El arte de amar es una novela -altamente recomendable, dicho sea de paso- de Erich Fromm. En ella, su autor intenta explicar aspectos del amor todavía vigentes en el día de hoy pese a estar escrita en la década de los 50. El psicoanalista depositó la inmensa parte de sus esfuerzos en una obra que sobrepasa el centenar de ediciones, por lo que su empeño no fue en balde. 

Sin embargo, no es el único que ha intentado analizar el amor. Desde el principio de los tiempos se ha estudiado sobre la ciencia más inexacta que existe. Al menos, todo el mundo ha hablado de ella, pero nadie puede responder de forma concreta a las eternas preguntas: ¿Qué es y cómo funciona?

Un servidor, en un atisbo de valentía, se atreve a definirla como el mejor sentimiento del mundo para unos y el mayor tormento para otros. Así las cosas, nadie se muere por él, claro está, aunque hay quienes aseguran haber experimentado algo parecido en vida.  

Por temor o no a esa sensación, la realidad es que 14.115.300 personas están solteras en España, según los últimos datos del INE. Todas ellas cuentan con un día propio, el Singles Day. La fecha, conocida como el 11.11 porque se celebra el 11 de noviembre, no es sino una especie de San Solterín en la que algunas marcas y comercios, en vísperas del Black Friday -aunque en este caso surgido en China-, lanzan promociones. Y es que si el amor de San Valentín se demuestra los 365 días del año, la soltería también, pero nada escapa a las garras del consumismo. 

En cualquier caso, es una buena percha para intentar encontrar claves al porqué de ese máximo histórico. La profesora de Sociología de la Universidad Europea Rebeca Cordero da a ElPlural.com algunas claves sobre las razones que se pueden encontrar detrás de esta cifra y que pasan por las relaciones personales en la actualidad, el poder de las redes sociales y aplicaciones para conocer gente, las "etiquetas", un factor económico que no es baladí y un largo etcétera en el que ha basado sus investigaciones. 

Falsa libertad, miedo al compromiso y 'obsolescencia programada' 

El amor no entiende de edades. De hecho, la experta que responde a este medio recuerda que las apps para conocer gente -iremos con ellas más delante- funcionan también entre personas de más edad, aunque estén más extendidas a priori entre la gente joven. Con todo, dependen de cada persona las circunstancias que le hayan empujado a estar en pareja o sin ella. Algunas veces la situación de cada cual es más casuística y otras menos. La decisión, cuando es tal, viene marcada por el paraguas de los momentos personales y respaldada por causas sociales e imaginarios más o menos fieles a la realidad. Esto guarda relación directa con las etiquetas y la mayor "libertad" que, se asume, se adquiere estando sin pareja.

"Para analizar el momento actual hay que preguntarse si una persona estaría dispuesta a llegar a tener un tipo de pareja desde una perspectiva tradicional, quiénes prefieren la soltería porque están dolidos por experiencias anteriores... También hay que incluir a quienes se han divorciado, tienen hijos de parejas anteriores y, por ende, dificultades para empezar una nueva relación y, por supuesto, a los que no quieren cambiar de estado porque consideran que este les promete una garantía vital plena", expone Cordero. La profesora hace hincapié en esta idea última de "falsa libertad" que, argumenta, "tiene que ver con esa sociedad a la que se refería Zygmunt Bauman: líquida, individualista, hiper narcisista, la idea de la eterna juventud... La obsolescencia programada de los electrodomésticos llevada a las relaciones de pareja". 

Pero, ya se sabe, en la vida no se puede tener todo: "Queda extendida la idea de que estando solo se pueden optar a muchas más cosas que estando en pareja porque tienes mecanismos a través de los cuales puedes garantizarte la 'parte buena' de las relaciones sin la del compromiso. Creo que esa idea está también muy marcada por el mercado, que te dice 'Si tienes ataduras vas a tener muchas más dificultades para cambiarte de trabajo, en aras de la movilidad...". En esta dirección, detalla que la sociedad "está lanzando mensajes hacia la superficialidad", "hacia no vincularse demasiado" y "hacia desprenderse de las denominadas mochilas".

Las conclusiones extraen asimismo un temor mayor a las "etiquetas": "Está habiendo igualmente una ruptura de paradigma de la monogamia y del amor tradicional hacia otros modelos que van más por el tener un vínculo que no se llama pareja". Existe de ese modo, y tal y como relata Cordero, una especie de rechazo o miedo a esa palabra: "Al final todo es una suma de las presiones sociales, de los que tienes al lado, de la exigencia social (...) Yo creo que debajo de todo eso hay miedo al compromiso y la falsa creencia de que la pareja te condena. Esto no es así, lo que te puede condenar es la persona en cuestión. Por eso muchas veces la 'elección' depende de las relaciones que hayas tenido".

Sin embargo, el amor romántico sigue muy presente

Con todo, y aunque cada uno busque una cosa distinta a la hora de relacionarse y todas ellas sean igual de válidas, el mito del amor romántico sigue muy presente, algo que no deja de ser curioso en un momento en el que, al menos de puertas afuera, gana terreno lo contrario: "Esto sigue estando presente como una especie de ensoñación o un fin último que alcanzar, igual que los cánones de belleza".

