Este sábado, con un retraso de siete horas sobre la hora estipulada y después de varios recesos, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, explicaba en una rueda de prensa telemática desde La Moncloa los detalles del estado de alarma con el que el Ejecutivo confinaba a los ciudadanos en sus hogares para frenar la epidemia del coronavirus. Asimismo, ordenaba el cierre de la mayoría de comercios, gimnasios y hostelería. 

Sin embargo, sí podrán abrir supermercados, farmacias, quioscos de prensa, estancos, y también peluquerías, lavanderías y tintorerías. Una decisión, la de estos tres últimos negocios, que no pasaba desapercibida para los espectadores, que no le encontraban sentido a la medida. Sin embargo, el Gobierno ha justificado este privilegio por dos motivos. En primer lugar, en la necesidad imperiosa de “no hacer mucho daño” al pequeño negocio que, tal y como apuntó Sánchez en su intervención, “tiene que ver con la estructura económica del país”.

En segundo lugar, también han alegado a razones de higiene. En este sentido, en el caso de las peluquerías, estas ofrecen servicio a gente de movilidad reducida o que no pueden mover los brazos, y que por lo tanto no se puede lavar el palo. En cuanto a las lavanderías, proveen un servicio a todas aquellas personas que no tienen lavadoras en casa. Por último, las tintorerías funcionan a modo de lavanderías para los hospitales.

Por otra parte, aunque la norma pueda chocar de primeras, no es exclusiva de España, sino que ya se ha adoptado tanto en Bélgica como en Italia