La música urbana (o negra, ya que han surgido diferentes debates en torno a su denominación) se encuentra en un momento boyante, y dentro de ella, el rap es uno de sus géneros troncales. La cantidad de propuestas que están llegando a este arte es interminable, y cada vez lo hacen con más fuerza los proyectos protagonizados por mujeres. Raperas siempre ha habido, pero el espacio que quedaba para ellas en un panorama predominado por hombres era testimonial. Sin embargo, los últimos años han traído un cambio en este paradigma y cada vez son más las artistas que están irrumpiendo en las playlists de los fanáticos del género. Para abrir con mayor contundencia este artículo, queremos lanzar un mensaje: no consideramos que haya que hablar de 'rap femenino', sino de rap, a secas, hecho en este caso por mujeres con la misma validez para ello que sus contrapartes masculinas, a los que, por otro lado, no se les aplica la etiqueta de raperos masculinos, sino que se hace referencia a ellos como raperos, sin apellido.
Ni que decir tiene que no puede hablarse del rap hecho por mujeres sin remontarse a aquellas figuras que allanaron el camino cuando todo esto era campo. Vienen a la mente nombres como el de Lauryn Hill, Missy Elliot, MC Lyte, Foxy Brown, Lil Kim, Queen Latifah, Mala Rodríguez, Ana Tijoux, Arianna Puello o Gata Cattana. Artistas que, con su visión y contribuciones a la escena, se han convertido en referentes atemporales para muchas y muchos que han venido detrás.
2024, año lleno de grandes proyectos
Volviendo a la actualidad, este año hemos sido testigos de la salida de proyectos de altísimo nivel protagonizados por raperas. Sin desmerecer a aquellas que no sean mencionadas en este artículo, cuatro trabajos de los que debe hablarse son los siguientes:
Jamila (Huda). La rapera madrileña con ascendencia marroquí le dedica este trabajo a su madre, poniéndole su nombre al proyecto y haciendo referencia a su vínculo con ella a lo largo y ancho del proyecto. Sonoramente, este álbum bebe de sonidos árabes y franceses, con una estética compacta y minimalista que encuadra a la perfección un mensaje sincero y personal.
Bitches in Business (Las Ninyas del Corro). Un proyecto en el que Laura Bonsái y Felinna Vallejo encuentran su zona de confort, pero sin miedo a explorar con ritmos actualizados. Las raperas abordan su lugar en un rapgame en el que llevan ya tiempo, flexeando con mucha clase en cortes como Tridente Dorado o Las Meninas, pero sin olvidarse de los orígenes en referencias como Bagaje o Kids (con Ergo Pro e Ill Pekeño).
Julia y Manuel (Faenna, Manu Beats). Este álbum es un viaje a las raíces andaluzas de sus autores, desde la portada, al acento, a los samples. Faenna ya irrumpió con mucha fuerza en la escena con Espabilá, y este segundo proyecto es otro puñetazo al mentón con unos raps directos, cargados de carisma y orgullosos de la tierra que la vio nacer.
Madre Fundadora (Metrika, D.Basto). Otro de los trabajos más destacados del género en este año. El cuarto disco del dúo, que consta de 24 canciones que, al estilo habitual de la rapera de Castellón, transiciona por las fases del duelo al salir de una relación insana y obsesiva. Chulería, estética, una gran carga de cruda sexualidad y muchos guiños al satanismo para hablar de la traición, el ego roto, la rabia y los distintos rituales de una "zorra afligida".
Ser 'La Única'
En el marco de esta evolución en la industria musical, varios debates han surgido en torno a la premisa de cuánto espacio ocupan realmente las mujeres en el género. Esta situación de desequilibrio se acrecenta cuando asentarse en la industria se torna en sinónimo de erguirse como ‘La Única’ para las mujeres. La presencia femenina ha sido demonizada, idealizada o sexualizada, pero rara vez humanizada.
Así, su existencia en el género urbano es percibida más como una lucha por llenar el reducido cupo de representación que como una consecuencia natural nacida de un panorama diverso y explorable de artistas propias.
Precisamente sobre ello hablaba hace unas semanas la rapera Laura Bonsái, integrante de Las Ninyas del Corro, a través de la plataforma X. La artista ponía de relieve que, a diferencia de los hombres, las raperas carecen de un puesto reservado en la cima de la escena. Al contrario, deben estar en permanente competencia con el resto de las artistas femeninas, porque sólo una de ellas podrá representar a todas las demás en las listas ocupadas por hombres, quiénes sí pueden permitirse el lujo de ocupar muchos tronos de manera simultánea, incluso desde la pasividad. Para ellas, en cambio, hay un mensaje claro: Da igual lo que ofrezcas o los años que lleves, aquí no hay nada garantizado.
En este sentido, hablamos también de la doble vara de medir. Esa que divide las exigencias que público y crítica establecen para los proyectos de mujeres y hombres. A ellas, una mayor presión estética, más expectativa en torno al vestuario, coreografía, nivel vocal y puesta en escena. A pesar de las evidentes complicaciones, las raperas han irrumpido con fuerza en el panorama actual, dónde ya empiezan a asentarse como artistas consolidadas, así como a proponer proyectos novedosos que aportan más aristas a la escena urbana, y que hacen que la reducida escalera por la que deben trepar para ocupar su puesto comience a ser una autopista en hora punta.