Los derechos y libertades de las mujeres y niñas de Afganistán podrían ser de nuevo coaccionados en poco tiempo. Una llamada de socorro a escala mundial ha sido escuchada tarde, el futuro de las ciudadanas del país a cada día que pasa estaría más cerca de un destino fatal con el recuerdo presente de las terribles imposiciones de los talibán décadas atrás.

La toma de control del país por parte de los talibanes en menos de dos semanas ha puesto en jaque la vida de la ciudadanía afgana tal y como la conocían, siendo en estos momentos la población femenina el principal blanco de las doctrinas del grupo islamista ultraconservador.

Según han dado a entender a los medios de comunicación, los talibán tendrían que haber puesto en marcha una “amnistía general” para todos aquellos que colaboraron con el régimen anterior, una promesa que ya han roto, y afirmaron que se respetarán los derechos de las mujeres, siempre dentro de la “ley islámica” o sharía, por la cual el grupo ultraconservador aplica una lectura con matices estrictos y radicales. Entre 1996 y 2001, las mujeres afganas no tenían derecho a hábitos de lo más cotidianos como salir solas de casa sin estar acompañadas de una figura masculina, estudiar, viajar solas o hacer deporte, tal y como se refleja en las 29 prohibiciones que los talibán les imponían durante su mandato difundidas recientemente por la Asociación Revolucionaria de Mujeres Afganas (RAWA).

Las voces que sí han sido escuchadas

Zarifa Ghafari, de 27 años, la alcaldesa más joven de Afganistán lidera la provincia de Maidan Wardak y tenía esperanzas de futuro para su país, pero todo se vio truncado con el regreso de los talibán y los recuerdos del pasado: “Estoy sentada aquí esperando a que vengan. No hay nadie que me ayude a mí ni a mi familia. Vendrán a por gente como yo y me matarán”, aseguró. su padre, el general Abdul Wasi Ghafari, fue asesinado a tiros el 15 de noviembre de 2020.

Shahrbanoo Sadat, cineasta afgana premiada en el Festival de Cannes de 2016 con Wolf and Sheep se hizo viral en redes sociales grabándose y lanzando un mensaje desesperado en un intento por huir de su país: "Si sobrevivo a esto y tengo la oportunidad de hacer más películas, mi cine habrá cambiado para siempre", afirmó en una posterior entrevista a The Hollywood Reporter.

Nilofar Bayat, la capitana del equipo oficial de baloncesto paralímpico afgano también consiguió que su voz se escuchase a nivel mundial para pedir auxilio por su situación y sus compañeras: "Después de la entrada de los talibanes, no volveré a jugar al baloncesto". Por suerte, ya está poniendo rumbo a España en uno de los aviones que el Gobierno de Pedro Sánchez ha enviado para repatriar a los españoles y colaboradores afganos desde Kabul.

Estas son algunas de las mujeres que sí han podido compartir su testimonio con el mundo, pero otras miles de mujeres no podrán tener la misma oportunidad de alzar su voz y sentirse escuchadas.

“Los talibanes son una de las más feroces formas de la misoginia”

Otras imágenes virales que han impactado al mundo son las aglomeraciones y estampidas producidas en el aeropuerto de Kabul, así como el borrado de los escaparates comerciales de múltiples tiendas protagonizadas por mujeres. Sobre estas cuestiones, la psicóloga y periodista feminista Carme Freixa analiza punto por punto el abismo de igualdad al que se enfrentan las mujeres en situaciones de este calibre: “El mito de las mujeres y los niños primero. Es eso, un mito. Las mujeres afganas, como atestiguan muchísimas de ellas, se han ganado cada tramo de derechos democráticos, nadie les ha regalado nada. (…) El machismo de la sociedad afgana y el imperante en cada uno de los países que estaban presentes en Afganistán, sigue echándolas del espacio público. Las borra, las hace invisibles”, argumenta en exclusiva a ElPlural.com.

“Borrar a las mujeres es uno de los sueños húmedos del sistema patriarcal. Hacerlas invisibles en el espacio público las somete al poder de los hombres. Hombres que no son nada ni nadie se pueden sentir poderosos ‘sometiendo a una mujer’.  Los talibanes son una de las más feroces formas de la misoginia (…) Un gobierno talibán es el asesinato de las mujeres”, condena.

