Durante décadas, las acciones de la banda terrorista ETA fueron uno de los problemas mas importantes para la sociedad española, siendo miles de personas las afectadas por los atentados con cientos de asesinados. Sus familiares y miles de heridos somos vivos testimonios del dolor causado en todos esos años.

De tantas personas directamente relacionadas con ese dolor, algunas ya estábamos en las décadas de los años 80 y 90 intentando asistir al resto de víctimas ayudando en lo que podíamos. Por mi parte, fue en octubre de 1998 cuando empecé a intuir que existía cierto interés en utilizar aquel dolor y aquel sufrimiento con objetivos que se escapaban al de una necesaria intención estrictamente solidaria.

Cuando, tras la presentación de una "tregua" por parte de la banda terrorista ETA escuché al presidente del gobierno decir aquello de "siempre es mejor tomar posesión de un escaño que de una pistola" o que "por la paz y sus derechos no nos cerraremos a la esperanza, al perdón ni a la generosidad, seremos coherentes", no podía imaginar que, 25 años después, aquella impresión de utilizar al terrorismo y a "las" víctimas seguiría siendo el objetivo de ciertas personas y de ciertas siglas políticas ya estaría plenamente confirmada.

Ahora, con motivo de una campaña electoral autonómica, se reitera aquella impresión de que recordar el terrorismo de ETA sirve para distintos propósitos: por ejemplo, para el enfrentamiento entre partidos o para intentar conseguir objetivos políticos y personales usando el dolor ajeno.

En la primera cuestión, es obvio quien ha entrado al juego partidista y, sinceramente, ya no me importa lo mas mínimo porque no es ninguna novedad y porque lo que hagan debería cimentarse en muchos otros asuntos y no solo en hablar de una banda asesina a la que, entre todos, conseguimos vencer. Por lógica humana, el dolor siempre estará presente para la inmensa mayoría de nosotros pero, por otra parte, también sabemos que ese dolor causado por la banda terrorista ETA ya no se repetirá en otras familias.

Desgraciadamente, parece que eso ya no es importante. Hay políticos que son capaces de relacionar un atentado terrorista como el de Hipercor con la ley de Vivienda y duermen tan tranquilos. Pero no he recibido jamás, en casi 36 años, una sola muestra de interés por parte del señor Rollán para conocer como estamos las víctimas de ese atentado. Tampoco me consta que ninguna víctima madrileña de los atentados de agosto de 2017 haya recibido una sola llamada por parte de la señora Ayuso, más ocupada en repetir que  "ETA está viva" aunque ya han transcurrido doce años sin un solo atentado que en conocer cómo están sus propios conciudadanos.

Por todo ello, me adhiero a la exigencia que otras víctimas han hecho pública: que no sigan con ese intento de utilizarnos y que solucionen sus disputas políticas y electorales ofreciendo argumentos que ayuden a mejorar la vida de la gente. De los que les voten y de los que no porque para eso reciben unos suculentos sueldos y prebendas. 

Y que recuerden algo más: deberían entender que jamás podrán utilizar a "LAS" víctimas del terrorismo. Si acaso podrán hacerlo con sectores, grupos o supuestos representantes. Pero jamás con "LAS" como colectivo, porque muchas tenemos criterio propio por encima de siglas, ideologías, creencias o intereses personales, partidistas o políticos y compartimos un objetivo común: que nadie más pase por lo mismo que ya hemos pasado nosotros.

Robert Manrique
Defensor de víctimas del terrorismo y él mismo víctima de ETA en el atentado de Hipercor