Francisco Franco, utilizó el deporte, como ya lo hicieran Hitler y Mussolini, para exaltar el ardor patrio. Así fue con distintas disciplinas entre las que destacó el fútbol. Sin embargo, hay un deporte sobre el que el dictador no manifestó expresas simpatías. Se trató del ciclismo. Esta internacional y dura actividad no le gustaba especialmente. Su rechazo a las bicicletas surge el 22 de agosto de 1935. Ese día su chófer arrolló a dos trabajadores que circulaban en bicicleta en las cercanías del pueblo salmantino de Pelabravo, provocando la muerte de uno de ellos. El turismo Hispano Suiza volcó, el dictador resultó ileso y su esposa, Carmen Polo, sufrió solo una pequeña herida en la frente. Ese hecho, que se llevó la vida de un joven de 24 años, aconteció un año antes de la Guerra Civil. Tanto el dictador como su mujer resultaron ilesos tras volcar su coche por el choque con los dos ciclistas. Este accidente pudo cambiar la historia de España, pero solo se la cambió para el joven jornalero fallecido. Curiosamente, tan relevante suceso, como tantos otros del franquismo, fue silenciado. Franco ostentaba entonces el cargo de Jefe del Estado Mayor Central del Ejército.

El día en que Franco pudo morir... pero quien murió fue un ciclista

El 22 de agosto de 1935, el general Francisco Franco y su mujer, Carmen Polo, sufrieron un grave accidente de tráfico en el que el vehículo en el que viajaban por la carretera de Madrid, en el término municipal de Pelabravo, arrolló a dos ciclistas.

Reventón de una rueda y vuelta de campana

Fue a la altura de los términos municipales de las poblaciones de Pelabravo y Calvarrasa de Abajo, por la carretera de Madrid, donde circulaba un lujoso automóvil. En un momento determinado, el potente coche de la marca Hispano-Suiza atropelló a dos jóvenes de la zona que montaban en sendas ciclistas. A los mandos del vehículo iba un mecánico sargento de Ingenieros acompañado de su ayudante. La causa del atropello, al menos oficialmente, fue un reventón de una rueda. El accidente provocó que el Hispano Suiza volcase en la cuneta tras dar una vuelta de campana y que, tras el jaleo generado, los vecinos de ambos pueblos limítrofes, acudieses en auxilio de los ciclistas y de los ocupantes. La sorpresa no fue menos cuando estos descubrieron quienes eran las dos personas que viajaban en la parte trasera del coche accidentado.

El coche de Franco volcó tras atropellar a los ciclistas

Así es como narró el momento la edición de El Adelanto del 23 de agosto de 1935: “Sobre la una de la tarde de ayer comenzó a circular la noticia de que en la carretera de Madrid había volcado un automóvil, que iba ocupado por el inspector general del Ejército, don Francisco Franco y su señora, Carmen Polo. Esta, según la primera versión, había resultado herida y había sido trasladada a Salamanca”.

La baraka de Franco, él ileso y un joven ciclista muerto

Y así fue. Ese día el rumbo de España y su futuro pudo haberse cambiado radicalmente. Ocurrió que a pesar de que el impacto fue enorme, Franco salió ileso del siniestro. La denominada baraka del dictador, de nuevo, le había protegido de una posible muerte. Carmen Polo, su esposa, necesitó asistencia, pero no llegó a mayores, solo una leve herida en la cabeza. Como si fuera un adelanto del destino del dictador, quien sí tuvo peor suerte fueron los dos jóvenes que transitaban en las bicicletas. Sus nombres eran Agustín Curto Pérez y Matías Martín Miguel, de 24 y 26 años, dos pobres trabajadores del campo, dos jornaleros de otro pueblo cercano, Calvarrasa de Arriba. Ese fatídico día cogieron sus bicicletas para buscar trabajo en alguna era de Calvarrasa de Abajo. Nada se pudo hacer por el joven de 24 años. Tras llegar los efectivos de emergencias, solo pudieron certificar que Agustín Curto había fallecido.

Por una leve herida, Carmen Polo, fue atendida por tres médicos

La mujer de quien años después se convertiría en el mayor dictador de España, Carmen Polo, tan solo sufrió una herida de poca importancia en la parte superior de la cabeza, de la que sanó, con una pequeña cura, en la Casa de Socorro de Salamanca, aunque fue atendida por tres médicos. Desde allí, fue trasladada al Gran Hotel de la capital charra, en donde la esperaba su marido. La prensa local de la época, subrayó que ambos se encontraban “consternadísimos por el accidente”.

Solo un vaso de leche para el chófer

Curiosamente, tan grave accidente, con resultado de un joven fallecido, no copó gran extensión en la prensa salmantina, ni mucho menos en la nacional. El conductor, un sargento al servicio de Franco, fue exonerado de responsabilidad y se le buscó un trabajo fijo en el cercano municipio de Pelabravo. Este posible trato laboral favorable fue desmentido, en cambio, por otras informaciones que mantienen que no sucedió de esa manera, sino que “Nunca le dieron un trabajo en Pelabravo; solo un vaso de leche cuando le dieron el alta, y tuvo que irse a su pueblo andando”. Así fue como lo describió, mucho tiempo más tarde, un nieto de Matías Martín Miguel según publicó entonces “El Día de Salamanca”.

Los Franco iban prosiguieron su viaje de vacaciones a Asturias

De la frialdad de los Franco por el triste hecho que hizo perder la vida al joven Agustín Curto, se hizo eco El Adelanto al describir como al día siguiente, mientras se velaba el cuerpo del fallecido, el matrimonio prosiguió su viaje a Asturias, donde se dirigían para pasar unos días de breve descanso cuando ocurrió el accidente: Con un escueto “Lamentamos el accidente, deseando el total restablecimiento de la ilustre dama”, concluía la información de este periódico local. Un accidente que, aunque pasó casi desapercibido, pudo haber cambiado el futuro del país y cambiado el rumbo de los luctuosos acontecimientos que asoló a España desde el año siguiente ¿Se entiende ahora mejor porque Franco no manifestó nunca simpatías por el deporte del ciclismo?

*(Las fotografías del accidente, que recuperó el digital SALAMANCA24HORAS, fueron captadas por el fotógrafo Almaraz y publicadas en la edición del 23 de agosto de 1935 en El Adelanto. Posteriormente, en 2005, fueron recogidas en el libro Sueños de Concordia: Filiberto Villalobos y su tiempo histórico, editado por Caja Duero)