Déjame salir es el debut en la dirección del actor y cómico Jordan Peele, y una de las películas más interesantes de entre las que nos han llegado de Hollywood este año. Una cinta híbrida en su género, que reta los límites del thriller, la comedia y el terror, en la que Chris (Daniel Kaluuya), que es negro, accede a conocer a los padres de su novia, Rose (Allison Williams) pasando con la familia un fin de semana, a pesar de los prejuicios y reservas de sus amigos acerca de la idea de que se meta en una casa de blancos. Los suegros, Dean (Bradley Whitford) y Missy (Catherine Keener), parecen recién salidos de una película de Woody Allen, solo que viven en mitad del campo (ojo al dato) en lugar de en el bullicio de Nueva York. Se declaran votantes de Obama, tiene dinero, ideas progresistas… Pero pronto irán sucediendo cosas extrañas en su casa. Cosas aparentemente cotidianas pero que dotan a la cinta de su toque fantástico, un toque que envuelve, en definitiva, una crítica social, una metáfora del falso apoyo de ciertos sectores progresistas blancos a los negros, justo ahora que Estados Unidos, país de donde procede este título, se está sacudiendo con altercados raciales.

Una hipérbole del racismo

Una combinación de realidades reconocibles y otras fabuladas, hiperbólicas pero comprensibles y extrapolables a terrenos más conocidos. Un trabajo irónico sobre la actitud y miedos de los negros sobre su relación con los blancos, sobre el lenguaje y las posiciones impostadas de ciertos blancos respecto a los negros. Un trabajo que, además, cuenta con una excelente estética, hiperrealista, que solo con reencuadrar ya alimenta el ambiente asfixiante que vive el protagonista. Una crítica hacia esos blancos que son falsos aliados de los negros. Conjuga dentro de un mismo estadio una realidad reconocible pero en la que acontecen hechos que entran dentro del fantástico, sobre todo porque la película asume las formas de la fábula para, a partir de lo expresado en las imágenes, entregar esa mirada crítica hacia unos aliados de los negros que devienen, al final, en sus peores enemigos.