Pese a todos los avances legislativos, a toda la concienciación y sensibilización necesaria para tratar con perspectiva de género la violencia machista, seguimos escuchando, desgraciadamente, en los medios de comunicación: “Hoy se ha encontrado a una mujer muerta…”. No son muertas, son mujeres asesinadas por el hecho de serlo. A quienes nos duele su falta, nos indigna la falta de levantamiento social ante tanta masacre, nos encoge el alma sus vidas destruidas, nos duele cada golpe y el dolor que han tenido que sufrir, no podemos llegar a entenderlo.

Se ha plasmado en innumerables ocasiones, ante la constatación de esta violencia sin precedentes, la importancia de la educación, como elemento preventivo de primer orden ante la violencia machista, pero esta formación no puede servir para aprobar un examen, para cumplir con un currículo, debe ir más allá, debe implementarse en cada palabra, en cada texto, en cada noticia, en cada mensaje, porque lo que no se dice no existe, pero lo que no se dice correctamente puede incluso normalizar más que transformar sociedades y pensamientos.

La concienciación de las personas receptoras de esos mensajes que se emiten por medios de comunicación es clave para cambiar actitudes personales y grupales de toda una sociedad, detrás de cada número hay una vida que pudo haber sido y no será. Demos a esos mensajes objetivos claros de responsabilidad, esa que todos y todas tenemos, en cada una de nuestras facetas vitales, para erradicar la mayor injusticia y vulneración de derechos humanos arraigada en nuestra sociedad, la violencia machista. Necesitamos antes de escribir y hablar, pensar y reinventar ese mensaje.

En estos momentos y desde la Subcomisión de Evaluación y seguimiento del Pacto de Estado contra la violencia de género, estamos dando voz a expertas y expertos, con el objetivo de impulsar un nuevo consenso político en la necesaria renovación de este acuerdo, durante estas comparecencias, magistralmente, Yolanda Domínguez, como experta en el tratamiento de las violencias en los distintos formatos audiovisuales, nos decía: “Es importante cambiar el foco, pasando de nombrar a las víctimas y presentarlas como sujetos del conflicto a nombrar a quienes ejercen la violencia y hacerles sujetos en las distintas comunicaciones: escritas, orales y visuales. Lo que no se nombra no existe y por lo tanto no se siente interpelado.  Se genera una falsa idea de que el problema de la violencia es algo relacionado solo con las mujeres y por lo tanto son ellas las que lo tienen que solucionar.”

Seamos cómplices todas y todos, marquémonos un objetivo, esta sociedad y sociedades futuras no pueden normalizar lo que es una vulneración de derechos fundamentales, el derecho a la vida, a vivirla como quieras y entiendas, desde la libertad y en plenitud democrática. Pintemos de violeta cada una de nuestras palabras, cada uno de nuestros textos y cada una de nuestras imágenes; habremos ganado todas y todos.