Hay quien todavía cree que la literatura es, más que nada, inspiración divina. Sin embargo, una búsqueda sencilla en Google como “cursos de poesía” basta para descubrir docenas de iniciativas que facilitan el acceso al Parnaso.

El 21 de abril de 2023 se presentó en el Congreso de los Diputados el “Proyecto de Ley por la que se regulan las enseñanzas artísticas superiores y se establece la organización y equivalencias de las enseñanzas artísticas profesionales”. Dicha ley contempla la música, la danza, el arte dramático, la conservación y restauración de bienes culturales, las artes plásticas, el diseño y las artes audiovisuales. Ni rastro de la literatura.

Por el motivo que sea, todo el mundo entiende que, para tocar el piano, resulta imprescindible contar con conocimientos de solfeo y armonía, y también pasar horas y horas entrenando los dedos sobre el teclado. ¿No es este el caso de los escritores? ¿No pasó horas y horas García Márquez revisando documentos, leyendo a otros autores o analizando la estructura de su Cien años de soledad? ¿Le fue canalizado su contenido mágicamente? ¿Le susurró el final un simpático duende?

Según Valéry, el trabajo del escritor y el del pianista son más que similares. Ambos necesitan entrenar sus capacidades constantemente, y para ello resulta fundamental el estudio y la formación.

Por este motivo, diferentes escuelas de escritura se han reunido para crear la Plataforma Calíope, que defiende el “reconocimiento de la escritura creativa como disciplina artística” y pretende homologar su enseñanza con la del resto de disciplinas artísticas. Aquí puedes adherirte al manifiesto.

Cartel de la V Edición del Máster de Creación Poética

No parece una idea tan descabellada. El número de escuelas en la capital, que ofrecen cursos presenciales y online, crece constantemente: Escuela de Escritores, yoquieroescribir.com, La Piscifactoría, Hotel KafkaFuentetaja, uno de los centros formativos más conocidos de Madrid, cumple 40 años de actividad estos días. Sorprende comprobar la cantidad de talleres que realiza de forma constante. Ofrece desde este año, además, un curso que destaca por su magnitud: el Máster de Creación Poética, que reúne a más de 25 profesores de España y Latinoamérica, entre los que se encuentran algunos de los más reputados escritores de la actualidad, como Hugo Mujica, Ana Rossetti, Jorge Riechmann o Marta Sanz, pero también con críticos y especialistas en literatura como Vicente Luis Mora (Premio Málaga de Ensayo, Premio Torrente Ballester) o José Manuel Lucía Megías, Catedrático en Filología Románica en la Complutense. Hablamos con su coordinador, Gonzalo Escarpa, poeta y gestor cultural, reconocido por el CSIC con el Premio Nacional Cultura Viva. “Claro que se puede aprender a leer. Y a vivir. Y a contarlo. La literatura es una gramática, una forma de expresión, es decir, un sistema, y como tal posee reglas concretas que pueden estudiarse, comprenderse, hasta que se integran de forma tal que se confunden con nuestra propia gramática, nuestra forma de expresión, nuestro sistema.”

"A construir muros se aprende. A cocinar, también. Escribir no es diferente”

Parece lógico que los estudiantes que llenan las aulas de Fuentetaja desde hace cuatro décadas no creen en la inspiración divina, sino en el trabajo, el estudio y la práctica constante de la escritura. Seguimos con Escarpa: “El Máster de Creación Poética, un proyecto muy ambicioso, nos ha demostrado que los resultados de recibir los consejos, el apoyo y la experiencia de escritores y críticos produce resultados inmediatos y medibles. Contamos con un año de teoría y otro de práctica, y el aumento de la calidad de los textos de los participantes es exponencial. A construir muros se aprende. A cocinar, también. Escribir no es diferente”.

Que cada uno saque sus conclusiones. Podemos confiar en los duendes o en la generosidad de los dioses. A Rimbaud no le fue mal. Pero, como decía el poema de Enrique Lihn, el poeta francés, que aseguró odiar la literatura y la abandonó a los 20 años, “fue un ratón de biblioteca,/ y esa náusea gloriosa le vino de roerla.”

Una escuela de escritura puede ser un buen lugar en el que estar, por si la inspiración no llega. O para potenciarla.