Valentina, la limpiadora del Congreso que permitió la celebración del Pleno en el que se aprobó el estado de alarma, puso rostro a los miles de trabajadores invisibles que han permitido que los servicios esenciales siguieran funcionando y los sanitarios pudieran salvar vidas en los centros hospitalarios con seguridad. De este singular regimiento de personas al servicio de la sociedad han formado parte miles de trabajadores de Clece que han desempeñado su función durante la cuarentena con más entrega que nunca.

Este martes Clece ha reunido en un emotivo encuentro virtual a algunos de estos ‘héroes invisibles capitaneados por la incombustible Valentina Cepeda, a quien le adivinamos una sonrisa eterna tras su mascarilla. “¿Miedo? No, nunca tuve miedo porque iba suficientemente protegida. Fui yo la que le dije a mi jefa que no quería estar en casa y quería trabajar”, asegura esta valiente mujer orgullosa y agradecida del aplauso recibido por parte de la presidenta del Congreso, Pedro Sánchez y el resto de diputados.

La misma sensación tiene María Gimeno, limpiadora del hospital La Fe de Valencia. “No he tenido miedo, sí respeto y precaución. Nosotros ya hemos lidiado con el ébola, por ejemplo, y nos enfrentamos a diario a todo tipo de enfermedades”, ha comentado destacando que han recibido formación en Clece para la prevención de riesgos laborales y la gestión de las emociones. En su opinión, lo más importante para hacer frente a una situación así es la solidaridad. “Hemos sido una piña”, concluye.

Esa solidaridad y entrega al trabajo llevó a Eva Muñoz, gerocultora de Clece, a confinarse de forma voluntaria en la residencia de mayores Clece Vitam Fuente Olivo de Valladolid, que se habilitó para la estancia temporal mayores afectados por la COVID-19. Eva pasó allí un total de 65 días alejada de su familiar para cuidar de estas personas. “Lo hice casi sin pensar, era lo que tocaba en ese momento”, asegura. Lo mejor para ella ha sido saber que los residentes a los que cuidó están ahora fenomenal.

Entre las vivencias que destaca dentro está el ayudar a los pacientes a ponerse en contacto con sus seres queridos, una experiencia de la que también sabe mucho Ana Lobato, recepcionista de la residencia de mayores Gerhotel, también en Valladolid. Durante la cuarentena ha hecho kilómetros y kilómetros subiendo y bajando escaleras o corriendo por los pasillos para que esas llamadas llegaran a su destino. “Hemos recibido un bombardeo de llamadas, era normal y muchos de nuestros mayores ni siquiera eran capaces de sujetar un teléfono, mucho menos videollamadas”, explica.

Su compañera Pilar González ha trabajado durante la cuarentena desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana para desinfectar todas las instalaciones, una tarea de gran responsabilidad para impedir la propagación del virus.

La directora de Gerhotel, Silvia Ramón Yagüe ha estado al frente de todo el operativo que ha permitido que en su centro haya habido 0 contagios, eso sí, gracias a la imposición de medidas muy duras desde antes de que se decretara el estado de alarma. Entre otras cosas, cerraron a cal y canto el centro, prohibiendo las visitas. “Para los residentes fue muy complicado y muchos de ellos no entendían lo que estaba pasando. Les aislamos en sus habitaciones”, comenta. “Se han portado todos como unos campeones”, asegura orgullosa y feliz de haber superado una experiencia tan dura como ésta, “que no recomiendo a nadie”.

Teresa y Avelino son dos de estos campeones, un matrimonio que acumula 61 años juntos a los que ni el coronavirus ha conseguido separar. Cuando él tuvo que salir del centro por un problema con su marcapasos, debía pasar una cuarentena aislado en una habitación. Teresa no se lo pensó dos veces y la pasó junto a él.

Clece gestiona en total 92 residencias de mayores y el 80% de ellas han estado libres de contagios, un porcentaje que, dadas las circunstancias, se puede considerar todo un éxito.

Entre los hitos de esta pandemia ha estado la construcción en tiempo récord de un hospital de campaña en IFEMA, Madrid, y donde Clece se encargó de los servicios de limpieza. Pablo Díaz, jefe del servicio, ha podido recordar esos días junto a Alicia Senovilla, presentadora del encuentro, paseando por las instalaciones ya vacías de pacientes. Para él, la clave del éxito ha estado en luchar todos juntos y se lleva una experiencia impresionante. “Lo peor, sin duda, han sido los fallecimientos. Lo mejor la experiencia humana y también como profesionales”.

Durante la cuarentena se han mantenido también importantes servicios para las personas dependientes como la teleasistencia y el servicio de ayuda a domicilio.

Alberto Cuesta, que trabaja en la unidad móvil del servicio de Teleasistencia, se siente un privilegiado. “No lo cambiaría por ninguna otra actividad, se ve una realidad que hay que vivirla para entenderla y te cambia la vida. Sin desmerecer a nadie, por supuesto, es algo que sólo se puede dar en un trabajo como éste”, asegura para poner en valor la energía y positivismo que recibe de sus usuarios.

Por su parte, Elena Antón trabaja como auxiliar sociosanitaria en el Servicio de Ayuda a Domicilio. Gracias a personas como ella miles de dependientes, han podido recibir ayuda durante estos días y paliar su soledad: “Garantizamos su bienestar, que tengan una vida digna, les ayudamos con la limpieza y el aseo personal, la compra, la comida y también les acompañamos. Lo más satisfactorio ha sido que estas personas sean felices y que no se sientan solas”. Al igual que Alberto, Elena piensa que ha salido con mucha fuerza de la cuarentena por la experiencia vivida.

Aunque no han estado en primera línea, el trabajo de Valentina, María José, Eva, Ana, Pilar, Silvia, Pablo Alberto o Elena no habría sido posible sin las gestiones de sus coordinadores y jefes de servicio cuya labor ha sido fundamental para proporcionarles los equipos de protección necesarios.

Los trabajadores de Clece han desplegado su espíritu solidario durante la cuarentena, y siguen haciéndolo a través de la asociación Corazón y Manos, que montaron en 2017 los empleados de Clece para dar soluciones a problemas de su entorno. Durante esta crisis, por ejemplo, han ayudado a una compañera con hijos menores que fue desahuciada de su vivienda para que pudiera alojarse en un hostal y han prestado apoyo a un compañero que tuvo que pasar solo el duelo por el fallecimiento de su mujer.

Kader Miguel, delegado de Servicios Sociales en Andalucía, ha explicado que están ahora centrados en hacer llegar comida a personas en situación de vulnerabilidad, algo que hacen durante todo el año, pero que en esta crisis se ha disparado. Ese mismo día repartían en Málaga 6.000 kilos de comida. “La ayuda no acaba aquí, hace falta los 365 días del año y es importante que sea recurrente”, recuerda.

Con este encuentro virtual presentado por la periodista Alicia Senovilla y el actor José Luis Gil, Clece ha querido dar la bienvenida a la nueva normalidad y homenajear a todos sus trabajadores bajo el lema ‘Más Clece que nunca’.