música. Pero mi carrera real fue pasar por este centro dual de psiquiatría/adicciones, porque ahí sí que me he doctorado con Cum laude​. Estuve dos veces interno por dos brotes psicóticos muy graves y la última por una desintoxicación a las sustancias: a la cocaína, a la noche, vaya.

De esto ha hecho ocho años y medio y estoy absolutamente en mi centro. Pero he llegado a mí por haber dado este paso, que ha sido una experiencia dura y maravillosa. Entonces, me parece que desestigmatizar la salud mental, hablarla, compartirla y dejar claro que en la mayoría de casos con voluntad se sale de todo, es fundamental. 

Mi carrera real fue pasar por un centro dual de psiquiatría/adicciones

P: A pesar de todo, aquí estás. ¿Por qué aquí y por qué ahora?

R: Más que 'A pesar de todo', yo diría 'además de todo'. Y, ¿por qué no? (risas). Y porque tengo 54 años recién cumplidos y me apetece celebrar mi cumpleaños con todo el mundo. Como digo, estoy en mi centro desde hace unos años, me siento muy luminoso y con ganas de compartirlo, divertirme, y hacer una visita a toda mi discografía. 

Durante muchísimo tiempo he estado en el underground, encantado, pero me apetece muchísimo vivir de la música, porque ahora estoy sobreviviendo. Al final el underground sale caro y tengo ganas de poder vivir otra vez de esto, que me lo he ganado. 

P: ¿Qué hay de la vida sentimental de Javier Álvarez? Te lo pregunto porque a los cantautores tiende a calificárselos de bohemios y me viene a la cabeza la frase aquella de que "Querer es el acto más revolucionario que existe".

R: Soy una persona muy querida y tengo una familia muy estructurada. También tengo mucha gente a la que quiero y soy muy cariñoso. En ese aspecto, voy sobrado. 

He tenido dos parejas, dos chicos y una chica, y ahora mismo estoy solo y encantado de estarlo. En cualquier caso, me quiero mucho a mí mismo, con toda la humildad del mundo.

P: Todavía hay tabús en que alguien reconocido diga sin ningún problema que ha tenido parejas masculinas y femeninas.

R: ¡Solo faltaba que no pudiera decirse! Cuando hablamos de amor, el único que tiene que tener problema es el que no lo vive, el que deja que su odio le domine.

En cualquier caso, me alegro muchísimo si socialmente sirvo para desestigmatizar y contribuyo a la desprejuiciación. Creo en todas las diosas, pero creo que la madre de las diosas es el amor. Me atrevo a decir que el amor es el centro del universo.

Creo en todas las diosas, pero creo que la madre de las diosas es el amor

P: ¿Cuál es el momento de tu carrera que recuerdas con más cariño?

R: No me puedo quedar con uno, pero me viene mi primera firma discográfica, con Chrysalis.