El doctor Montes no quiere leer la sentencia que absolvió a Jiménez Losantos a Isabel San Sebastián y a Cristina López de Schlichting tras verter contra él expresiones fortísimas llamándole asesino. “He recibido insultos y he recibido mucho apoyo popular –declaró a EL PLURAL. COM- Estoy saturado de opiniones y de sentencias de jueces. Si, claro que es una falta de respeto a mi dignidad. ¿Qué más pueden hacerme? ¿Romperme las piernas?” No tiene muchas esperanzas Luis Montes en que el recurso que su abogado presentará prospere. Este lunes tiene una nueva querella contra la presidenta de una asociación que le llamó homicida y otra contra Losantos, Schlichting y Cesar Vidal a mediados de abril.

P: Cuando se produjo el sobreseimiento de las denuncias contra usted y otros médicos, manifestó que el Gobierno de Esperanza Aguirre debía pedir perdón. ¿Lo hicieron?
R:
No. (Risas) Lo que debería denominarse el caso Lamela (consejero de Sanidad que inició la investigación a partir de dos denuncias anónimas), causó una enorme alarma social en aquel momento. La relación médico-enfermo se basa en la confianza y que tu superior médico, tu jefe (el consejero de Sanidad) diga que has tenido que ver con 400 homicidios, es terrible. ¿Cómo te acercas a un paciente en esas condiciones? Yo plantee que tenían que pedir perdón a los ciudadanos por meterles el miedo en el cuerpo, y también a los profesionales. Pero claro, no piden perdón porque ejercen el poder sobre la base de la soberbia y pedir perdón es un acto de humildad y ellos lo traducen como una pérdida de poder. No lo harán nunca.

P: ¿Cómo lo justificaron?
R:
Dijeron que todo era verdad, pero que no se podía probar porque no se habían hecho las autopsias. Eso supone un daño tremendo a la ciudadanía. En un hospital pueden morir 40 o 50 personas al mes. Imaginemos que uno de ellos es tu familiar. Es un acto de crueldad decir algo así. Se plantea la duda de si a ese ser querido tuyo lo han asesinado. ¡Terrible!

P: Si no tenían pruebas ¿Por qué se lanzaron así al ruedo?
R:
Desde el principio sabían que no tenían nada, solo un anónimo. Realizaron una gran campaña mediática para que salieran familiares y pudiera organizarse una acusación popular. Con el apoyo de medios informativos de su área de influencia. Los familiares comentaron que les hablaban de reclamar alguna cantidad.

P:¿Cuál era el interés?
R:
Desde las transferencias de los servicios públicos sanitarios a las Comunidades Autónomas, las de Madrid y Valencia se plantearon desmantelar la sanidad en toda su área de influencia siguiendo una política neocon: es sabido que el Estado del Bienestar solo produce vagos y maleantes y que si en tu cabeza instalas un gestor, triunfas. Bien, estalla el caso Lamela y al mes, la Comunidad de Madrid firma la construcción de ocho nuevos hospitales privados con un concierto de 30 años prorrogable a otros 30 años más. Miles de millones pasarán a manos de la iniciativa privada con este cambio de modelo de gestión privada.

P: ¿De qué manera?
R:
A través de empresas de capital riesgo en que los accionistas cobran beneficios en este caso de la Sanidad. Pusieron encima de la mesa los clientes con la clínica de la Concepción además de los ocho nuevos hospitales construidos al estilo de las autopistas, por un consorcio de empresas a las que la comunidad paga un canon anual. El suelo es municipal. Pero mientras se inicia todo esto, solo se habla de los 400 homicidios y entre tanto, en marzo-agosto, aparecen las excavadoras y las grúas. Paralelamente se realiza una gran campaña publicitaria de “acercar la sanidad al ciudadano”. Un ciudadano que no sabe que se queda con una hipoteca de 60 años.

P: ¿Cuál fue el papel de la iglesia?
R:
Este caso abrió un debate sobre la eutanasia. Se arrancó la promesa a la CAM de que se establecerían los cuidados paliativos (que lo haya hecho o no es otra cosa). Pero claro, quienes se ocupan de forma efectiva de los cuidados paliativos suelen ser los religiosos. En el Plan regional de cuidados paliativos se asignan los recursos sanitarios para este capítulo al hospital de San Rafael y al de San José, de la orden de San Juan de Dios, o a la clínica Laguna, cuya entrada está presidida por un mural enorme de monseñor Escrivá de Balaguer.

(Del equipo que trabajaba en urgencias del Severo Ochoa, no queda nadie. El doctor Montes cuenta que los que tenían plaza se marcharon fuera de Madrid. Los de contrato basura se encontraron con que no se los renovaron. Él es ahora anestesista del hospital, ha cumplido 63 años, tiene que trabajar y ve cada día a muchos antiguos colegas que en su momento estuvieron en contra o hablaron mal de él. No les saluda. Afirma que no es una víctima y que ha recibido mucho apoyo de enfermeras, auxiliares, celadores y pacientes).

P: ¿Miedo a la muerte o a como se muere?
R:
A como se muere. Si el objetivo de la medicina es la vida, la medicina ha fracasado y fracasará siempre, porque todos morimos. Es inevitable. Se trata de conseguir la mayor confortabilidad posible, que se produzca un proceso natural de apagamiento sin sufrimiento indeseable. Hay muertes horrorosas, hay residencias concertadas en las que se producen alimentaciones forzadas, sondas naso gástricas, úlceras infectadas por no moverse de la cama… Todo eso supone un sufrimiento intensísimo. Es evitable, porque el objetivo de la medicina, el objetivo real, es evitar el sufrimiento. En el 2012 no se puede decir que la vida es un don recibido, que la decisión final esté en manos de terceros o en manos del Señor. No, eso no se lo cree nadie. La vida es de cada uno.  Se muere mal o bien… según el médico que te toque.