Las conversaciones entre Unidas Podemos y el PSOE han quedado dinamitadas. Pedro Sánchez se ha cansado de intentar, sin éxito, que sus homólogos acepten el marco programático sobre el que empezar a construir un nuevo Gobierno. Mientras el presidente del Gobierno en funciones critica la actitud de Iglesias, este no entiende el veto personal que está sufriendo y pone como condición sine qua non entrar en el Ejecutivo.

Con las conversaciones en stand by y sendos partidos culpándose mutuamente de querer dinamitar la Investidura, la sensación que desprende el desdén recíproco emula al bloqueo que ya se vivió hace cuatro años. Mismos partidos, mismos líderes, actitud cambiante. En 2015 se asistió al primer momento de tensión entre los dos, para acabar uniendo fuerzas en pro de echar a Mariano Rajoy e impulsar un Gobierno progresista que ha traído, entre otras cosas, la subida del salario mínimo interprofesional a 900 euros, la ampliación del permiso de paternidad, la regulación de los precios del alquiler y un sinfín de medidas más aprobadas a golpe de decreto en los conocidos como “viernes sociales”.

Sin embargo, y pese a la buena acogida entre los votantes, que no dudaron en dar el beneplácito a la coalición al grito de ‘sí se puede’ y ‘con Rivera, no’ a las puertas de Ferraz, las ínfulas particulares están acercando en el horizonte una repetición de elecciones que la ciudadanía y sus rivales tildan de “irresponsabilidad partidista”.

Por si fuera poco, las negociaciones en el Congreso de los Diputados están dando paso a una actitud cainita y revanchista en otras plazas. La Rioja ha sido el último ejemplo, donde Raquel Romero Alonso (Unidas Podemos) ha dicho ‘no’ a la candidata socialista Concha Andreu, dejándola a un simple voto positivo de la mayoría absoluta necesaria. El Parlamento riojano se queda así sin un presidente de izquierdas por el momento. En manos del Partido Popular desde hace 24 años, era una ocasión de oro para teñir de rojo una región que sigue a la espera del juego de poder en nombre de consejerías que demanda la líder morada.

Con un Pedro Sánchez que tendrá que enfrentarse al plebiscito de la Cámara Baja el próximo lunes 22 de julio, los equipos se esfuerzan, ahora, en tratar de hacer ver al público que no son los culpables de la situación. Informes cruzados y filtraciones a la prensa que evidencian una realidad: alguien miente. Unidas Podemos empezó las negociaciones con ánimo de proteger la privacidad de los encuentros, pero, con el paso del tiempo y la negativa insistente de Ferraz a incluir altos cargos morados dentro de su equipo de Gobierno, la estrategia está siendo la contraria.

Uno de los más críticos está siendo José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE y hombre fuerte de Pedro Sánchez en las negociaciones. “Podemos no ha tenido reparo en tumbar un gobierno de izquierdas en La Rioja. Frente a la regeneración que abandera, ha apostado por perpetuar el gobierno a la derecha. Es evidente que hay una izquierda que transforma y otra que lleva a la frustración”.

El presidente del Gobierno, cansado del ‘no’ de su “socio preferente”; Iglesias, tensando la cuerda para conseguir la cuota de poder que cree merecer pese a la debacle electoral; la izquierda a la espera de que, finalmente, se desbloquee la situación y la derecha pendiente de si tiene una nueva oportunidad tras el revés sufrido en los comicios.