Seguramente muchos de ustedes estén en este momento disfrutando de los rayos solares para lucir bronceado este verano. Pero posiblemente no todos conozcan los curiosos orígenes de esta costumbre.

Antes de tomar el sol en la playa se tomaba en los hospitales como en este de Mezzaselva di Roana. (Fuente: http://www.prolocomezzaselva.it/)
Antes de tomar el sol en la playa se tomaba en los hospitales como en este de Mezzaselva di Roana. (Fuente: http://www.prolocomezzaselva.it/)

Habitualmente se dice que fue en la década de los años 20 del pasado siglo, cuando surgió esta moda para realzar la belleza femenina. En parte llevan razón, pues, al fin y al cabo, damas tan influyentes como Coco Chanel lograron vincular la piel morena a un elevado estatus social, capaz de viajar y disfrutar de las playas.

Hasta entonces y durante siglos, la belleza femenina pasaba por tener un aspecto pálido, digno de las mujeres que no tenían que hacer faenas agrícolas que tostasen su piel al sol. A este respecto versos como los de Garcilaso de la Vega dejan claro que una mujer tenía que ser: “más blanca que la leche y más hermosa que’l prado por abril de flores lleno”.

En centros de salud como este de Liérganes se practicaba la helioterapia en 1937. (Fuente: Biblioteca Nacional de España)

Durante siglos la belleza femenina pasaba por ser una mujer de piel lo más blanca posible.

Sin embargo, y más allá de lucir palmito, tomar el sol es una costumbre más antigua de lo que parece. Surge entonces una duda ¿Por qué se tomaba el sol desde hace siglos? La razón es sencilla, por los beneficios terapéuticos del astro rey.

Por todos es sabido que la luz solar supone un aporte vitamínico, pero a lo largo de la historia se le atribuyeron diferentes y curiosas propiedades médicas, dando origen a una disciplina médica llamada helioterapia.

Herodoto, Hipócrates o Avicena son célebres médicos que aconsejaron baños de sol para mejorar la salud y aunque esta sana costumbre cayó en desuso en la Edad Media resurgió en el siglo XVIII donde la helioterapia evolucionó hacia teorías higienistas que convirtieron a finales del siglo XIX a importantes intelectuales en asiduos tomadores del sol. El ejemplo más evidente es el de Menéndez Pidal cuya vivienda en el madrileño distrito de Chamberí contaba con su particular solárium.

En centros de salud como este de Liérganes se practicaba la helioterapia en 1937. (Fuente: Biblioteca Nacional de España)

En centros de salud como este de Liérganes se practicaba la helioterapia en 1937. (Fuente: Biblioteca Nacional de España)

Lo cierto es que, en la historia médica de España, puede haber un precedente aún por descubrir, pues antes que Hufeland, Le Peire o Le Conte y otros tantos médicos defensores de la helioterapia pudo haber uno o varios médicos de la corte de Carlos III que diesen con una de las propiedades médicas del sol.

Estudios recientes como el de la Universidad Brigham Young aseguran que la luz solar beneficia notablemente nuestro estado de ánimo, problemas depresivos y otras afecciones guardan una estrecha relación con las horas de sol que se disfrutan.  Una cuestión que situaría a España en pionera de tales descubrimientos allá por el siglo XVIII.

En la mayoría de retratos Carlos III aparece mucho más moreno que su padre o hermanos ¿Por qué razón?

En la mayoría de retratos Carlos III aparece mucho más moreno que su padre o hermanos ¿Por qué razón?

Siempre se ha dicho que Carlos III era un empedernido cazador, y es cierto que practicaba la caza diariamente, pero como buen maniático que era, lo hacía con un objetivo claro: su salud mental. Su biógrafo, el conde de Fernán Nuñez, nos lo aclara:

“Conociendo que su familia era expuesta a caer en melancolía y temiendo sus malas resultas, de que había visto que sus padres y hermanos habían sido víctimas, procuró siempre evitarlo con gran cuidado (…) Este principio de conservación era uno de los motivos principales de su ejercicio de la caza, que algunos le vituperan, amaba con exceso. Yo le he oído decir en El Pardo, estando sirviéndole a la mesa: Si muchos supieran lo poco que me divierto a veces en la caza, me compadecerían más de lo que podrían envidiarme.”

Es evidente, que el monarca entendía la caza, y por lo tanto estar al aire libre y al sol, día sí y día también, como una medida terapéutica que al parecer le funcionó y a la que además añadió un detalle importante: “Huir de la ociosidad y estar siempre empleado”. Así que si este verano les da el bajón ya saben, tomar el sol y ser productivos, según la historia, es la mejor solución.