No volverá a casa por la investidura. Carles Puigdemont, líder de Junts pel Catalunya no se termina de fiar y votará a distancia el próximo 10 de junio, fecha agendada para la constitución de la Mesa del Parlament, según informa El Confidencial. Las conversaciones entre el PSC y los partidos independentistas marchan en esa dirección, al menos, a tenor de estas informaciones. Un escenario anómalo, a pesar de que este mismo jueves está previsto que el Congreso apruebe la Ley de Amnistía de manera definitiva, diez días antes que el pleno constitutivo de la Cámara catalana.

Puigdemont no es el único que está en una situación similar, sino que forma parte del elenco de rarezas que aún se desprenden del procés catalán. Lluís Puig, también diputado neoconvergente, tampoco podría votar en el caso de inhabilitar el voto telemático. Como el expresident, el parlamentario de Junts no sólo está huido, sino que sobre él recae una orden del Tribunal Constitucional para que no pudiera votar. Sentencia, según El Confidencial, que ya fue ignorada en la legislatura anterior con la aquiescencia del resto de formaciones del Parlament de Cataluña.

En un estado similar vive el parlamentario de ERC Ruben Wagensberg. El republicano, huido también de la Justicia por la causa sobre Tsunami Democrátic, se instaló en Ginebra (Suiza), para huir de las acusaciones de terrorismos que le atribuye la Audiencia Nacional y no hacer frente al proceso judicial en curso. El diputado de Esquerra ha votado de manera telemática, sujeto a una baja médica de cuya justificación aún dudan en ciertos sectores, aunque desde el partido aseguran que está fundamentada con el estrés que le provocó la persecución de la justicia.

Estos tres nombres no tendrán la obligación de volver a España para la sesión constitutiva. Gracias a la decisión de la Mesa de Edad, la encargada de organizar el pleno que elegirá a los miembros del futuro organismo y de la que emanará en un nuevo presidente de la Cámara regional, Pugidemont, Puig y Wagensberg podrán votar desde sus respectivos lugares de exilio.

La Mesa de Edad coordina los primeros pasos hacia la sesión constitutiva. Es precisamente este punto donde se encuentran los equipos negociadores en estos momentos, según apunta El Confidencial, intercalando sus argumentarios programáticos para las europeas con pactos nocturnos para configurar la nueva legislatura en Cataluña. No obstante, las conversaciones se encapsulan entre gruesas paredes de secretismo para evitar su potencial influjo sobre el resultado del próximo 9 de junio.

Mayoría independentista

La configuración de la Mesa de Edad quedaría constituida por tres miembros. El primero, el de mayor de edad de todos los diputados electos, acompañado por los dos más jóvenes. Junts tendría la mayoría, a tenor de los resultados del pasado 12 de mayo. La Presidencia recaerá sobre el historiador Agustí Colomines (66 años), mientras que la segunda y tercera vacante la ocuparán la escritora Ennatu Domingo (28) y Alberto Tarradas, de la misma edad.

Un triunfo parcial para el soberanismo, pues las decisiones de la Mesa de Edad tendrán que ser refrendadas después por la Mesa que emane de la votación de ese 10 de junio, lo cual ensombrece el panorama de Puigdemont, Puig y Wagensberg. Los socialistas aspiran a presidir el Parlament de Cataluña, con la esperanza de ser garantía de que Salvador Illa pueda ser investido president antes que el ex jefe del Ejecutivo catalán, que insiste en someterse a la investidura pese a que los números no le salen.

De tal modo que, en este escenario, el expresident de la Generalitat podría votar en la sesión constitutiva, pero tras la configuración de la nueva, no podría hacerlo en favor de su propia investidura. Todo ello, independientemente de que regrese a Cataluña para poder votar, tal y como prometía en campaña. Situación que se extiende tanto a Puig como a Wagensberg, dejando a Junts con dos diputados menos, mientras ERC perdería uno. Habría que sumarle, además, el crecimiento de un PP que regresa a guarismos previos a la tensión soberanistas. Sus 15 escaños le dan derecho a un puesto en la Mesa resultante, dificultando aún más que los convergentes y republicanos en situación irregular pudieran votar.

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