El gobernador de California Gavin Newsom ha afirmado que las amenazas de Donald Trump contra él y otros miembros del Partido Demócrata tras el despliegue unilateral del presidente de tropas de la Guardia Nacional en el área de Los Ángeles llevaban todas las marcas de autoritarismo. “Es un momento extraordinario, y no quiero ser exagerado, pero son las palabras de un dictador”, dijo Newsom este lunes en una entrevista para un medio estadounidense. “Actúe o no en consecuencia, el escalofrío que crea es real, y es un momento serio, muy serio”.

Trump y su “zar de la frontera” Tom Homan han señalado a Newsom y la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, con amenazas de arrestos y otros actos sin especificar que el Gobierno Federal llevará a cabo si ambos no respaldan las medidas del presidente para detener las protestas masivas que se suceden desde hace días en la ciudad del Pacífico. Newsom respondió a estas amenazas tras un fin de semana de disturbios y estallidos violentos en la capital californiana como consecuencia de las redadas de inmigración en la ciudad.

La respuesta del Gobierno estatal de Newsom ha sido una demanda contra la administración Trump por autorizar el despliegue de la Guardia Nacional contra su voluntad. El presidente y sus ayudantes describieron la medida como el comienzo de una posible escalada de la acción, incluido el envío de cientos de marines desde la base de Camp Pendleton. Esta movilización se ha hecho real la noche del lunes, cuando el Pentágono ha aprobado el traslado de 700 marines a Los Ángeles. Trump lleva tiempo expresando su deseo de sofocar las unas protestas que considera peligrosas recurriendo al ejército, aunque el uso de tropas federales sobre suelo estadounidense está prohibido por una ley que data de 1878. Poco antes de que se anunciara el despliegue de los marines, Trump dijo: “Veremos que pasa”.

Sobre la denuncia contra el presidente, Newsom escribió en las redes sociales que “fue él quien prendió el fuego y actuó ilegalmente para federalizar la Guardia Nacional”. “La orden que firmó no solo se aplica a California. Le permitiría ir a cualquier estado y hacer lo mismo. Le vamos a demandar”, continuaba escribiendo.

El gobernador California y otros líderes de su partido sostienen que los movimientos del presidente buscan provocar a los manifestantes y poder tomar así imágenes que muestren una gran ciudad estadounidense sumida en el caos, así como un intento de distraer la atención de la terrible situación económica a la que se enfrentan por su guerra comercial y su complicada ruptura con Elon Musk. “Está desatado y actúa de forma temeraria, y la amenaza de que los marines sean desplegados en Estados Unidos supone un momento muy serio y sobrio. Vamos a mantenernos firmes”, afirmaba Newsom.

El gobernador demócrata ha dicho que su demanda interpuesta por su estado contra el despliegue de la Guardia Nacional ha sido el último ejemplo de confianza en los tribunales del país para poder controlar al Ejecutivo del presidente. “Quizá quede una segunda rama de gobierno en este país”, ha comentado Newsom. “Obviamente hemos perdido el poder legislativo a manos de Trump y el trumpismo. Rezamos para que los tribunales sigan manteniéndose firmes”.

Una batalla entre el Gobierno federal y los demócratas

En el cuarto día de protestas en Los Ángeles contra las redadas de la administración Trump a migrantes indocumentados, la escalada parece inevitable. California se ha convertido en la “zona cero” del pulso entre el Gobierno federal y los estados demócratas, especialmente en materia de inmigración. Tom Homan, el asesor sobre inmigración de Trump ha sido el primero en amenazar al gobernador de California con la aplicación de la política federal si intervenía en el asunto. “Yo lo haría si fuera Tom”, dijo el tycoon neoyorquino este lunes antes de calificar a Newsom como un dirigente “tremendamente incompetente”.

Ante las amenazas del “zar de la frontera”, Newsom respondió de la misma forma: “Arrésteme. Vamos”, retó a Homan durante una entrevista en la MSNBC. “Quita tus manos de las niñas de 4años”, añadió en referencia a Sofía, una niña mexicana de un pueblo cercano a Los Ángeles que padece una enfermedad rara y se enfrenta ahora a la deportación.

Bastión progresista y cuna del floreciente poder político latino, California se había librado relativamente de las campañas de deportación de Trump. La última ofensiva provocó una reacción sin precedentes en el resto del país. “Los Ángeles es una ciudad de migrantes, donde el 50% de la población es latina”, afirmaba este lunes la alcaldesa de la ciudad acusando al Gobierno Federal de echar leña al fuego. “El pasado jueves, la ciudad estaba en completa calma. Esto es un caos que se inició en Washington”, declaró Bass.

Una línea roja

Los californianos no pudieron hacer más que observar impotentes como su entorno se militarizaba cada vez más y como el presidente y sus aliados describían Los Ángeles como una ciudad “invadida y ocupada por delincuentes extranjeros”. Muchos percibieron esto como un ensayo de la toma de poder federal que podría esperar a otras ciudades “santuario” de todo el país, donde los inmigrantes indocumentados habían vivido anteriormente con una relativa seguridad.

En tan solo tres días, la mitad del centro de Los Ángeles se transformó, atravesado por vehículos policiales de las numerosas unidades desplegadas. Varios centenares de miembros de la Guardia Nacional ―de los 2.000 anunciados― se desplegaron desafiando a las autoridades locales, algo que tan solo había sucedido en 1965, cuando Lyndon Johnson desplegó a la fuerza militar en Alabama, aunque por un motivo muy distinto, proteger una marcha de Martin Luther King de los ataques de los segregacionistas blancos.

Los legisladores californianos han pedido a la ciudadanía que evite caer en el juego de la extrema derecha, que no ha tardado en difundir imágenes de manifestantes ondeando la bandera mexicana frente a vehículos ardiendo. A la oposición no le ha costado invocar los recuerdos de las históricas manifestaciones que han tenido lugar en la ciudad del Pacífico.

En varias ocasiones, el gobernador ha implorado a los manifestantes a “no picar en el anzuelo” lanzado por Trump. Pero las autoridades de California se encuentran en la cuerda floja. Con la orden de mantener el orden en respuesta a una “insurrección”, tenían que demostrar que podían hacerlo sin las tropas federales, a riesgo de verse arrastradas a una espiral de represión contra los manifestantes, algunos de los cuales acudieron buscando una confrontación. “El abuso de poder de Trump es una amenaza muy real para los cimientos de nuestra república”, ha apuntado Newsom. “Los tres poderes de Estados Unidos están desapareciendo ante nuestros ojos”, ha concluido.

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