"Suspendemos todas las reuniones que teníamos planificadas con el PP hasta que se cumpla lo que habíamos acordado". Así de categórica se ha mostrado Rocío Monasterio, líder de Vox en la Comunidad de Madrid, este lunes. "Nos encantaría poder sentarnos en una mesa a tres en Madrid, con socios fiables, que cuando firman un acuerdo lo cumplen, pero desafortunadamente eso no se está verificando", ha explicado, antes de añadir que "concejalías de gobierno son concejalías de gobierno. Solo estamos pidiendo que se cumpla el pacto".

Si la cooperación de las tres derechas en la investidura de José Luis Martínez Almeida parecía fructificar y remansar los ánimos entre los bloques, muy críticos entre sí y continuamente forzando la cuerda a la hora de negociar, la extrema derecha ha vuelto a poner en jaque a sus socios alegando que los pormenores del acuerdo firmado con los populares están siendo reconducidos al son de Ciudadanos. De hecho, en la reunión de la Junta de Gobierno celebrada este lunes, se ha podido ver al reciente regidor municipal junto a su vicealcaldesa, Begoña Villacís, desdiciéndose y haciendo evidente que el PP, en su papel de nexo, ha redactado acuerdos contradictorios entre sus dos socios de gobierno. 

Mientras Monasterio, rotunda, ha defendido la entrada de Vox en el Ejecutivo municipal, Villacís ha desmentido esta premisa: "El acuerdo dice muy claro que el gobierno será ostentado por PP y Ciudadanos y cualquier modificación de la estructura de gobierno requerirá del acuerdo expreso y por escrito de las dos partes". Además, ha reivindicado que el pacto está "muy cerrado", ya que ella misma se encargó de su redacción para que no hubiera lugar a equívocos. 

A falta de conocer cómo se desbloquea la situación, los ultras ejercen presión y vuelven a poner en el horizonte la posibilidad de que la izquierda se imponga en plazas donde la derecha ha conseguido mayoría. Además, han hecho público un comunicado oficial en el que se detallan las pesquisas del documento firmado: “El acuerdo contempla un plazo de 20 días naturales desde su constitución para integrar en concejalías de gobierno y puestos de responsabilidad directiva de entes municipales a representantes de Vox en número y capacidad de gestión presupuestaria proporcionales a los resultados obtenidos en cada Ayuntamiento”.

Además, prosigue defendiendo su labor, diciendo que "Vox habla claro" y que "cualquier interpretación espuria de este acuerdo supondría un evidente incumplimiento de la palabra dada y del compromiso firmado por las partes actuantes”.

El runrún interno vuelve a sacudir a la derecha. Como viene siendo habitual, los apretones de mano y la consecución de gobiernos comunes se esconden detrás de rifirrafes públicos y exabruptos recíprocos. Naranjas y ultras, a la hora de la verdad, siempre se han entendido. Eso sí, Rivera y su pléyade han tratado de enterrar la evidencia en el pozo del desdén. Francia avisa, sus críticos ponen en duda la gestión realizada y Vox se planta. Enésimo pulso el que se disputa por obtener los sillones más codiciados.