Este lunes Vox arrancaba la semana con una de sus promesas más extendidas. La extrema derecha española se muestra contraria a la recepción de subvenciones por parte de los partidos. En su afán de acabar con “la industria política” y los “chiringuitos”, Santiago Abascal volvió a incidir en la idea de que las formaciones no deben recibir ni un solo euro público por los resultados electorales.

Abascal ha explicado que en la nueva legislatura volverán a presentar las iniciativas que ya registraron en la pasada y reiterarán su petición de que partidos, sindicatos y patronal no reciban subvenciones.

Eso sí, como ya hiciera previamente, el líder ultra protagoniza una contradicción palmaria al reconocer que mientras éstas sigan existiendo, Vox no renunciará a cobrarlas porque no tiene por qué afrontar la "batalla política en desigualdad de condiciones. No hay ninguna contradicción", sentenció.

Tras esta rueda de prensa, Abascal posó ante la Puerta de los Leones del Congreso con sus 51 compañeros del futuro grupo parlamentario de Vox, el tercero más numeroso de la Cámara. Después, todos han mantenido una primera reunión de trabajo.

Una contradicción que viene de largo

ElPlural.com ha venido informado de esta medida programática de Vox. En su programa para las elecciones generales de 2016 ya contemplaban la “supresión, sin excepción alguna y con carácter inmediato, de las subvenciones públicas a Partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales”. Tras el acto de Vistalegre que propulsó la marca, volvieron a prometer la “anulación de las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales”.

Una vieja premisa que se ha reproducido como la espuma en esta nueva contienda electoral. La propia Rocío Monasterio arremetió con fuerza contra la “industria política” en el debate definitivo celebrado en laSexta.