Sin embargo, la idea del príncipe azul o la princesa de cuento no es tanto un motivo para "pasar a la soltería" como para "permanecer en ella": "El proceso sería algo así como 'Dado que no encuentro el amor de las películas me quedo soltera', pero no creo que se llegue a la soltería a la inversa". Es decir, casi nadie asumiría el dejar de estar en pareja porque "odia las relaciones románticas", según nuestra experta en Sociología de la Universidad Europea.

Apps para ligar: el amor como 'trueque' de intereses

En su aparición -y todavía hoy- las coloquialmente llamadas aplicaciones para ligar tuvieron la desaprobación de una parte de la sociedad. Afortunadamente, eso quedó atrás y cada vez es una manera más extendida y aceptada de vincularse con gente. Pero, ¿hasta qué punto son eficaces para el amor? ¿Son un reflejo de que este no deja de ser un intercambio de intereses, por bonito que pueda llegar a ser? ¿Qué relación guardan con lo mencionado hasta ahora?

"Las personas solteras han experimentado una subida que tiene asimismo que ver con el modelo social en el que estamos, donde hay grandes dificultades para conocer a otros en el plano analógico. Estamos cada vez más distanciados a nivel físico y la gente que se conoce en las aplicaciones no siempre termina siendo pareja", explica la socióloga.

Entre las razones que motivan a los usuarios que aterrizan en estos lugares sostiene que, de acuerdo a sus investigaciones y las de su grupo sobre problemáticas sociales, son muy distintas: "Vemos que algunos llegan con la intención de resarcirse después de una ruptura muy dolorosa, otros entran para probar, un poco presionados por el grupo de iguales, otros porque tienen dificultades claras -por ejemplo, una persona homosexual en un pueblo muy pequeño-, y otros porque tienen algún tipo de singularidad física o gustos con los que les resulta difícil encontrar a una persona parecida a ellos". Estos últimos, se reafirma, "tienen que buscar muchas veces otro tipo de vías" debido a esa sociedad líquida "basada fundamentalmente en conexiones digitales y en la que se está reduciendo el contacto físico".

Además, dichas apps "están soportadas por un modelo de mercado" que permite 'seleccionar' el tipo de relación afectivo sexual al que quieres llegar". Y esto está muy bien en tanto en cuanto rompen asimismo el techo de la monogamia y el considerado como único sistema válido históricamente a ojos de la sociedad, pero también puede tener su repercusión: "Hay que pensar que cuando el individuo entra en una app en los primeros momentos siente una sensación de empoderamiento. Tú subes tu foto, hay 25 reacciones en cinco minutos y eso significa que hay 25 personas potenciales con las que podrías llegar a tener algo. Eso no te pasa en la calle normalmente", mantiene. "Pero ese empoderamiento es temporal y finito porque hay quienes luego experimentan una sensación de vacío y piensan 'Muy bien, he tenido muchas relaciones afectivo sexuales, pero solo he extraído eso, no he conocido a una persona. ¿Qué me ha aportado entonces, más allá del sexo?'. Por poner un ejemplo".  

En su estudio El mercado de la carne, Cordero y su grupo analizan cómo en esa especie de pacto el usuario mismo acepta que juega el mismo papel que el de la persona con la que se ha dado match: "Te conviertes un poco en producto -en el mejor sentido de la palabra- igual que el de enfrente a la hora de ser elegido, pero no te quieres perder la opción de conocer a otras personas y resarcirte de lo que te ha hecho llegar hasta ahí".

En cualquier caso, el usuario puede igualmente pensar que disfruta de un "nicho de mercado" en las apps: "Y al final el Singles day también es un poco eso, hay quienes han decidido estar solteros, pero hay otras personas que no. A estas últimas la fecha las refuerza la identidad a nivel social".

La evidencia económica y la 'Happycracia'

"Mis padres a mi edad estaban ya casados y tenían una casa". Seguro que esta o similar es una de las frases más repetida de cualquier grupo de amigos, independientemente de la situación sentimental de sus integrantes. El informe Age of young people leaving their parental household (edad de los jóvenes que abandonan el hogar de sus padres) arroja que los jóvenes españoles no se independizan hasta los 30 años (29,8), tres años más tarde que la media europea (26,5), en un estudio que contabiliza a los 28 países de la Unión Europea (UE) y a Serbia. 

"Mucha gente trabaja muchas horas o en muchos sitios para poder vivir, siguen viviendo con sus padres, se ven obligados a elegir...", lamenta la experta. "Además, la mayoría se deciden por estudiar, que es lo suyo y te protege ante los problemas sociales, pero tal y como está el mercado laboral retrasar la entrada a este -por la razón que sea, porque ésta no es la única- y que luego se tarde diez años en reconocerte con un salario digno... Hasta que no tengas esto no puede si quiera pasar por tu cabeza formar una familia", apostilla. 

Con todo, y esto es seguramente lo más bonito de la conversación aquí relatada, nuestra experta termina haciéndonos preguntas que afianzan lo comentado al principio sobre la inexactitud de esta ciencia.

"La soltería hay que estudiarla en múltiples dimensiones. ¿Por qué la gente no quiere tener una relación? ¿Por el modelo? ¿Porque las relaciones están caducas? ¿O porque desde el mercado se nos dice que si tenemos otro tipo de relación seremos más felices o más modernos?". 

A modo de conclusión, Cordero pide tener "cuidado" con la happycracia, que sería la necesidad de estar "siempre a tope", y es que tanto el amor como la soltería forman parte de una felicidad que, a fin de cuentas y siempre en la medida de lo posible, cada uno ha de elegir cómo alcanzar.