La representación de la figura de Franco desde que llegó al poder a lomos de un golpe de Estado y los cuarenta años de dictadura hasta la actualidad, ha sufrido una evolución, lógica por el deterioro final del régimen y el advenimiento de la democracia. Franco pasó de héroe a villano, del Nodo y su figura en bustos y estatuas a ser retirado del callejero, del miedo a no mostrarlo con la autoridad que infundía a la imagen cruel, patética y caricaturesca de ahora. Al mismo tiempo, aún perduran residuos reaccionarios que lo siguen mostrando como el “cruzado contra el comunismo” y el ejemplo de estadista militar, gobierno a la actualidad ha experimentado cambios, pero también continuidades que dicen mucho de su biografía y también de la sociedad contemporánea.

Pero es con la llegada de Internet, cuando la figura más descarnada y ridícula del tirano se muestra de manera masiva. Son memes que se mofan de Franco, lo señalan como un sátrapa sanguinario o un torpe y mediocre político. Todo un fenómeno que, como vimos en su exhumación de Cuelgamuros, desvisten al personaje de esa imagen con la que el figura que fue reverenciada y temida al mismo tiempo. La crispada vida política, el proces en Cataluña y especialmente su expulsión del Valle, han creado desde memes a caricaturas, desde ilustraciones cómicas a stickers en WhatsApp, como en la que se le ve dibujando un corazón con las manos.

'Franco, de héroe a figura cómica de la cultura contemporánea'

Un libro de reciente aparición, 'Franco, de héroe a figura cómica de la cultura contemporánea' de Matilde Eiroa San Francisco (Tirant lo Blanch, 2022), explica de forma clara, amplia y muy bien documentado e ilustrado con numerosas imágenes, la evolución de la imagen de Franco. Desde los temidos tiempos de la dictadura, donde era imposible la caricatura sarcástica o la mofa, a riesgo de ir directamente a prisión, hasta los inicios previos de la Transición, tiempo en el que la apertura a la libertad nos muestra un “Caudillo” no invicto, nada de héroe y menos de salvador generoso de los españoles.

Franco fue reverenciado durante sus años de gobierno despótico a través del aparato del estado, especialmente del Servicio de Prensa y Propaganda creado por los golpistas en 1937. Se le presentó como un estratega militar extraordinario, como un patriota dotado de un enorme liderazgo y, en definitiva, como un paradigma de la heroicidad militar, enviado por Dios para salvar a la patria del caos republicano y del comunismo. El argumentario fascista, al fin y al cabo plagado de mentiras y exageraciones

Época de piropos, estatuas, sellos, monedas, calles y bustos

El libro de Matilde Eiroa señala como la inmediata posguerra se añadieron alabanzas, como la del resistente ante Hitler, el caballero cristiano del imperio, el padre ejemplar o el faro de Occidente contra el comunismo. En la década de los cincuenta y sesenta, la propaganda exhibió la faceta del pacificador, el trabajador incansable, el personaje austero y sacrificado por su patria.

El icono de estos perfiles de Franco fue visible en las estatuas y bustos situados en los sitios públicos, en sellos y monedas, en el NO-DO emitido en los cines antes de cada película, en los manuales escolares o en los nombres de las calles principales de las ciudades. Su voz era frecuente en las alocuciones de la radio -cuyo tono contradecía notablemente ese perfil de superhombre diseñado por la corte de aduladores- y más tarde en la televisión.

Alabado y no cuestionado

Los intelectuales de la época le alabaron hasta la exageración. En la larga marcha de la Dictadura, de 1939 a 1975, solo unos pocos se atrevieron a cuestionar y, mucho menos, a bromear sobre sus méritos profesionales y personales. El control de los medios de comunicación y la censura impuestos en las expresiones culturales y artísticas, impidieron confrontar la ficción de las alabanzas con la realidad de su trayectoria como militar y gobernante.

La apertura en la Transición

La autora demuestra como el surgimiento paulatino en la Transición genera una interpretación más rigurosa de su biografía cuestionando sus virtudes y subrayando las carencias y errores de sus políticas. El mito del héroe se fue cayendo gracias a las investigaciones de los historiadores y los reportajes del periodismo de investigación que revisaron el relato difundido en el franquismo. Ni fue tan providencial ni fue tan buen gobernante ni estadista.

El revisionismo lo rescata

Con la llegada del siglo XXI, las dos visiones permanecieron. Por un lado, el mito se ha exaltado gracias a la literatura neofranquista –también denominada revisionista– que recuperó los perfiles halagadores de los años cuarenta y cincuenta. Ensayistas, comunicadores y algunos historiadores han actualizado el relato de la leyenda del gran hombre construida con gran intensidad desde 1939.

Por otro, una parte importante de cineastas, artistas, investigadores e historiadores han demostrado, con documentación comprobada e irrefutable, la identidad de un dictador poco merecedor de halagos. La visión ofrecida por la producción artística y audiovisual ha sido dispar, si bien ha prevalecido la mirada crítica y satírica hacia el personaje, continuando con la tendencia de la cinematografía de finales del siglo XX.

Franco humillado con stickers

Franco en Internet

La “Revolución” en la imagen del dictador, vino con la llegada de Internet. Una eclosión de un enorme número de entornos virtuales, han contribuido a la difusión del mito de Franco como al de un Franco desmitificado. Paralelamente, el fenómeno del humor, expresado en la programación televisiva y teatral, y, especialmente, en las redes sociales y la mensajería instantánea, incrementa la caída del supuesto y falso héroe. Los memes han ridiculizado a Franco de manera amplísima y han contribuido a despojar de su aura a esta figura que fue reverenciada y temida tantos años.

En definitiva, un libro, este de 'Franco, de héroe a figura cómica de la cultura contemporánea' de Matilde Eiroa que contribuye a conocer la larga trayectoria de la representación de Franco, en la que ha convivido la versión más épica de su biografía con otra más rigurosa y próxima a la realidad. Comprobaremos, tras su lectura, las versiones caricaturescas, sarcásticas y socarronas, fruto de la creatividad y de la opinión de la sociedad digital en la que vivimos.