Ahora que está abierto el debate y se impulsan iniciativas sobre la exhumación de los restos del sangriento militar y de su esposa enterrados con tumba de lujo y lugar destacado en la Basílica de La Macarena sevillana, ahora que el nuevo Gobierno socialista en La Moncloa activa la Memoria Histórica y tiene decidido que el Valle de los Caídos no albergue más el cadáver del dictador Franco. Ahora que se mantiene la polémica para que el Pazo de Meirás gallego no sea un sitio privativo de la familia Franco.

Ahora, precisamente ahora, conviene recordar que Andalucía también tiene su particular Pazo de Meirás en forma de un inmenso cortijo con 600 hectáreas de fértil, rica y productiva tierra que el Caudillo expropió (eufemismo de robo mediante un simbólico pago a su legítimo dueño) y dio como “recompensa” al siniestro golpista y responsable de la horrible represión franquista en Andalucía, Gonzalo Queipo de Llano. Toda una recompensa del dictador en “agradecimiento” por sus miles de atrocidades cometidas sobre los republicanos y sobre la población civil andaluza.

Una “recompensa” como donación obligada

Todo sucedió en diciembre de 1937. En nombre de la ciudad de Sevilla Ramón de Carranza, a la sazón alcalde de la capital hispalense, hacia donación al general golpista de cien mil pesetas como reconocimiento y forma de agradecimiento al general franquista por 'la salvación de la capital de la barbarie roja'.

El origen de ese dinero era el clásico que el franquismo utilizaba para leas recompensas a sus fieles: La aportación “voluntaria” de un día de su salario mensual a empleados y funcionarios del Ayuntamiento y Diputación para con ello “completar la ofrenda a Queipo de Llano”.

Al lado de Sevilla

El cortijo expropiado y después pagado con dinero público más la “aportación” de los funcionarios era el conocido Cortijo de Gambogaz. De una tierra de una calidad tremenda, se ubica en un sitio magnífico, cerca de las localidades de Camas y Santiponce, limítrofes con la capital y a pocos minutos de esta, junto a la ribera del Guadalquivir, en una de las zonas más fértiles y ricas del Sur de España.

Unas tierras que dan grandes beneficios a la familia

La Hacienda y las 600 hectáreas de próspera tierra y que hoy genera pingues beneficios y todo tipo de productos agrícolas fueron expropiados durante la guerra a su anterior propietario, Ignacio Vázquez y hoy forma parte del amplio patrimonio de la familia Queipo de Llano, concretamente de sus nietos.

Expropiado a un innovador de la agricultura

Se da la circunstancia de que Ignacio Vázquez fue un adelantado en la gestión empresarial agrícola. Un auténtico revolucionario lejano de la imagen del señorito terrateniente andaluz tanto en las relaciones con sus trabajadores como en el enfoque de la mecanización e innovación agrícola. Curiosamente, un biznieto suyo fue candidato al Senado por Sevilla en las listas del PCE en la transición.

Como Andaluces Diario recordaba en un reportaje publicado en agosto de 2016, el Ayuntamiento de Camas y asociaciones memorialistas reclaman la titularidad pública del cortijo para convertirlo en lugar de la memoria y en un futuro centro de interpretación destacan testimonios orales.  

Triquiñuelas legales de Queipo

Tras su adquisición, Queipo de Llano destacaría en el diario ABC el 9 de diciembre de 1937 que Gambogaz con una extensión de “mil fanegas de tierrano se ha reservado para que yo viva de su renta, sino para obrar en él la reforma agraria, sirviendo de base a la labor futura del Gobierno”.

Queipo creó un patronato para aparentar una supuesta labor “solidaria” en el cortijo alegando que el objeto sería, “repartir la producción entre aquellos obreros que más se hayan distinguido en el trabajo o que más hayan sufrido por la patria”. Se les entregaría “casa, yuntas, aperos de labranza para cultivar las tierras”, dando gratificaciones a los “que tienen muchos hijos”… unas “cincuenta o sesenta familias de trabajadores en el campo, que así resolverán el problema de su propia vida y el de sus familias”. 

Presos esclavos para trabajar

Estos objetivos se demostraron falsos porque jamás este compromiso se llevó a cabo. Nada más lejos de la realidad. Está demostrado que llegaron a usarse esclavos humanos en las labores del cortijo, algunos de ellos, presos políticos. Los presos labraron, recolectaron, sembraron, fueron albañiles del cortijo, cuidaron del ganado… Una mano de obra esclava que se le llevaba al general de manera diaria desde las prisiones sevillanas, en su mayoría represaliados republicanos.

El general no solo no cumplió su promesa, sino que trasladó la titularidad del Cortijo a la Fundación Queipo de Llano antes de su muerte en 1951. Se cambió el fin de la explotación agrícola por la de “lucha por la infancia”. Según una descendiente del siniestro general la titularidad del cortijo está en sus familiares más directos que son sus nietos

Vive y muere plácidamente en el cortijo, es enterrado con lujo en La Macarena

El cortijo con más de 640 hectáreas de extensión posee una torre de estilo gótico-mudéjar catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC). Allí, tras dejar más de 50.000 cadáveres de la represión franquista en Andalucía, allí en una tierra que no era la suya - Queipo nació en Tordesillas (Valladolid)- ni en un cortijo que tampoco era de su propiedad -al menos moral- murió plácidamente el militar más sanguinario que el franquismo tuvo, en su particular Pazo de Meirás andaluz. Y a pocos minutos de allí, en otra ciudad que no era la suya, en Sevilla y en la Basílica de la Macarena, fue enterrado y reposan sus restos con todo lujo y preeminencia. ¿Es hora de exhumarlo o no?