Quien mantiene esta tesis sobre la utilización que podría hacerse del llamado caso Faisán cuando Rajoy sea el inquilino del palacio de la Moncloa es Luis María Anson y lo pone negro sobre blanco en un artículo publicado este jueves en el periódico digital El Imparcial titulado “Zapatero barrena a Rubalcaba”. Pero éste no cuenta toda la verdad porque no fue sólo Aznar quien movió los hilos del GAL con el objetivo de “cargarse” a Felipe González y acabar con la sucesión de los gobiernos socialistas y, quizás, convenga recordar esta circunstancia, ahora, al hilo de estas manifestaciones del inefable e ilustre académico de la Lengua.

Fue toda la derecha con poder político y mediático, aquella que había aplaudido con las orejas el terrorismo de Estado en los años que ETA mataba con la impunidad que le proporcionaba el santuario francés -recuérdese que Fraga dijo en sede parlamentaria que “el mejor terrorista es el terrorista muerto”-, la que se olvidó de sus aplausos y se entregó como una posesa a explotar el filón que le ofrecía el GAL, olvidándose descaradamente de otros grupos que precedieron a éste como el Batallón Vasco Español o la Triple A, entre otros.

En aquella ocasión, un contubernio muy heterogéneo de personas, pero muy unido en sus intereses, llevaron a cabo una compleja y bien planeada operación de acoso y derribo del Gobierno de la nación que el propio Anson conocía con todo detalle porque fue uno de los autores de la confabulación, como declaró al semanario Tiempo cuando ya estaba gobernando Aznar.

En febrero de 1998 Luis María Anson, en efecto, hacía en dicha revista las siguientes declaraciones: “Felipe González era un hombre con una potencia política de tal calibre que fue necesario llegar al límite y poner en riesgo el Estado con tal de terminar con él”. Anson explica que “la cultura de la crispación existió porque no había manera de vencer a Felipe González con otras armas. Ese era el problema” y añade a continuación “Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo que en muchos momentos se rozó la estabilidad del Estado”. En la entrevista, Anson reconoce, asimismo, que “tenía razón González cuando denunció ese peligro... pero era la única forma de sacarlo de ahí. No tanto por los posibles abusos que cometió, si es que lo hizo, sino por el riesgo de anulación de alternancia”.

Las reuniones en las que se fraguaban las estrategias de esta operación se celebraban generalmente en el despacho de Anson y en ellas participaban, según sus propias declaraciones, “el director de El Independiente, Pablo Sebastián; José Luis Gutiérrez, de Diario 16; el director general de Antena 3, que era Manuel Martín Ferrand; el de Informativos de Antena 3 Radio, que era Antonio Herrero; el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez...”.

Hasta aquí la crónica de la utilización del GAL para derribar un gobierno. De lo que sean capaces Mariano Rajoy y la derecha mediática y judicial para manejar el caso Faisán contra Zapatero, Rubalcaba o cualquier otro responsable de la lucha antiterrorista si ganan las próximas elecciones, puede dar una idea esta reciente historia. Y ellos ya están empezando a recordarla. Se saben en el poder, pero los demás parece que no sabemos cómo se sirven de él. ¡Somos tan frágiles de memoria!

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas