Podemos vive. Las europeas confirmaron que, lejos de las predicciones del grueso de analistas, al partido de Ione Belarra e Irene Montero aún le quedan fuerzas. Se resiste a salir del juego político y el caprichoso destino lo ha hecho coincidir con el peor momento de Sumar desde su conformación. La plataforma magenta está descabezada tras la dimisión de Yolanda Díaz. Sede vacante en lo que denominan la “izquierda transformadora” que no piensa ocupar la formación nacida del 15M. En Podemos reivindican ahora su autonomía, pese a los cantos de sirena para reintegrarse en el Grupo Plurinacional. Los morados se esmeran por lucir de nuevo musculatura y perfil propio para recuperar la hegemonía a la izquierda del PSOE. De hecho, creen que “Sumar sin Yolanda Díaz tiene poco sentido”.
Los morados han sacado pecho de esos dos escaños y medio millar de votos cosechados en las europeas. Apoyo que han metabolizado en esperanza de cara al futuro. Podemos no está en la lona. O eso es lo que hacen ver desde la formación. Tanto Ione Belarra como Irene Montero han reivindicado el perfil propio y autónomo de un partido que parecía aferrarse al clavo ardiendo de Yolanda Díaz para sobrevivir. Sin embargo, desde la ruptura con Sumar y su fuga al Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados, el partido ha adquirido otro aire, subiéndose a los trenes que le permite la actualidad para buscar cualquier atisbo de repunte. El “genocidio” israelí y la defensa del Estado Palestino fue buena prueba de ello, desmarcándose de la “tibieza” que se la atribuía a los magentas.
Las europeas han sentenciado a Sumar y expiado los pecados de Podemos, cobrándose la vida de una Yolanda Díaz que da a un paso al lado en el plano orgánico -que no gubernamental-. La hasta ayer líder de la plataforma abandonó la cúspide de la fuerza que ella misma creó tras un proceso de escucha más largo que su liderazgo al frente de la agrupación progresista. Seguirá, en cambio, al frente de sus funciones institucionales como vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. Su dimisión, sin embargo, no supone su renuncia a la presidencia del Grupo Plurinacional. Tras apenas un año de vida, Sumar entra en un periodo de sede vacante que se antoja.
Sin Díaz, no hay futuro
La crisis aguda en Sumar contrasta con la esperanza y los ánimos de Podemos. La alegría, como suele decirse, va por barrios. Los morados descartan una segunda tentativa bajo el mismo paraguas, a pesar de que ya hay quien abona la reunificación de la izquierda a la izquierda del PSOE bajo una misma bandera. Se resisten a ser un engranaje más de la máquina plurinacional y apuestan por su recetario único e intransferible. Fuentes moradas recuerdan que su formación ya rechazó el modelo de Díaz. “Dijimos que pasábamos página”, comentan voces autorizadas de la estructura, remarcan su “agenda propia”.
Tanto en público como en privado, cuando se les interroga sobre la crisis magenta, despliegan su “máximo respeto” a cuestiones orgánicas del resto otras formaciones y su fin último es trabajar “para que la legislatura salga adelante”. Esa es, tal y como han precisado, su objetivo primordial toda vez se ha superado esta super primavera electoral, que ha tenido los comicios europeos como colofón. Tampoco se aventuran a un eventual remiendo en el medio o largo plazo, dado que “la actualidad marcará las posibilidades para trabajar o en una dirección o en la contraria”. “Hay un libro que se titula El futuro es un país extraño”, desliza un dirigente del partido con cierta sorna.
Por el momento, los esfuerzos se concentran en la construcción -o reconstrucción, según se mire- de Podemos, que “sigue en pie y no está muerto”. Subrayan que “el muerto” aún tiene pulso, frente a una plataforma que agoniza con la salida de su ideóloga a penas un año y dos días después de su fundación. Fuentes moradas hacen hincapié en que la marcha de la vicepresidenta segunda de la estructura orgánica magenta es poco menos que el certificado de defunción de la fuerza progresista. Estas mismas voces consideran que Sumar “tiene poco sentido sin Yolanda”. No obstante, redundan en que la reconfiguración de la coalición corresponde a los partidos que la integran. “Máximo respeto. Nosotros queremos que la legislatura eche a andar”, rematan.
Ferraz toca a rebato
A la derecha de sendas sensibilidades aguarda un Partido Socialista consciente de que necesita una fuerza a su izquierda con relativa fuerza para hacer de dique de contención al Partido Popular con motor Vox. Con un resultado electoral similar al de las europeas, la coalición progresista se queda sin opciones para repetir. Por ello, desde el cuartel general del PSOE tocaron diana para reconstruir un espacio totalmente mermado. Tan sólo unas horas antes de la dimisión orgánica de Díaz, resortes del socio mayoritario clamaban por una “izquierda fuerte y unida”.
En estos términos se pronunció la portavoz socialista, Esther Peña, quien en público reafirmaba la necesidad de que este espacio se reconstruya y tanto Sumar como Podemos limen asperezas para superar sus “cuitas internas”. “Hay que ser conscientes de lo que hay al otro lado”, exponen desde Ferraz. Idéntica reacción a la escenificada por el ministro de Agricultura, Luis Planas, quien apelaba al “pleno respeto” a las decisiones internas de otras plataformas, aunque en paralelo deslizaba que el “pensamiento único no funciona dentro de la izquierda”. Asume las diferentes sensibilidades del espectro, pero cataloga de “error electoral” la dispersión de fuerzas.
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