Ayer conocíamos la noticia de la suspensión de 18 cirujías programadas en el Hospital Gregorio Marañón por la aparición de cucarachas. 18 personas que no podrán ser intervenidas quirúrgicamente por una plaga de insectos, resulta un hecho que ejemplifica a la perfección la situación de la sanidad pública madrileña. Después de la reunión que mantuvieron la semana pasada 200 médicos del centro con Cristina Cifuentes y el consejero de Sanidad, Rafael Sánchez Martos, 749 médicos y facultativos del Gregorio Marañón han firmado un documento para pedir un plan de futuro para el hospital.

En la carta, se denuncia el descenso de los presupuestos "en los últimos años y son claramente deficitarios tanto para la actividad real del centro como para la complejidad de los pacientes atendidos". Por otra parte. los médicos denuncian la decadencia del equipamiento y de infraestructuras: "nuestra institución da una imagen de mal cuidada y desatendida, hecho éste que muchos usuarios conocen y padecen, sufriendo incomodidades y malestar durante su asistencia". 

Otro de los puntos referidos en la carta alude a los diferentes cambios en la estructura directiva, los cuales no han sido producidos por motivos profesionales, un hecho que según los médicos "hace que se carezca de un plan de gestión estable y consolidado, con el consiguiente perjuicio para todos".  Además, denuncian la "falta de valoración de la opinión de los profesionales en los procesos de decisión y planificación". 

Esta carta deja en evidencia una lamentable situación. La falta de equipamiento, tecnología obsoleta e infraestructura desatendida, son tres elementos que plasman hasta que punto ha llevado la gestión del Partido Popular la sanidad madrileña. Los profesionales del Gregorio Marañón están hartos y a los pacientes no se les puede asegurar una atención de calidad. Un centro médico de referencia está en peligro.