Las declaraciones del presidente de Estados Unidos en el marco de la presentación de su plan para atajar lo que considera un "aumento meteórico del autismo", en la que ha estado acompañado por su secretario de Salud, Robert F. Kennedy, ha hecho saltar todas las alarmas en el ámbito científico, pues sus líneas de actuación tienen carecen de evidencia científica

Autismo y paracetamol 

Por un lado, Donald Trump quiere que se evite el uso del paracetamol durante el embarazo, dando pábulo así a voces que relacionan el consumo de este medicamente durante la gestación con esta condición. 

Desde la Confederación Autismo España no han tardado en salir al paso de estas declaraciones, alertando de que "no hay investigaciones que prueben la relación entre el paracetamol y el autismo". Trump ha recomendado a las mujeres embarazadas no tomar Tylenol. nombre bajo el que se comercializa el paracetamol en Estados Unidos, pese a que "la comunidad científica lo considera seguro, a diferencia de otros analgésicos que pueden tener efectos secundarios durante la gestación", destacan.

En este sentido, recuerdan que la evidencia científica actual desmiente rotundamente la relación entre paracetamol y autismo y hacen referencia a uno de los estudios más relevantes sobre este asunto (Ahlqvist et al., 2024), que concluye que "el uso de acetaminofén (tylenol) durante el embarazo no se asocia con mayor riesgo de autismo, TDAH o discapacidad intelectual en los hijos; y destaca que, aunque los análisis iniciales mostraban un mayor riesgo, desaparecieron al comparar pares de hermanos, lo que sugiere que la genética y el entorno familiar explican mejor los resultados".

Del mismo modo, precisan, otros estudios a gran escala realizados en Europa y Japón durante este mismo año (Prada et al., 2025) sugieren que "lo que podrían parecer pequeñas asociaciones entre el uso de paracetamol y trastornos del desarrollo neurológico son, en realidad, atribuibles a otros factores subyacentes, como la salud y la genética de los progenitores, el consumo de otros medicamentos y otros elementos ambientales".

En esta misma línea, desmontan otro difundido bulo y resaltan que tampoco hay datos que permitan establecer una relación entre la vacunación infantil y el desarrollo de autismo. "Numerosos metaanálisis y estudios epidemiológicos han demostrado, hace años y de forma concluyente, que no existe una relación causal", recuerdan, insistiendo en que "la comunidad científica internacional, asociaciones profesionales de distintas disciplinas y organismos de referencia como la Organización Mundial de la Salud y el propio Ministerio de Sanidad español,han declarado repetidamente que las vacunas son segur s". 

Leucovorina como tratamiento

La Confederación Autismo España rechaza también la promoción de leucovorina como tratamiento para menores autistas, otra de las líneas de actuación anunciadas por Trump y sobre la que  "no hay estudios que la avalen". 

Se trata de una forma activa del ácido fólico, una vitamina esencial para múltiples procesos biológicos., tradicionalmente usada en el tratamiento de ciertos tipos de anemia y en oncología, que puede potenciar la eficacia de algunos fármacos y disminuir la toxicidad de otros. Sin embargo, a pesar de que se han realizado estudios y ensayos clínicos para testar su posible beneficio en personas con autismo, en aspectos como la mejora del lenguaje y la comunicación verbal, los resultados aún no son concluyentes. "El autismo es un fenómeno complejo, que no puede explicarse ni abordarse únicamente a través de este enfoque", exponen. 

Desde esta entidad alertan a las instituciones nacionales e internacionales "del riesgo que supone dar un altavoz a discursos populistas y ya superados por la evidencia científica existente, que vulneran los derechos y la dignidad de las personas con autismo". Por ello, reafirman su compromiso "con la investigación ética, basada en evidencia", y con la "divulgación de conocimiento riguroso y contrastado".

Más y mejor diagnóstico

El "aumento meteórico de los casos de autismo", fenómeno para el que Trump ha anunciado una partida de más de 50 millones de dólares, con el fin de que se investiguen las causas, se debe, subrayan desde esta organización, a tres factores: "mejor identificación, más conocimiento y mayor conciencia social". 

"La evidencia científica (Lord et al., 2020) indica que el aumento en las tasas de diagnóstico del autismo en las últimas décadas se debe principalmente a factores como:la revisión y ampliación de los criterios diagnósticos; la mayor conciencia social y profesional y el mejor acceso a servicios clínicos y educativos en muchos países", insisten. 

Por último, desde la Confederación aclaran la diferencia de cifras que afecta a Europa y Estados Unidos. Mientras que aquí se habla de una prevalencia de 1 caso de autismo por cada 100 personas, allí los últimos datos apuntan a que uno de cada 31 niños va a tener un diagnóstico de autismo (CDC, 2025). Esto se debe a que estos datos se obtienen de estudios de cribado que únicamente estiman la frecuencia de ‘casos posibles’ dentro de una población."Un ‘caso posible’ no significa necesariamente un diagnóstico confirmado de autismo", advierten, señalando que "para confirmar el diagnóstico se necesitan pruebas clínicas especializadas como evaluaciones psicológicas, psiquiátricas, entrevistas a la familia, observación directa, etc.". Y a esto hay que añadir que el estudio se quedó en la fase inicial y no se completó con la confirmación de diagnósticos posteriormente.

Una condición del neurodesarrollo

Por último, desde la Confederación subrayan que el autismo no es una enfermedad que prevenir ni una patología a eliminar. "Es una condición del neurodesarrollo con una base biológica compleja, que configura formas diversas de percibir, procesar e interpretar la información y, por lo tanto, de comprender e interactuar con el entorno". Así lo reconocen, exponen, " organismos internacionales, comunidades científicas, asociaciones profesionales y, especialmente, las organizaciones de personas con autismo y sus familias, que reclaman un enfoque social basado en los derechos humanos que respete y celebre la diversidad".

Los marcos actuales, como la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF, OMS, 2001)y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD, ONU, 2006), afirman, "inciden en que las dificultades que pueden experimentar las personas autistas emergen de la interacción entre las propias características que definen el autismo y las barreras sociales, comunicativas y estructurales que existen en la sociedad, y no de una condición inherente que defina a la persona".

Desde esta perspectiva, el abordaje del autismo, por tanto, debe centrarse en "facilitar apoyos individualizados, eliminar barreras y estigmas sociales, y garantizar los derechos fundamentales,  no en intentos de buscar una causa única o una “cura”.

"Promover enfoques médicos restrictivos y reduccionistas perpetúa la estigmatización y desenfoca las prioridades que deben abordar, tanto los poderes públicos, como el conjunto de la ciudadanía", zanjan. 

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