Ernesto Sarabia es originario de Logroño. A sus 70 años de edad lleva más de quince animando a la selección nacional de balonmano allá donde va. Podría decirse que es algo así como un Manolo “el del bombo” de este deporte; pero mucho más vinculado, en este caso, al balonmano. Tanto es así que llegó incluso a entrenar a Iñaki Urdangarín cuando este tenía tan solo diez años. Él se siente español y republicano -dos términos absolutamente compatibles, tal y como deja constancia- razón por la cual en la pista luce siempre la bandera tricolor porque es la “España que le representa”.

Esta cuestión casi nunca le ha causado problemas, ni siquiera en Budapest, donde España disputó el pasado domingo la final del Europeo frente a Suecia. Reconoce que iba “con un poco de miedo” por las políticas ultra conservadoras del estado de Viktor Orbán, pero que, en esta ocasión, nadie le llamó la atención: “Sí me dijeron que no podía colgarla, pero porque tapaba el logotipo de los juegos, y lo hicieron con total educación”.

Donde sí lamenta haber tenido alguna controversia ha sido en Bratislava (Eslovaquia), precisamente en esta última competición y, curiosamente, en España. Una vez en Alicante y otra en Zaragoza.

Sarabia recuerda a este medio que enseñar la bandera con la franja morada no tiene nada de ilegal. “De hecho, siempre llevo la documentación que lo demuestra”, expone en alusión a la sentencia 1335/2003 de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJ de Madrid y la ratificación del Gobierno en 2017.

La “provocación”, el motivo para retirar la bandera

Las veces que le han instado a quitar el símbolo, tanto aquí como en Eslovaquia, las autoridades pertinentes se han basado en que nuestro protagonista estaba incurriendo en la provocación, pero él mantiene que la porta, simplemente, porque “se siente identificado con esta España”.

En Bratislava se limitaron a decirle que “no podía exhibir” la bandera no oficial. En un principio, este amante del balonmano respondió que el país estaba dentro de la Unión Europea (UE) y que tenía la “obligación de respetar los derechos humanos”. “En mi opinión, la intervención de la persona mencionada está provocada por alguna llamada desde España, para impedir mis derechos y libertades ideológicos y de expresión”, sostiene.

“Ante la amenaza y con el ánimo de no causar problema alguno a mi deporte, el balonmano, desistí de seguir exhibiendo la bandera, hasta conocer la mencionada Ley. Posteriormente, en mi hotel, busqué en el ordenador la ley mencionada, utilizando el traductor”; nos cuenta tanto por teléfono como a través de la información que facilita a este medio, en la que expone  los “conflictos” en los que se ha visto inmerso por exhibir la tricolor

La normativa a la que se refiere en este caso el país es la Ley 1/2014 de eventos deportivos, mediante la cual no se debe utilizar el símbolo de un estado extranjero o sus antecesores de una manera irrespetuosa o de otra forma con la que pueda alentarse perturbar el orden público o poner en peligro el evento. Sin embargo, él reconoce que “nunca” va con la intención de provocar, sino de “disfrutar de su deporte”.

Partido entre España y Rusia en el último campeonato de Europa.

En España le abrieron expediente después de un partido del Torneo Preolímpico disputado entre los hispanos y Argelia en Alicante, cuando este se negó a quitar de la barandilla la bandera. “Yo me senté en primera fila, como siempre, puse la bandera y se me acercaron cinco policías sin identificar” (al final solo uno se identificó).

Lamenta que por aquel entonces se le expulsara del encuentro apelando al artículo 7 de la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, que prohíbe la exhibición de signos que inciten al racismo, la xenofobia o la intolerancia, algo parecido a lo que le pasaría también el la capital aragonesa.

El tema llegó al Congreso

La situación aterrizó, incluso, en el Congreso de los Diputados después de que el grupo Izquierda Unida (IU) preguntase al Gobierno de entonces, liderado por Mariano Rajoy, si tenía constancia de los hechos y si estos tenían justificación. La respuesta del Ejecutivo no distaba demasiado de las explicaciones que se habían dado hasta entonces.

Los populares explicaron por aquel entonces que existía “evidencia de que se trataba de un acto que pudiera ser interpretado como una provocación, que en ese contexto podría dar lugar a reacciones violentas del público presente”, y añadían: “Si bien el hecho de portar una bandera republicana no es un comportamiento que ‘per se’ incite a la violencia, son las circunstancias en un momento concreto, como en este caso, las que determinan, a juicio de los agentes responsables de la seguridad del evento, si puede convertirse en un acto de incitación a la violencia”.

A pesar de estos episodios aislados, el ‘acompañante’ de la Selección asegura haber pasado más momentos buenos que negativos. “El mundial que al final ganó España en Barcelona… Nadie me dijo nada. De hecho, nunca tengo problemas con la gente. En esa ocasión había, además, más banderas republicanas a parte de la mía”, nos cuenta; a la vez que señala: “A veces la gente me pide fotos. Yo poso con mi bandera, ellos con la suya o con la camiseta rojigualda… sin ningún problema”.

El caso de Sarabia ha ocupado algunos medios en los últimos días al llamar la atención de quienes han seguido a los hispanos, que se quedaron a las puertas del oro, en el campeonato de Europa. Puede que se trate de un tema controvertido, pero también necesario para poner en valor el respeto, más si cabe en el mundo del deporte.

En este sentido, cabe destacar a su vez que no es raro ver cada vez a más gente sin miedo a mostrar su ideología republicana en competiciones deportivas, entendiendo que una cosa no está reñida con la otra. En los últimos Mundiales de fútbol o Eurocopas, por ejemplo, han sido varias las personas que han lucido la equipación de la selección republicana después de que la tienda alternativa 198 –cuya ropa visten, entre otros, miembros de Unidas Podemos y grupos de música progresistas- la pusiera a la venta.