Aunque la historia de “El Negro” de Bañolas sea muy conocida, especialmente en Cataluña, y acontecida a comienzos del siglo XIX, resulta aun increíble y sorprendente. Se trata de incluir el cuerpo de una persona, el de un guerrero bosquimano de Sudáfrica, en un reclamo de feria en Europa como se trataba a los animales: robando su cuerpo tras su entierro, arrancarlo de su tierra africana, traerlo a Francia y luego a España, embalsamarlo y mostrarlo cual trofeo de caza.

Siendo insólito el hecho lo más increíble es que esta situación durara hasta finales del siglo XX en España y su cuerpo no retornara a su país y a su continente hasta el año 2000.

"El Negro" de Bañola 1

Todo comenzó a principios de los años 1830 cuando los hermanos taxidermistas franceses, Jules y Édouard Verreaux, tras percatarse del funeral de este guerrero setsuana cerca de la capital de Sudáfrica, Ciudad del Cabo, perpetraron el robo del guerrero. Al anochecer, Verreaux fue al lugar donde yacía y tras desenterrar su cuerpo, se llevó la piel, el cráneo y huesos. Usó alambres a modo de espina dorsal, trozos de madera como hombros y rellenó el cuerpo de papel de periódicos. Recibió similar tratamiento que el reservado a elefantes, rinocerontes, leones y otros animales con que abastecían el mercado europeo, deseoso de especies exóticas.

De allí, con ese “botín” humano, viajó a París para posteriormente ser exhibido en una galería en la Rue Saint-Fiacre. Durante años fue un trofeo de los de los hermanos Verreaux paseado y dando vueltas por ferias y tiendas hasta que finalmente pasó a ser una de las piezas del museo en Banyoles creado con la colección del veterinario y taxidermista Francesc Darder. A partir de ahí paso a ser “El Negro de Bañolas”.

“El Negro de Bañolas”

Este hombre negro expuesto primero en Francia y luego en España, no era una momia ni una figura del Museo de Cera. Se trataba de un ser humano mostrado como un animal salvaje. En 1916 fue adquirido por el Museo Darder de la localidad gerundense de Bañolas. Allí, en la ciudad del lago, fue expuesto en el museo y popularizándose su figura hasta el punto de ser conocido como “El Negro de Bañolas” y presentado, falsamente con un rótulo como un guerrero del desierto del Kalahari. Por robarle le robaron hasta sus orígenes.

Se encontraba erguido, con una lanza, y mínimamente tapado por un trapo naranja, en sala del museo denominada como de los “Mamíferos” junto a simios y huesos de gorila. Curioso que el espacio museístico anterior -en la que el guerrero no estaba ubicado- era el salón de los "Humanos”. Allí estaba el cuerpo relleno de "El Negro", que sostenía una lanza, estaba adornado por un tejido de rafia y apenas cubierto por una especie de toalla naranja. En el museo vendían postales de recuerdo del ejemplar expuesto.

"El Negro" de Bañola 2

Un médico español de origen haitiano, el libertador de su retirada

“El Negro de Bañolas” se hizo popular y recibió miles de visitas. Nunca hubo polémica por el trofeo humano expuesto hasta que un médico español de origen haitiano residente en Cambrils, donde fue concejal del PSC, Alphonse Arcelín, se dirigió por carta al alcalde de Bañolas, pidiéndole la retirada del bosquimano encerrado en la vitrina del Museo de su localidad. También sugirió al diario El País que "El Negro" debería ser retirado del museo. Eso ocurrió a finales de 1991. A partir de ahí la polémica se difundió y fueron muchos los medios que lo recogieron.

