En su editorial, El Mundo resalta la contradicción de que a quien más conviene el triunfo de Hollande es al presidente español. “Hay quien piensa que las políticas que propugna Hollande pueden contribuir a que la UE flexibilice sus exigencias hacia España en materia de déficit. Eso sería bueno para Rajoy, pero es todavía más importante la ayuda que el nuevo presidente francés pueda prestarle en la búsqueda de una solución global para el problema de la deuda y su respaldo a que el BCE siga aportando liquidez al sistema”, apunta el diario de Pedro J. Ramírez, que en su versión digital pone el análisis sobre estas elecciones en manos del indescriptible Salvador Sostres.

Los franceses, un pueblo débil
“Los franceses han votado como un pueblo débil, rehuyendo el compromiso y el sacrificio que la Historia les reclama y nos reclama. Han votado como un pueblo vencido, sin agallas, que no está dispuesto a hacer nada para merecer el futuro. Se han escondido tras el viejo odio y desprecio a Alemania en lugar de dar la cara como hombres y mujeres de honor cuando las circunstancias más lo exigen. La victoria de Hollande no supone ninguna buena noticia ni ninguna esperanza para la clase trabajadora ni para las personas que peor lo pasan”, escribe Sostres.



La socialdemocracia, estancamiento y atraso
El colaborador de El Mundo mantiene que el gran defensor de los trabajadores es “la economía de mercado y la creación de riqueza que generan los empresarios”, y que la socialdemocracia solo ha creado sociedades fofas y deficitarias, blandengues, sin ningún espíritu de superación y que a la larga han quedado sumidas en el estancamiento y en el atraso”.

Europa se hace el harakiri
Sostres compite con Fernando Sánchez Dragó, para quien el hecho de que Hollande se instale en el Elíseo hará de “Europa una parapléjica con el espinazo quebrado a la que no le quedarán más salidas que las de la eutanasia, el harakiri o la voladura”. Fuerza literaria sí es, como se ve.

“Hollande es un zapaterito, un precioso ridículo, un personaje de Molière, un político sin atributos, un demagogo tan blando como el queso de Brie, un beignet á la créme. Da grima verlo y escucharlo (…) La gente, sépalo o no, quiere que vuelva Churchill, que llegue alguien con la autoridad y la sinceridad necesarias para pedir sangre incruenta, sudor a mares y lágrimas que sean como las de una Escarlata O'Hara decidida a reconstruir lo que el viento de la crisis se ha llevado”, afirma Sánchez Dragó.

Cantos de sirena socialistas
En su editorial, ABC lamenta que “la mayoría del electorado galo ha preferido escuchar los cantos de sirena del candidato socialista, cuya incierta política de crecimiento no ha sido capaz de concretar”.

El tipo gris de los sacrificios aplazados
Entre los columnistas, Ignacio Camacho dice que a Sarkozy “le ha ganado un tipo grisáceo y mucho menos intenso, un político más bien mediocre aupado sobre el discurso facilista y grato de los sacrificios aplazados”; mientras Gabriel Albiac, que advierte que él nunca vota y que la política le aburre, no obstante tiene tiempo para dedicarse a las elecciones francesas y llamar de tontos y mediocres a los franceses: “Puede que esa sobredosis de brillantez le haya costado la reelección a Sarkozy. La demasiada inteligencia no gusta al hombre de la calle. Peor para el hombre de la calle. Mediocridad es política”.

Un socialista es siempre un derrochador
En Libertad Digital, Emilio Campany apunta que “un socialista es un socialista y es incapaz de recortar el gasto porque en su naturaleza está gastar, cuando no despilfarrar, y no cabe esperar que las tareas que no quiso hacer Sarkozy, un liberal reconvertido en conservador, las vaya a hacer un socialista hijo del sesenta y ocho. Si Hollande cumple la mitad de lo que ha prometido, conducirá a Francia al Sedán económico, dejando a Alemania como dueña y señora de Europa. Más nos valdría a todos, incluidos los franceses, ir ensayando el paso de la oca por el pasillo”.

A La Razón le reconforma el beneficio para Rajoy
La Razón abre su portada digital con el titular “Francia gira, Europa se tambalea”, sin embargo el editorial es llamativamente suave con el ganador en las elecciones francesas. El diario marianista muestra su satisfacción porque el resultado beneficiará a Rajoy. “En la medida en que el nuevo presidente francés logre moderar ese rigorismo, España podrá relajar el objetivo de déficit, fijado en el 5,3% para este año y en el 3% para 2013, de muy difícil consecución salvo que se suban más los impuestos y se recorten aún más los gastos. Por tanto, al menos en el plano teórico el triunfo de Hollande tiene aspectos positivos tanto para socialistas como para populares, aunque está por verse que la política de ajuste fiscal europea vaya a experimentar cambios relevantes”.

“Las diferencias ideológicas entre Hollande y Rajoy no suponen ningún obstáculo o retroceso con respecto a la etapa anterior y, del mismo modo que Sarkozy y Zapatero mantuvieron excelentes relaciones, no hay razones para pensar que ahora sea distinto”, afirma La Razón.