Pedro Sánchez ha anunciado que se prorrogará el estado de alarma hasta el 26 de abril. La evolución de la curva de contagios le permite anticipar que se irá abriendo de forma paulatina la actividad económica.

La mano del Presidente del Gobierno está tendida a la oposición, pese a que el comportamiento del Partido Popular y de Vox ha sido desleal durante estas semanas. El nivel de agresividad ha cruzado todas las líneas rojas posibles. El PP repite la utilización de víctimas para obtener rédito político. Tampoco sorprende que Vox haya optado por la misma estrategia. Los niveles de indecencia son difíciles de explicar. Desde el partido de ultraderecha se ha llegado al colmo, cuando uno de sus eurodiputados dio a entender que todas las dificultades que encuentra la logística se deben a la “voluntad de que la pandemia tenga unos efectos determinados”. Vamos, que en la práctica acusa al Gobierno de estar matando gente de forma planificada.

El PP repite la utilización de víctimas para obtener rédito político.

El afán de protagonismo de Pablo Casado, que día sí y día también lanza dardos envenenados al Gobierno, hizo que se adelantase al propio Sánchez en el anuncio de la prórroga del estado de alarma. Sánchez se lo había anticipado en la llamada previa a su comparecencia. Lo que sucede es que Casado pretende mostrarse como quien dirige las operaciones pero, a juzgar por los resultados obtenidos en las Comunidades Autónomas donde gobierna el PP, haría bien en hablar menos.

Muchos de los errores que se están cometiendo, como el de los aviones de Ayuso que finalmente llegaron, o los respiradores de Feijóo sobre los que se ha perdido el control a pesar de haberlos pagado, o tienen que ver con una mala gestión o con el caos reinante en el mundo, en el que unos países arrebatan a otros mercaderías a pie de pista, como si se tratara de un mercado persa

En todo caso, deberían aplicarse el cuento antes de lanzar sus diatribas contra la gestión de los responsables. La parte buena es que, pese a su pataleta permanente, el PP anuncia su apoyo a las nuevas medidas de contención. En cambio, Vox sigue a lo suyo; a su escandalosa ausencia de sentido de Estado. Es su naturaleza. Santiago Abascal, en una actitud que sus propios votantes deberían castigar, se negó a coger el teléfono, mientras solo se dedicaba a pedir la dimisión de Pedro Sánchez.

El partido que sí ha rectificado el rumbo, al menos de momento, es Ciudadanos, que no solo apoya la prórroga del estado de alarma, sino que pide el impulso de unos nuevos Pactos de la Moncloa. Inés Arrimadas parece haber entendido que sumarse a la ultraderecha, utilizando una tragedia en beneficio propio, no conduce a ninguna parte.

En esa línea, el Presidente ha lanzado un mensaje de unidad, tanto europea como española. No renuncia a los eurobonos, por un lado, y a la vez pide que todos los partidos trabajen juntos para esos nuevos pactos y para relanzar la economía y el tejido social. Sin citarla, sería una estrategia similar a la diseñada por el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt para luchar contra los efectos de la Gran Depresión.