Desde que el mundo es mundo, o al menos hasta donde llega la memoria de la humanidad, se ha rendido culto a las madres. En los cultos prehistóricos se vislumbra la figura de una diosa madre, y cuando las religiones se fueron complejizando se reservó un lugar preminente a Isis, a Rea y cómo no a la Virgen María, considerada por no pocos católicos como “la madre de Dios” (tirando al traste eso de que Dios es el sumo hacedor).

Pero antes que perdernos en disquisiciones teológicas convendría echar un vistazo a la historia del día de hoy, es decir, el origen del día de la madre.
En países, como Estados Unidos, la opinión está dividida pues atribuyen el día de la madre a dos posibles creadoras. Por un lado la activista Anna Jarvis y por otro a la abolicionista y sufragista Julia Ward. Sea una u otra parece que en ambos casos estaba presente la idea de homenajear a las madres que lucharon por la reconciliación de los dos bandos de la guerra de Secesión.

En España el día de la madre tuvo un origen muy singular

Aunque el día de la madre se inició como tal en Estados Unidos, en España tuvo un origen muy singular.

En Francia, el fêtes de mères parte de los homenajes que en 1918 se hicieron a las madres que habían perdido a sus hijos en la Gran Guerra, y así podríamos seguir con Italia (al igual que nosotros hasta 1965) lo celebraban en diciembre, pero como a la mayoría de madres del planeta les suele gustar más una flores que una cesta de polvorones se cambió a diciembre a mayo.

Pero en realidad la primera celebración del día de la madre en España tampoco era en diciembre, fue en octubre y partió de una idea genial.

Una idea de un funcionario de Correos 

En nuestro país la iniciativa surgió de la mente y el alma brillante de un funcionario de correos, Julio Menéndez García (jefe de la oficina de Carlet, Valencia).
La idea comenzó en octubre de 1925 y un mes más tarde el impulsor ya estaba elevando su propuesta al gobierno. De hecho, en su llamamiento pedía que el gobierno, la iglesia, las artes y la prensa se uniesen de una vez por todas al menos para rendir homenaje a las madres

Firma de Julio Menéndez García

Firma de Julio Menéndez García quien dijo: “Hay un amor en la vida que supera a todos los amores, el amor de la madre, rindámosle culto especialísimo implantando el día de la madre”. (Fuente: Todocoleccion)

Como era de esperar en España hubo pazguatos que criticaron la iniciativa como el diario La Voz pero la propuesta de Julio Menéndez García ya era imparable y un año más tarde, en 1926, acabó llegando a las altas esferas.
Fundamentalmente llegó gracias a la Federación Ibérica de Sociedades Protectoras de Animales y Plantas que, organizando la “Semana de Bondad” (celebrada en Madrid la primera semana de octubre), solicitaron al gobierno incluir entre los actos un homenaje floral a las madres.

Lógicamente, había niños pobres que no tenían manera de comprar unas flores a sus madres, por lo que la misma Federación Ibérica costeó parte de las flores arengando tanto a las Casas del Pueblo, como a las autoridades eclesiásticas a que se sumasen al acto benéfico.

Finalmente Madrid se pobló de puestos de flores, en Cuatro Caminos, en San Francisco el Grande, en la Puerta del Sol, en la calle Alcalá, incluso en el Palacio Real se estableció uno de estos tenderetes. Según narra la prensa de la época, las hijas de Alfonso XIII, las infantas Beatriz (de 17 años) y Cristina (de 11 años) habían pedido: “Den nuestras mejores flores a los niños más pobres de Madrid”.

Imágenes captadas por Díaz Casariego y Cortés en las que mujeres de la aristocracia madrileña entregan flores a los niños pobres para que se las regalen a sus madres

Imágenes captadas por Díaz Casariego y Cortés en las que mujeres de la aristocracia madrileña entregan flores a los niños pobres para que se las regalen a sus madres.

Por una vez en la vida, parece que la sociedad española en pleno se puso de acuerdo en algo ¿El motivo? Lo dejó bien claro el periodista Antonio González Linares en la revista Nuevo Mundo: “Dar a los niños pobres, que son los menos educados, un puñado de flores para que las ofrezcan a sus madres, con la promesa de respetar a toda madre y a toda mujer, es, como acto simbólico y como muestra de más completa intención, un gesto admirable. Pero es sólo el comienzo de la campaña que se ha de sostener en la casa, en la escuela y en la calle para lograr que los niños españoles sean más humanos y menos amargos que sus padres".

Lo que empezó como un homenaje a las madres acabó siendo una campaña educativa de respeto a la mujer


Lo que empezó como un homenaje a las madres acabó siendo una campaña educativa de respeto a la mujer.