Hay mucha más creatividad y sello personal en Star Wars: El despertar de la fuerza, Star Wars: Los últimos Jedi, escrita y dirigida por Rian Johnson, que en la anterior entrega de esta saga, una producción de J. J. Abrams que seguía más bien la línea de convertirse en una obra aglutinadora de todos los elementos propios de este universo que creó George Lucas.
 
Este octavo episodio, que será el último en el que aparezca Leia Organa (Carrie Fisher) tras su fallecimiento al acabar el rodaje, tampoco deja de mirar atrás, intentando conectar con el espectador de siempre. Pero gira claramente a los gustos millennials recurriendo a patrones comunes al cine comercial actual, restándole la solemnidad que se esperaba en ella e incorporando señas de identidad de Disney, recién llegada a la franquicia.

Quiénes son los padres de Rey y qué esconde Kylo Ren

 
En el argumento, el enfrentamiento de los rebeldes de la Resistencia contra la Primera Orden que lidera el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis), el General Hux (Domhnall Gleeson) y Kylo Ren (Adam Driver), en plena lucha contra sus contradicciones internas, como una suerte de ángel caído. Todo en un combinado, de resultado irregular y hasta aletargado, de momentos de acción y momentos íntimos, sobre todo ligados a la relación de Rey (Daisy Ridley) con Luke Skywalker (Mark Hamill). Se mantiene, como en cada vuelta de tuerca que se ha dado a estos cuarenta años de historia, la lucha del bien y el mal como esencia de la obra.
 
Quedan resueltas dudas sobre las cuestiones que se venían planteando sobre los personajes clásicos de la saga y los recién llegados, interpretados, por cierto, por unos actores que no han dado aquí el do de pecho: quiénes son los padres de Rey, qué intenciones esconden Skywalker y Kylo Ren y, claro, quiénes son los últimos Jedi.