Un año más, el movimiento feminista vuelve a salir a las calles en toda España en el Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada 8 de marzo, para luchar contra la violencia machista y defender la paridad de oportunidades y de derechos de las mujeres. Además, también se habla de conseguir una educación y una sanidad públicas universales, gratuitas y de calidad, un aborto garantizado y una oposición férrea para erradicar la violencia machista, así como unas condiciones laborales igualitarias, terminando con las brechas. Pero, mientras la lucha sigue, en la sociedad todavía persisten unas expectativas sociales, unos mitos y unos aspectos que siguen definiendo la sexualidad femenina, provocando desigualdad, por ejemplo, en algo tan común como son los anticonceptivos, así como en la forma de actuar que se espera de una persona en función de su sexo.

Erradicar las violencias machistas, defender la igualdad laboral real, visibilizar y acabar con los trabajos comúnmente dirigidos hacia las mujeres, como los cuidados o el mantenimiento del hogar, combatir los diferentes tipos de acoso y abuso, enfrentarse a la cultura patriarcal y demostrar que las mujeres somos más del 50% de la población mundial y que sin nosotras se para el mundo, son algunas de las claves que cada 8M se reivindican y exigen.

Frente a ello, toda una clase de expectativas sociales y aspectos arraigados en la sociedad que definen la sexualidad femenina. Son muchas las expectativas sociales en lo que respecta al cuerpo, imagen social, comportamiento y, especialmente, sexualidad, que recaen sobre las mujeres desde tiempos inmemorables. A ello hay que sumar los mitos de los hombres y las cuestiones que se dan por hecho hacia las mujeres en una sociedad todavía patriarcal.

En primer lugar, conviene señalar la sexualización en los medios de comunicación y cómo esto afecta a la autoimagen de las mujeres. Casi un tercio de las mujeres españolas, un 31%, ha cuestionado su sexualidad a causa de la imagen ofrecida en los medios, según una encuesta realizada por la marca Womanizer a mujeres de todo el mundo, entre ellas españolas, para analizar el impacto de las expectativas sociales.

Así, esta encuesta también ha mostrado que la mitad de las mujeres de todo el mundo no creen que lo que ven en la televisión, las películas o las revistas refleje una imagen real del sexo, los deseos sexuales o la sexualidad; y que la imagen social de la sexualidad femenina tiene un gran impacto en su autoestima.

Ana Lombardía, experta en bienestar y salud sexual de Womanizer en España, señala que “los medios de comunicación bombardean constantemente con una idea muy idealizada y limitada de la sexualidad, que no refleja la variedad de experiencias sexuales que son realmente posibles”. “Esto hace que muchas mujeres se sientan insatisfechas con su sexualidad y se frustren intentando alcanzar un placer que no existe u obligándose a disfrutar de prácticas que, en realidad, no son satisfactorias para ellas”, añade.

Y es que tres de cada cuatro mujeres encuestadas en España, el 77%, ha confesado que tiene fantasías sexuales regularmente, pero el 17% de estas no habla nunca de estos deseos con sus parejas. Además, dicha encuesta también se ha señalado que el 20% de los encuestados ha aprendido sobre sexo viendo porno, una fuente en la que con bastante frecuencia se imponen roles de género anticuados y crea una imagen muy poco realista del cuerpo, comportamiento y reacciones de la mujer.

De los hombres encuestados en nuestro país, el 9,4% visualizan porno a diario, frente al 1,7% de las mujeres. “Estos resultados demuestran lo importante que es educar sobre las anatomías del placer, la sexualidad y el deseo. El porno convencional está hecho para la mirada masculina y, por tanto, ha creado expectativas poco realistas sobre las imágenes corporales y prácticas sexuales”, comenta Elisabeth Neumann, responsable de Investigación de Usuario de Womanizer.

Los mitos sexuales y miedo a la píldora

Al igual que en el porno, la imagen de la mujer sale dañada por lo que se llega a pensar y no es. Así, hay una serie de mitos en torno a la vida sexual de los hombres que Sergio Fosela, sexólogo y experto en bienestar sexual de Arcwave ha señalado. No hay erección sin excitación, los hombres no tienen punto G, la congestión de esperma genera dolor, la vasectomía afecta a la vida sexual, el calor puede generar impotencia o el pene se rompe son algunos de ellos.

Otro aspecto de notable relevancia en la desigualdad que sufren las mujeres es la anticoncepción. Mientras son las mujeres las que toman la píldora anticonceptiva, pese al gran número de efectos secundarios que esta tiene, el 78% de los hombres lo tomaría, pero temen a estos efectos y ellos les llevaría a no tomarlas.

Desde la invención de la píldora anticonceptiva femenina en los años 60, las parejas que no desean tener hijos pueden llevar una vida sexual plena, aunque la responsabilidad recae casi en su totalidad en la mujer, y esto es en parte por la falta de investigación para desarrollar estas píldoras para los hombres.

Así, aunque hay cada vez más hombres concienciados en que hay que conseguir una igualdad en este terreno, el 41% de los encuestados en un estudio de We-Vibe afirma que no toleraría ningún efecto secundario, especialmente si pudiera afectar a su libido. En la actualidad, se están estudiando en detalle dos métodos anticonceptivos masculinos, como NES/T, un gel que puede aplicarse sobre la piel y que reduce el número de espermatozoides, y RISUG, una inyección no hormonal en los conductos deferentes que detiene la liberación de esperma.