Impactos como la reunión de Federico Mayor Zaragoza, a la sazón secretario de la UNESCO con el regidor de Bañolas y posteriormente el interés mostrado por el máximo mandatario de la ONU, Kofi Annan, comenzaron a “calentar” el ambiente para su rechazo. A la petición del médico Arcelín se fueron sumando la de algunos gobiernos africanos que recibieron sus misivas. A tal punto llegó el éxito de la protesta del socialista español-haitiano que en 1997 el tema se debatió en distintas reuniones de la ONU y en el seno de la Organización para la Unidad Africana. Pero posiblemente lo que más ayudó a que el cuerpo del guerrero africano se retirara del museo fue la cronología.

Los Juegos Olímpicos llegaban en 1992 año a Barcelona y el lago de Bañolas fue designado como sede de las competiciones de remo. Arcelin se preguntó con ironía y difundió si los numerosos atletas mundiales que visitarían el museo podrían sentirse ofendidos al contemplar esa imagen de un hombre negro disecado. Recibió apoyos importantes como del líder afroamericano, el reverendo Jesse Jackson o el baloncestista de color "Magic" Johnson. Kofi Annan, calificó la imagen de "repulsiva" e "insensible". Como fruto de todo este movimiento, en marzo de ese año, “El Negro de Bañolas” fue retirado del Museo Darder.

“El Negro de Bañolas”, almacenado como “objeto 1004"

“El Negro” desapareció y fue almacenado en los depósitos del museo con la numeración de "objeto 1004". En el año 2000 inició su regreso a su casa. Su exilio duró casi 70 años. El gobierno español decidió repatriar el cuerpo de "El Negro" para ser enterrado de nuevo en suelo africano. Se sabe que la primera parada de ese largo periplo de regreso fue en Madrid. Allí le extrajeron de su cuerpo el relleno de algodón y papeles y le quitaron las partes no humanas, incluidos los ojos de vidrio. Su piel, endurecida por el tiempo, se rompió con lo que esta parte de su cuerpo se quedó en la capital de España. El féretro donde fue enterrado en su país solo contenía el cráneo, un brazo y los huesos de los pies.

Funeral en suelo africano

El entierro del guerrero fue el 4 de octubre de 2000 en la capital de Botswana, en Gaborone, acompañado de autoridades políticas y religiosas que lo homenajearon. Las palabras del ministro de Relaciones Exteriores resonaron en toda la zona: "Estamos listos para perdonar pero no debemos olvidar los crímenes del pasado, y de esa forma no repetirlos". Más adelante el lugar de enterramiento de "El Negro" fue olvidado y se transformó en un campo de fútbol. Su tumba señalaba la esquina de un córner. Afortunadamente el gobierno de Botswana revirtió la situación de abandono y lo transformó en un sitio para visitas de los turistas.

De 1,55 de altura, vivió 27 años y falleció por problemas pulmonares

Para finalizar, unos detalles. No se supo ni se sabe aún el nombre de este "hijo de África". Un afamado forense gerundense, Narcís Bardalet, especialista en medicina legal con experiencia en tareas de identificación de cadáveres como las del tsunami de 2004 en Tailandia y que además embalsamó a Salvador Dalí reveló en 1995 que “El Negro” había vivido unos 27 años, que había tenido una altura de 1,55 metros y que posiblemente falleció de neumonía, fibrosis o cáncer de pulmón. También descubrió que la piel del Negro fue embadurnada con betún para aparentar una piel más oscura que la de los bosquimanos, que tiende al marrón antes que al negro.

El “racismo científico” y la xenofobia actual

Se quiera o no, gustase a los habitantes de Bañolas o no que el guerrero volviera a su tierra de origen, “El Negro” simbolizó de forma escandalosa el lado más siniestro del pasado colonial europeo. Mostraba a los visitantes las teorías del denominado “racismo científico”, es decir, esas ideas que segregan a las personas en superiores o inferiores de acuerdo al tamaño de su cerebro. Afortunadamente, esa etapa pasó, hoy sería imposible disecar y exponer a un ser humano pero las teorías racistas, de razas menores y superiores, lejos de evaporarse crecen y no están muy lejas de nosotros. Incluso se asientan en cómodas poltronas.