De la misma manera, la integrante de la Alianza contra el Borrado de las Mujeres también alude a la peligrosa situación a la que se enfrentan las periodistas afganas en el país y la responsabilidad que tienen en términos globales para denunciar la situación, para que sus voces sean escuchadas: “Son gritos de angustia de compañeras, nuestras periodistas, de activistas feministas, de políticas. Son gritos que demandan auxilio porque su único futuro,  si la comunidad internacional no las defiende,  es la muerte civil al ser borradas como ciudadanas o la muerte por asesinato”, lamenta.

Otra forma de opresión contra la libertad de las mujeres que las silencia aún más en términos sociales, según sostiene Freixa, es la imposición de la hijab y otras formas de vestimenta que las oprimen acorde a las prescripciones religiosas y la mirada fija del patriarcado, así como la consiguiente postura de Occidente: “En Europa los gobiernos democráticos han consentido que las mujeres, procedentes de países islamistas,  sean borradas del espacio público mediante la imposición del hijab, el velo y el burka, incluso han tenido, y tienen, el cinismo político de llamarle identidad cultural y diversidad a lo que es, simple y llanamente, el borrado de las mujeres mediante los símbolos machistas de la sumisión  y la invisibilidad”.

Cabe destacar que, desde el regreso de los talibán y el terror que están implementando en la ciudadanía, el precio del burka se ha disparado llegando a duplicar, en cuestión de días, su precio inicial.

Foto de archivo de mujeres llevando un burka. Europa Press
Foto de archivo de mujeres vistiendo con un burka. Europa Press.

Los lastres psicológicos que las mujeres afganas arrastrarán

Miles de personas no daban crédito al darse cuenta por medio de las redes sociales de cómo las mujeres afganas vestían en las décadas de mitad del siglo XX, con las ya clásicas minifaldas, americanas y peinados de los años 60 y 70, unas imágenes ahora impensables y que parece que no volverán a verse durante un largo tiempo, en el caso de que este escenario vuelva a ser posible en un futuro. Estos cambios radicales han dejado una huella imborrable en numerosas generaciones de mujeres y niñas que ahora se dividen en dos principales grupos con el regreso de los talibán: las que están consiguiendo salir del país y las que no tendrán la oportunidad de ver la luz de una nueva vida.

La vida de estas mujeres se ha visto frenada en seco, las que intentan salvar sus vidas y las de sus familias deberán acatar las imposiciones del grupo ultraconservador a rajatabla con la inminente amenaza de revivir lo que sus antepasadas sufrieron. No obstante, aquellas que consigan traspasar las fronteras del país deberán enfrentarse a subsistir en otras sociedades y culturas desconocidas. “Los problemas psicológicos que van a arrastrar durante su vida va a ser un problema de salud mental, aquí se convertiría en un problema de salud pública, pero allí no se va a convertir en nada. Estas mujeres van a morir en vida, aunque otras transformarán esa rabia e impotencia en lucha”, alerta Carme Freixa.

Esta situación también acompaña al estilo de vida que llevan practicando durante décadas las mujeres afganas y de otros países con una cultura similar. Dicho impacto psicológico también se refleja en sus hábitos culturales relacionados con la sexualidad y el matrimonio. Según estadísticas del Banco Mundial, la cifra de mortalidad materna en Afganistán en 2017 638 muertes de mujeres por cada 100.000 nacidos vivos, aunque en 2001 se llegaban a contabilizar una muerte cada media hora. Además, acorde a análisis de la ONU Mujeres, 62 de cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años fueron madres adolescentes.

El papel de los gobiernos democráticos en nombre de las mujeres

Ante toda esta situación de crisis y conflicto las principales potencias y países democráticos se han puesto manos a la obra para poder abordar el problema desde sus posiciones. Por su parte, el Gobierno de Pedro Sánchez conseguió promover, junto a la Unión Europea, Estados Unidos y otra veintena de países, una iniciativa para reclamar a los talibán que respeten los derechos y libertades de las mujeres y niñas afganas. Además, varias comunidades autónomas han ofrecido espacios para acoger a mujeres afganas en su llegada a España.

Sin embargo, algunas asociaciones feministas tacharon de insuficiente la postura del Ejecutivo español, reclamando así más implicación. En declaraciones a Europa Press, las portavoces de la Federación de Mujeres Progresistas y la Alianza contra el Borrado de las Mujeres coincidían en la creación de unos programas de asilo y refugio para que estas mujeres puedan retomar de una manera normal sus estudios y profesiones.

“El hecho de ser mujer debería comportar el derecho automático de asilo político cuando se procede de países donde las mujeres son borradas como ciudadanas de pleno derecho. Algo que sucede en todos los países donde la religión impregna las leyes”, sostenía al respecto Carme Freixa a este medio.