El 6 de septiembre de 1522 unos marinos exhaustos y “flacos como jamás hombres estuvieron”, partieron desde Sanlúcar de Barrameda rumbo a Sevilla en el afán de completaban la misión que aún tenían pendiente; dar gracias a la Virgen de la Antigua. Arribando en el puerto de Sevilla, estos hombres completaron, en tres años y 29 días antes, la primera vuelta al mundo de la que se tiene noticia. Eran Juan Sebastián Elcano y sus hombres.
Desde entonces infinidad de homenajes, conmemoraciones y recuerdos ensalzan la memoria de aquellos viajeros pero, como han destacado expertos en la materia como Mar Rey Bueno, aun así hay algunos detalles desconocidos de aquella proeza y que la hacen aún más interesante. Por ejemplo. Antes decía que estos supervivientes fueron los primeros en dar la vuelta al mundo pero no es del todo así.

La azulejería de San Lucar de Barrameda recuerda a los supervivientes del viaje de Magallanes y Elcano, pero faltan nombres que ahora se empiezan a vislumbrar.
Si lo pensamos bien, en un viaje como este, era indispensable un intérprete con el que poder comunicarse, y a tal efecto el previsor Magallanes contó con un esclavo. Un joven capturado en 1511 y al que Antonio Pigafetta (cronista de todo el viaje) llama Enrique.
Su origen es incierto, hay quien lo ha situado en Malaca, en Zebú o en Sumatra, y a tenor de los comentarios que Pigafetta hace sobre él no parece que se le tuviese mucho aprecio: “Habiendo sido ligeramente herido en el combate, se valió de este pretexto para no bajar más a tierra, donde era necesario para nuestro servicio, pasándose todo el día ocioso, tendido sobre una estera”.
Vagueando o haciendo su trabajo, lo que sí es seguro que en la primavera de 1521, la expedición contactó con pueblos con los que Enrique se comunicaba fluidamente lo que supone que a mitad del viaje, cuando todos habían dado solo media vuelta al mundo, este esclavo del que apenas sabemos nada ya estaba dando la vuelta entera.

Enrique de Malaca, posiblemente el primer humano en dar la vuelta al mundo, aunque, como esclavo que fue, seguramente la dio en contra de su voluntad.
Al finalizar el viaje también sucedió otro tanto de lo mismo. Siempre se ha dicho que solo 18 hombres regresaron, pero como bien afirma la historiadora Consuelo Varela, otros dos grupos de superviventes también regresaron solo que más tarde que Elcano.
Curiosamente los que sí llegaron ese 6 de septiembre de 1522 a España fueron otros personajes desconocidísimos pero fascinantes. Los malaqueños.
También conocidos como indios, malayos, moros o simplemente esclavos, fueron un grupo de indígenas que llegaron a España desde la otra punta del mundo. Sus nombres, algunos castellanizados como, Juan Cermeño, Francisco, Manuel se suman a los de Tuan Ponçon, Tuan Bodiman, Peze Culao, Cape, y Alí y todos ellos se conservan gracias a los documentos del estado en los que se habla por ejemplo de las exequias que se pagan a la muerte de Francisco y es de suponer que formaban parte de los 13 indígenas que embarcaron en la isla de Tidore y de los que muchos, como Jorge Morisco, murieron durante la travesía.

La isla de Tidore de donde partieron la mayoría de los indonesios que llegaron a España en 1522.
¿Qué pasó con aquellos esclavos? ¿Regresaron? ¿Se quedaron en España? De Francisco sabemos que murió en Sevilla en un intento de fuga pero curiosamente por lo que nos cuenta el cronista Antonio de Herrera es muy probable que otros si mostraron interés por lo que pasaba en esta parte del mundo según su libro Historia General de los hechos castellanos: “Llegaron vivos algunos Indios que deseaban ver al Emperador, y estos Reynos”.
Pero quizá el más fascinante de todos ellos fuese el que los historiadores han identificado con Manuel, y del que Herrera describe: “uno tan agudo, que lo primero que hazia era inquirir, quántos reales valia un ducado, y un real quantos maravedis, y quanta pimienta se daba por un maravedi, y iba a informarse de tienda en tienda del valor de las especias, y con esto dio causa que no tornase a su tierra, aunque bolvieron los otros”.
Era quizá sin saberlo, ni el esclavo ni la casa de la contratación de Sevilla. El primer emprendedor plantando cara a una multinacional.

La Historia General de los hechos castellanos escrito por Antonio de Herrera, dedica unas líneas a los malaqueños, como también se llamó a aquellos esclavos.